La Universidad Tecnológica de Pereira promueve la formación experiencial en turismo, integrando el aprendizaje académico con vivencias reales en territorios rurales y comunitarios del país.







Para los estudiantes de los programas de Tecnología en Gestión del Turismo Sostenible y Administración del Turismo Sostenible, adscritos a la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira, las salidas de campo representan mucho más que un ejercicio académico: son espacios de inmersión real en las dinámicas culturales, sociales, económicas y ambientales del turismo en Colombia.
Esta estrategia, alineada con el Plan de Desarrollo Institucional de la UTP y con directrices de política nacional que invitan a renovar los planes curriculares, ha permitido la incorporación formal de las salidas de campo dentro del pensum académico, con el objetivo de que el turismo se viva, se cuestione y se construya desde la experiencia.
“Cada semestre tiene un gran aprendizaje gracias a la salida a un territorio escuela, donde los estudiantes contrastan teoría y práctica alrededor de un núcleo problemático”, explica Manuel Tiberio Flores Calderón, director de ambos programas académicos.
Una de las experiencias más recientes fue la salida de campo realizada los días 10, 11 y 12 de abril, en la que estudiantes de segundo semestre recorrieron zonas representativas del Paisaje Cultural Cafetero, incluyendo Belén de Umbría, Mistrató y Riosucio. En estos territorios, los estudiantes analizaron la oferta de servicios turísticos rurales y comunitarios, explorando la gastronomía, el alojamiento, las dinámicas productivas y la identidad cultural.
“El estudiante escucha distintas interpretaciones de los docentes sobre el mismo territorio, y comprende cómo lo aprendido en el aula se materializa en el contexto real”, destaca Flores.
La profesora Carmen Márquez, quien acompañó la salida de campo, resalta que estos recorridos no solo fortalecen los saberes académicos, sino también los vínculos humanos entre los estudiantes:
“Muchos vienen de la ciudad y es su primer acercamiento real al campo. Entienden de dónde vienen los alimentos, interactúan con las comunidades y descubren el valor de lo rural como patrimonio”, comenta la docente.
Durante esta experiencia, los estudiantes visitaron una finca de cacao con servicios turísticos en Belén, exploraron la oferta gastronómica y de alojamiento en Mistrató, y vivieron una inmersión cultural con la comunidad indígena Embera en Riosucio, donde también recorrieron el Museo del Carnaval.
“Comprendieron que no es el ‘Carnaval del Diablo’, como muchos creen, sino una tradición que representa comunidad, confianza y resistencia cultural”, señala Márquez.
Además, destaca que los jóvenes aprendieron sobre seguridad y soberanía alimentaria al ver cómo las comunidades indígenas continúan cultivando sus alimentos y gestionando su sustento sin renunciar al turismo.
La experiencia de campo no finaliza con el regreso al aula. Cada semestre, los estudiantes realizan la Semana del Turismo, donde socializan sus aprendizajes, recrean tradiciones locales y consolidan su vínculo con la carrera y con los territorios.
“Se enamoran del territorio… y de la carrera”, concluye Márquez.
Finalmente, el director Manuel Flores hace un llamado a los jóvenes interesados en el turismo como proyecto de vida:
“Estamos en uno de los corredores turísticos más desarrollados del país. Se necesita talento humano con sensibilidad ambiental y social. Formamos profesionales que entienden el turismo como oportunidad económica, pero también como una forma de justicia territorial y cultural”.
Las inscripciones para los programas están abiertas, ofreciendo una alternativa de formación orientada a transformar realidades desde el turismo responsable y sostenible, con un enfoque comprometido con las comunidades y el entorno.