En la ceremonia de grados de hoy, entre los aplausos que llenan el auditorio y las miradas orgullosas de cientos de familias, hay una historia que late más fuerte. Una historia que no empezó en un salón de clases, sino en las calles de Pereira, hace 23 años, cuando Martha Emilce Franco llegó desde Chinchiná buscando oportunidades laborales sin imaginar que, décadas después, la vida la traería de regreso a un sueño que había guardado en silencio: estudiar en la Universidad Tecnológica de Pereira.
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