Jeison Andrés Mesa Sarmiento
A los 25 años, Jeison Andrés Meza Sarmiento celebra no solo su graduación de la Maestría en Enseñanza de la Física en la Universidad Tecnológica de Pereira, sino también una vida llena de desafíos superados y sueños alcanzados. Oriundo de Pereira, Jeison es Ingeniero Mecatrónico y docente catedrático del Departamento de Física de la misma universidad que lo vio crecer, un camino que comenzó cuando, con apenas 14 años, cruzó por primera vez las puertas de la UTP.
Desde temprana edad, Jeison ha enfrentado la osteogénesis imperfecta, una enfermedad congénita conocida como “niños de cristal”, que le ha causado cerca de 98 fracturas a lo largo de su vida. Sin embargo, esta condición no fue un obstáculo, sino un motor que lo impulsó a luchar por su independencia, a adaptarse y a demostrar que no hay límites cuando se tiene un propósito claro. «No hay límites, no hay cosas imposibles, a nadie le va a quedar grande algo que se quiera proponer», afirma Jeison.
Un componente esencial en la historia académica de Jeison ha sido el acompañamiento permanente de sus padres. Desde la educación básica primaria, pasando por el bachillerato, el pregrado y ahora el posgrado, en especial su mamá, ha estado presente en cada etapa de su formación, asistiendo a sus clases y participando activamente en su proceso educativo. Más allá del apoyo logístico, su presencia constante se convirtió en un soporte emocional y formativo que fortaleció su permanencia en el sistema educativo y consolidó una experiencia universitaria construida en familia.
Además, su papá es profesional en Medicina Deportiva de la UTP y ha sido clave en su formación física y deportiva. Junto a él, Jeison ha practicado levantamiento de pesas para paralímpicos, un deporte que no solo ha fortalecido su cuerpo, sino que le ha permitido romper barreras personales y alcanzar un nivel de autonomía física. Gracias a la ayuda de su padre, Jeison ha aprendido a conocer su cuerpo y sus capacidades, adaptándose a la práctica deportiva y logrando éxitos que van más allá de lo que muchos pensaban posible.
A lo largo de su carrera universitaria, Jeison no solo fue estudiante, sino también ejemplo de superación. A pesar de los retos que representa estudiar con una condición física como la suya, y de compartir aulas con compañeros mucho mayores, Jeison encontró en la universidad un espacio donde se permitió crecer, equivocarse y aprender. “La universidad también enseña a resistir, a aprender de los errores y a construir relaciones que trascienden las aulas”, expresa.
El compromiso de Jeison con su comunidad también se refleja en su trabajo junto a su familia en la fundación Sueños de Cristal, una iniciativa que lleva más de 13 años apoyando a personas con osteogénesis imperfecta y otras enfermedades óseas en diversas regiones del país. La fundación ha logrado impactar la vida de más de 100 personas, y en la actualidad, tiene 40 pacientes activos de diferentes partes del país, a quienes se les brinda apoyo social, psicológico y médico.
La misión de la fundación es clara: demostrar que la discapacidad no define lo que una persona puede lograr. “Tratamos de cambiar el paradigma de que si tienes una discapacidad, tu vida está limitada. Le mostramos a la gente que es posible ser parte activa de la sociedad, de la educación y del deporte”, comenta Jeison.
Hoy, como magíster y docente, Jeison se proyecta hacia el futuro con la firme convicción de que su camino está en la enseñanza y la investigación. “Educación es transformación”, afirma. Para él, la experiencia universitaria se resume en una palabra: aventura. Una aventura que comenzó siendo un niño que a los 14 años entró a la universidad, continuó entre fórmulas y desafíos, y hoy lo encuentra formando a nuevas generaciones en la misma universidad que lo vio crecer.
En el marco del Especial de Grados de la UTP, la historia de Jeison es un reflejo de que la educación, la perseverancia y el apoyo familiar son elementos clave para superar cualquier barrera, física o mental, y lograr lo que antes parecía imposible.
Juliana Andrea Villada Monsalve
A sus 27 años, Juliana Andrea Villada Monsalve celebra su graduación como Licenciada en Matemáticas y Física, programa adscrito a la Facultad de Ciencias Básicas de la Universidad Tecnológica de Pereira. Aunque nació en Cali, Pereira ha sido su hogar durante más de 25 años y el escenario donde ha construido una historia de perseverancia, vocación docente e inclusión.
La decisión de elegir la UTP y este programa académico está profundamente ligada a su experiencia de vida. A los 14 años, mientras cursaba octavo grado, Juliana perdió la visión como consecuencia de una complicación asociada a la hidrocefalia, condición con la que nació y por la cual tiene implantada una válvula cerebral. La ruptura de este dispositivo provocó una acumulación de líquido que afectó el nervio óptico, dejándole una visión periférica aproximada del 2 % en ambos ojos. Fue en ese momento, en medio de un cambio radical en su vida, cuando encontró en las matemáticas y posteriormente en la física una posibilidad de futuro.
Un papel determinante en esa etapa fue el de su profesor de grado décimo de la Institución Educativa Villa Santana, el docente Wilmar Calvo Quintero, quien supo acompañarla con ajustes, exigencia académica y confianza. Ese respaldo le permitió descubrir que era capaz de lograr más de lo que imaginaba y despertó en ella el interés por la enseñanza. “Mis profesores, a pesar de mi condición, fueron muy exigentes conmigo, y eso me motivó a demostrarme que sí podía”, recuerda.
El ingreso a la universidad estuvo marcado por el temor y la incertidumbre. La magnitud del campus, los nuevos espacios y la necesidad de adaptarse a la movilidad con bastón representaron un reto adicional. El tránsito del colegio a la vida universitaria implicó un proceso complejo de adaptación académico y personal. Si bien encontró docentes comprometidos con la inclusión, también enfrentó dificultades derivadas del desconocimiento o el temor de algunos frente a los ajustes razonables. Aun así, Juliana perseveró.
En ese camino, destaca el acompañamiento de docentes que marcaron su proceso, entre ellos Walter Serna, director del programa de Ingeniería Física, quien no solo realizó los ajustes necesarios, sino que le brindó asesorías y respaldo constante. A su lado, y junto a los docentes José Andrés Chávez Osorio y Jeison Andrés Mesa Sarmiento, Juliana hizo parte de la creación del proyecto Ondas Inclusivas, una iniciativa orientada a desarrollar estrategias pedagógicas y ajustes para acercar la ciencia a personas con discapacidad visual, auditiva y motriz.
Este proyecto, que actualmente cuenta con un equipo de 13 integrantes, surge como una apuesta por transformar las prácticas educativas y reducir los temores docentes frente a la inclusión. Como resultado de este proceso, Juliana se desempeña hoy como monitora de la Maestría en Enseñanza de la Física, experiencia que fortalece su formación pedagógica y su proyección académica.
Más allá del aula, Juliana es madre de Emiliano, un niño de cuatro años que se ha convertido en su principal motivación. “Cuando supe que estaba embarazada, tuve claro que iba a terminar mi carrera por él”, afirma. Hoy, ese propósito cobra un significado especial, pues su hijo fue quien la acompañó a recibir el diploma, símbolo de un proceso que nunca estuvo en duda, pese a haberse extendido durante ocho años.
Su red de apoyo ha sido fundamental: su madre, quien desde España ha respaldado su formación; sus tíos, quienes la criaron y la acompañan en su día a día; su abuela; y los docentes y compañeros que encontró en la UTP. A todos ellos les atribuye la fortaleza para continuar incluso en los momentos más complejos.
Juliana también tuvo la oportunidad de realizar sus prácticas pedagógicas en la misma institución de la cual es egresada, experiencia que describe como profundamente significativa y coherente con su vocación de servicio y transformación social.
Al mirar atrás, reconoce que la Juliana que inició la universidad es muy distinta a la que hoy culmina este proceso. “Aprendí a socializar, a defender mis derechos, a ser empática y a mirar las necesidades del otro. Cuando aprendemos a mirar al otro, crecemos nosotros mismos”, expresa.
Su anhelo es continuar su formación en la Especialización en Enseñanza de la Física y ejercer como docente universitaria, con un interés particular en la historia de la física y en la educación inclusiva. En el marco del Especial de Grados de la UTP, su historia evidencia que la educación, cuando se construye desde la empatía y el compromiso, tiene la capacidad de transformar vidas y abrir nuevos caminos.








