Improvisación del Rector como miembro del panel de Rectores sobre Autonomía y Gobernabilidad en el Foro de ASCUN realizada el 15 de Mayo de 2008 durante el Foro Gobierno y Gobernabilidad en la ciudad de Armenia.



El 15 y 16 de mayo se desarrolló en la Universidad del Quindío el Foro Gobierno y Gobernabilidad en la Educación Superior, organizado por ASCUN como evento preparatorio de cierre a la Conferencia Regional de Educación Superior CRES 2008.

Durante la actividad en donde se debatió sobre la autonomía universitaria, el Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez, participó de un panel con la rectora de la Universidad del Atlántico, Ana Sofía Mesa y el rector de la Universidad Autónoma de Manizales, César Vallejo presentando los puntos de vista acerca del tema central del foro: Gobierno y gobernabilidad en las universidades estatales y
privadas.

Igualmente, los asistentes trabajaron a través de mesas temáticas alrededor de temas como: Autonomía y gobierno universitario; gobernabilidad y liderazgo; transparencia y rendición de cuentas; y estructura institucional y gobierno.

A la actividad académica asistió como invitado especial el Dr. Daniel Samoilovich de Francia quien se refirió a las tendencias del gobierno universitario en América Latina y la Unión Europea y las dimensiones críticas del buen gobierno en las instituciones de educación superior.

A continuación improvisación del Rector como miembro del panel de Rectores sobre Autonomía y Gobernabilidad en el Foro de ASCUN


Armenia, 15 de mayo de 2008


Yo creía hasta antes de escuchar al Dr. Daniel Samoilovich que nuestro país se podía preciar de tener unos niveles muy elevados de autonomía. Sin embargo, escuchándolo esta mañana, y un poco más antes de esta reunión, me aclaró que hay otros países que están peor, pero que también hay otros que están mejor en esta materia.

En Colombia, la autonomía la tenemos elevada a rango constitucional; la Constitución de 1991 le dio vida a la autonomía, y la Ley 30 que desarrolla la autonomía fue muy celosa de darle la posibilidad a las universidades, tanto públicas como privadas, de desarrollare autónomamente. Por eso, no me sorprende lo que ha dicho el Dr. César Vallejo: que él como parte de una universidad privada reconozca que su universidad es autónoma. Aunque es comprensible que todavía existan algunas reservas en cuanto a la participación del Gobierno en el otorgamiento en los registros de programas, como escuchamos esta mañana en el evento.

Esto último, todavía puede estar en discusión, pues son las propias comunidades académicas a través de los pares quienes evalúan la calidad mínima de los programas, soporte de las decisiones para los registros calificados. Pero si hacemos esto a un lado, puede decirse que, las universidades son autónomas; son autónomas para elegir su rector, son autónomas para darse su propia organización, son autónomas para ordenar sus gastos, para aprobar sus estatutos, para hacer investigación, para definir su misión, su visión, su norte estratégico, en fin, hay un escenario muy amplio de autonomía que de todas maneras hay que reconocer.

La Ley 30 de 1992, le otorgó a los consejos superiores la facultad de aprobar sus propios estatutos y yo creo que un poco de ingenuidad y de patria boba en muchos de esos consejos superiores, los condujo a desprenderse de la autonomía a favor de las comunidades académicas, perdiendo grandes espacios de gobernabilidad.

El país es muy diverso, tan diverso como es el mundo, y estoy hablando esencialmente de las universidades públicas, que es el espacio donde me he movido; nosotros tenemos universidades donde el rector lo eligen en forma directa las comunidades universitarias sin participación de los consejos superiores y con un período fijo, sin participación del gobierno, sin participación de nadie; y otras, donde los consejos superiores de manera solitaria, toman la decisión de elegir los rectores, incluso de manera indefinida, sin período. Hay pues un espectro completo de variantes en la forma de elección.

Lo mismo también se puede predicar de la elección de los decanos o de los directores de los programas o de los jefes de departamento; hay universidades donde esto se le entregó a la democracia directa, de base, y los consejos superiores quedaron maniatados para poder incidir en la determinación de estos directivos académicos y por consiguiente perdieron la gobernabilidad que es fundamental para poder ser verdaderamente autónomos.

Yo creo que lo que está pasando en Europa, como nos explicaba el director ejecutivo de Columbus, Dr. Daniel Samoilovich, en relación con la tendencia a recuperar gobernabilidad y a darles capacidad a los organismos directivos de las universidades, también está ocurriendo en Colombia. Porque lo que está sucediendo en el mundo de la educación superior, en el mundo del estado, en el mundo de la sociedad, es que se requiere gobernabilidad para poder ser eficientes. Hoy en día la gestión se da con resultados, la gestión se mide, hay que entregar resultados. Uno no puede dar resultados si no tiene gobernabilidad sobre los directivos académicos de su universidad.

No es extraño encontrar universidades donde los decanos reman en dirección contraria hacia donde rema el rector; este es el pan de cada día en algunas de las universidades estatales. Ese noble ideal de entregarles la democracia directa a las comunidades con la concepción de que las universidades eran maduras, sensatas e iban a actuar en correspondencia con los altos ideales y no con la pequeña política, resulta que fracasa con mucha frecuencia.

Las comunidades académicas se fracturan terriblemente, en aquellos sitios donde las autoridades eligen de manera directa hay fracturas severas en las comunidades académicas que se propician a través de los procesos electorales. Lamentablemente nuestro país es un país por esencia politiquero, y la política contamina estos procesos electorales. Para no ir muy lejos, en esta Universidad se acaba de elegir un rector, se eligió un académico, pero fue una solución en medio de una confrontación de dos posiciones que estaban tiznadas fuertemente por el tema político; y eso pasa en el resto del país.

Las comunidades reclaman democracia, pero si esa democracia no se controla, si no se modula, es una democracia que lamentablemente paraliza la marcha de las universidades. Yo les voy a contar una experiencia. Yo soy el rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, antes de ser rector yo era miembro del consejo superior universitario; en la Universidad los decanos se elegían entre los dos más votados en elecciones directas de las comunidades de cada facultad; vale decir estudiantes, profesores y egresados, y después el consejo superior elegía entre los dos más votados.

En aquella época había desgano en los docentes para participar en las decanaturas; prácticamente era un servicio social obligatorio rotarse las decanaturas, no había interés por estar allí. Lo que iba mostrando la experiencia era que se elegía al único que llegaba o de todas maneras se respetaba el resultado de las elecciones; alguien dijo, si esto es lo que estamos haciendo, entonces entreguémosle de una vez la decanatura a las comunidades, que elijan el decano allá, y eso se hizo.

En una de las facultades se presentó una división tal que nos tuvimos que inventar la revocatoria del mandato; la única forma como el consejo superior pudo resolver un empate sin solución, que paralizó la facultad, fue inventándose la revocatoria del mandato, que permitiera remover a un señor que habían elegido dos meses atrás. A partir de allí, jamás ha habido paz ni armonía en esa facultad, hay bandos. Cuando el bando que gobierna hace un evento o impulsa un programa, el bando que está en la oposición interfiere, no asiste, bloquea.

Esto, entre otras cosas, ha llevado al Consejo Superior de la Universidad a tener que empezar a replantear el tema de la elección de los decanos, no para evitar la participación de las comunidades, pero sí para comprender que la participación tiene que ir más allá del concepto que reina en las universidades. Las universidades entienden la autonomía como la propiedad para los estamentos, entonces se es autónomo si el gobierno está en manos de estudiantes, profesores y trabajadores. Y si tienen la capacidad de elegir rector directamente como en la Universidad de Nariño por ejemplo, entonces los estudiantes ya piden elegirlo ellos solos, solicitando que el voto del estudiantado tenga el mismo peso que el de los profesores.

Hemos entendido que hay que buscar equilibrios dentro del gobierno universitario, sin negar la participación, para poder lograr alinear la marcha de las universidades para que pueda haber una coherencia en los propósitos estratégicos, misionales y de funcionamiento en las universidades.

Yo creo que lo que está ocurriendo en esta misma universidad y lo que está ocurriendo en otras universidades consiste en poder entender realmente que la gobernabilidad es consustancial con la autonomía. Además, porque la autonomía no es para rendirle culto a un intelecto ni a las comunidades, la autonomía es para transformar, para avanzar, para innovar, para influir la sociedad, y para hacerlo se necesita gobernabilidad.

Para ser autónomo se necesitan también otras cosas: si hay debilidad financiera no se puede ser autónomo y para poder resolver los problemas financieros se necesita ser creativo y tener una política de estado que respalde financieramente a las universidades, y estoy hablando de las universidades públicas y privadas. Yo comparto lo que dice el Dr. César Vallejo, eso lo mirábamos en la reunión del lunes en Manizales; en el mundo ya las diferencias empiezan a desaparecer, los recursos públicos van tanto a las universidades públicas como a las privadas por igual y la población en debilidad va a unas y a otras por igual y la calidad está en unas y en otras por igual. Aquí los hegemonismos han desaparecido. El mundo de la educación superior tiende cada vez a ser más plano, y sin recursos tampoco hay gobernabilidad y tampoco hay autonomía.

Este es un tema que yo pienso es supremamente importante, es un tema de actualidad; las universidades públicas están reclamando del Gobierno colombiano un replanteamiento sobre la forma de financiarlas, creo que esto es urgente pues estamos llegando a una situación de límites donde requerimos que el Estado replantee la forma de financiar las universidades como requisito para poder tener gobernabilidad y poder ser autónomos. La autonomía también tiene que ver con dinero. La autonomía tiene que ver también con el respaldo del Estado.

Yo quería solamente manifestar dos o tres ideas que de alguna manera sé que van a ser controversiales porque esto de atacar la visión de que la autonomía solo se mira en los aspectos de los micro poderes es un asunto que de alguna manera incomoda.

Pero la autonomía va mucho más allá de las cuestiones de poder; la autonomía tiene que ser incluyente, tiene que envolver a toda la sociedad. La universidad no les pertenece a los que están adentro, ni a los que tienen matrícula, ni a los que están en la nómina. La universidad es de toda la sociedad y toda la sociedad debe participar en ella, tiene que incidir en ella y esa es la clave de hacer que la universidad sea un verdadero bien público.


Muchas gracias,


Luis Enrique Arango Jiménez
Rector Universidad Tecnológica de Pereira
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