Intervención del Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez realizada el 24 de Abril de 2008 en el Foro Universidad-Empresa-Estado en la ciudad de Medellín.
El Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez, asistirá como ponente al Foro sobre la relación Universidad-Empresa-Estado que se realizará los días 24 y 25 de abril en Medellín.
El evento organizado por la Asociación Colombiana de Universidades ASCUN, el Ministerio de Educación Nacional MEN, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad de Antioquia girará el torno a temas de transformación institucional, formación de gestores tecnológicos, políticas de innovación para fortalecer la relación Universidad-Empresa, organización de redes de gestión tecnológica, propiedad intelectual, el papel de los comités Universidad-Empresa, la innovación, el emprendimiento y la medición e indicadores y los costeo de intangibles.
A continuación se presenta el discurso pronunciado por el Rector.
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FORO UNIVERSIDAD - EMPRESA - ESTADO
Medellín, 24 de Abril de 2008
A propósito de esta ciudad, que ha hecho del tango algo muy particular, voy a contrariar a Gardel cuando afirma en una de sus clásicas melodías, que veinte años no significan nada; ello, puede aplicar para la historia de los individuos, pero definitivamente, no aplica cuando se trata de la historia de un país y menos aún, en tiempos de aceleración de la historia, como los que vivimos.
Perdónenme, utilizar semejante referente para aterrizar en algo que está fuera de discusión: los últimos veinte años han transformado profundamente las universidades colombianas en todos los aspectos, aunque quiero detenerme sólo en aquél que se relaciona con la investigación.
Recordemos que los primeros doctorados en el país apenas se aprueban para la Universidad Nacional de Colombia, hace veinte años y que ello abre el camino para que otras universidades fueran incorporando, de manera gradual, esta modalidad de formación, premisa fundamental para que las actividades científicas puedan surgir y fortalecerse de manera sistemática.
Hemos crecido en este campo, aunque naturalmente no en los volúmenes deseados y sobre todo, este relativo progreso, aunque ha transformado las universidades, sacando a muchas de ellas de su condición de universidades de docencia, acercándolas a una nueva condición de universidades de docencia e investigación, no ha logrado verse aparejado con una influencia real e importante en el sector real de la economía, para producir bienestar y progreso social. Podríamos decir que hemos hecho ciencia para la ciencia o para los investigadores, pero no para la sociedad.
Esto nos ha ocurrido cuando en el mundo, los procesos productivos y sociales han migrado cada vez más hacia escenarios donde el conocimiento científico y tecnológico se vuelven insustituibles para generar valor, y donde la competitividad se hace indispensable para que los países puedan remontar sus índices de crecimiento, y abrirse paso en un mundo cada vez más interdependiente y globalizado.
Hoy en día a las universidades no sólo se les pide profesionales; se espera que ellas impacten la sociedad y la economía, contribuyendo a transformarla.
Las universidades emergen, cada vez con más fuerza, como centros que deben irradiar conocimiento aplicado y transformador.
Este es el panorama que enfrentan las universidades colombianas y su mayor reto es encontrar las claves que nos permitan afrontarlo con éxito.
Solemos disculpar nuestro relativo atraso insistiendo en los errores del pasado, explicamos que la ausencia de una política consistente en materia de ciencia, tecnología e innovación, no ha permitido tener niveles adecuados de inversión en ella, decimos que la sociedad no aprecia el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación como motor de desarrollo y que por consiguiente ni los empresarios, ni los ciudadanos se han preocupado por ellas, arrojándolas a la marginalidad.
Estas carencias, infortunadamente siendo ciertas, no pueden copar todo el espacio en el análisis, so pena de convertirnos en notarios o historiadores de nuestras dificultades, posición muy cómoda para ejercer de opositores pero poco útil. Hay que mirar adelante, apreciar lo que hemos avanzado, así sea poco, y reconocer que atravesamos un período especial de reconciliación con estas temáticas, que existe conciencia creciente en el Gobierno y en la sociedad sobre el papel crucial de la ciencia, la tecnología y la innovación en el progreso nacional, evidenciado en la multitud de iniciativas y programas en curso.
Lo mismo podríamos decir de los Entes territoriales: las gobernaciones y las alcaldías cada vez se involucran más en los temas de ciencia, tecnología e innovación; el papel de Colciencias en la construcción de los llamados Sistemas regionales ha sido muy influyente. Es de destacar lo que ha hecho la Alcaldía de Medellín, y la Gobernación de Antioquia, por ejemplo; aunque hay otros más.
Los planes y programas del Gobierno no cesan en hacer llamados en esta dirección: el Plan de desarrollo vigente; la propuesta Colombia II Centenario 2019; la agenda interna; el consejo Nacional de Competitividad, los Consejos regionales, la política de ciencia, tecnología e innovación en discusión, con propósito de convertirla en documento CONPES; el Proyecto de Ley que cursa en el Congreso; el aumento a los recursos de Colciencias; el fortalecimiento de apoyo a los doctorados o los esfuerzos del Sena en el mismo sentido, para sólo citar unos ejemplos.
Pero quizás, lo más significativo sea la gran disposición de empresarios y universidades, estimulados por el Gobierno para encontrar escenarios de trabajo cooperado que permitan la transferencia de conocimiento deseable.
Si alguna lección hemos aprendido de procesos transformadores en otros países, es la importancia de generar acuerdos y consensos sociales de vasto alcance para impulsar propósitos comunes. Alinear la sociedad a través de sus voceros en la búsqueda de objetivos compartidos, debe volverse un propósito de Estado; los intereses contingentes, de la inevitable contradicción gobierno- oposición, deben hacerse a un lado si queremos la prosperidad del país.
Es en este marco que se produce el evento que nos convoca, promovido por ASCUN y el Ministerio de Educación Nacional, como tributario al caudal de actividades que deben converger en la participación del país en la Conferencia regional de educación Superior CRES que tendrá lugar en Cartagena de Indias el próximo mes de junio, como preludio a la conferencia mundial de Unesco.
Tendremos oportunidad de escuchar al profesor Mexicano José Luís Soleiro, destacado Investigador de la relación Universidad Empresa estado, para conocer desde el ángulo Internacional, de manera comparada, la evolución de esta relación, sus modalidades, su institucionalidad, los roles de sus actores, los esquemas de financiación, etc.
También conoceremos experiencias y puntos de vista de expertos Nacionales que darán cuenta de la situaron Nacional, de las lecciones aprendidas y de nuestras perspectivas.
Pese a nuestro atraso relativo, insisto en ello, porque no basta con mejorar con respecto a nosotros mismos, se están haciendo algunas cosas importantes en términos de la relación Universidad-Empresa-Estado en el país, que merecen difundirse, apoyarse y replicarse hasta donde sea posible.
En particular, los comités Universidad-Empresa-Estado que se han venido instalando en las regiones se convierten en una promesa para avanzar en la perspectiva de una real interacción con el sector productivo, donde la universidad y los empresarios encuentren el eslabón perdido.
El Comité de Antioquia, con la Universidad de Antioquia a la cabeza, ha sido el pionero y de él hay mucho que aprender. De hecho, los demás comités como el de Bogotá Región, el de los Santanderes, y el del Valle del Cauca, han bebido de su experiencia.
Lo mismo puede decirse, de aquellos que dan los primeros pasos como el comité del Eje Cafetero, que le corresponde jurisdiccionalmente a la Universidad Tecnológica de Pereira, y los de la Costa Caribe, el Tolima y el de Nariño-Cauca.
¿Cómo propiciar un lugar de encuentro entre empresarios e investigadores que a través de una metodología adecuada permita el surgimiento de acuerdos y apuestas en conjunto?
¿Cómo generar la confianza en el sector empresarial, y viceversa, para que surjan las sinergias que provoquen el emprendimiento y la innovación? Estos son parte de los retos que asume el sistema universitario en conjunto con el empresariado y el Gobierno.
¿Cómo encontrar mancomunadamente los recursos y los proyectos que deriven en innovaciones y desarrollos que alimenten el entramado económico colombiano en términos competitivos?
He ahí, las preguntas que agitan a la sociedad colombiana y al Gobierno y sobre las cuales se vienen produciendo avances importantes, dignos de mostrarse, como ocurrirá durante este evento.
Los antioqueños por ejemplo, nos sorprenden a diario con su audacia; no acaban de fundar a Tecnova, una corporación sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es asesorar el emprendimiento y la innovación desde todos los ángulos, cuando nos informan de la decisión del Grupo Empresarial Antioqueño de constituir un fondo de capital de riesgo por 10.000 millones de pesos.
Estas señales, reveladoras del buen momento que vive Antioquia en su relación Universidad-Empresa-Estado deben actuar como estímulo y ejemplo para lo que estamos haciendo en las regiones.
Quiero además, subrayar el carácter regional del espacio en que se deben construir estas relaciones, pues no tiene ningún sentido encarar esta demanda del desarrollo y la competitividad con visiones recortadas que colocan las divisiones político-administrativas por encima de las realidades económicas y académicas de las regiones. Sobre todo, de las potencialidades inherentes, que no están supeditadas a ninguna autoridad o jurisdicción, sino que existen por si mismas.
Mejorar el posicionamiento en la competitividad en la escala departamental, pasa además por generar acciones en la escala regional, la emulación intra-regional debe tramitarse en la competencia por integrar la región y en ningún caso, en desmembrarla. Es mejor ser cola de león y no cabeza de ratón.
Por supuesto, debemos trabajar en la construcción de redes. Los esfuerzos individuales no permiten avanzar con la celeridad que se requiere: debemos construirlas y potenciarlas. Las regiones por su tamaño, están obligadas a trabajar cooperadamente. Hay que consolidar la interdisciplinariedad y la interinstitucionalidad como modo de trabajo: las redes temáticas, las redes de Instituciones, las redes de redes, se vuelven un imperativo categórico.
En la búsqueda de nuevos recursos y fuentes de financiación, debemos aprender a utilizar los incentivos tributarios existentes. Hoy en día no solamente existe la vía de la calificación de los proyectos como de ciencia, tecnología o innovación, también son posibles las donaciones directas a las universidades, las que pueden ser complementadas con servicios a los empresarios que las hagan más atractivas.
En este sentido, superar el concepto de receptor pasivo puede abrir un nuevo espacio para estimular el crecimiento de las donaciones.
Es una buena idea la de promover los fondos regionales de investigación, ojalá basados en la solución de problemas regionales y privilegiando las alianzas interinstitucionales que estimulen la asociatividad y la interdisciplinariedad.
Hay que buscar siempre el beneficio para los empresarios a partir de su relación con la universidad. La innovación hay que llevarla al terreno de la misma Gestión Tecnológica.
Según está previsto en la agenda de este evento, debemos estudiar y apropiar conocimiento en propiedad intelectual, patentes y vigilancia tecnológica.
Los estudios de oferta y demanda de servicios tecnológicos o su actualización son un insumo indispensable para acometer la tarea; algo similar podría decirse de la caracterización del recurso humano disponible en ciencia y tecnología.
Las ferias de ciencia y tecnología con el enfoque de ruedas de negocio son una excelente estrategia de acuerdo a los antecedentes de Antioquia.
Buscando la sostenibilidad del proceso, el patrocinio a jóvenes investigadores y a los semilleros de investigación podría también orientarse hacia la actividad innovadora de la mano de las empresas.
Las universidades están conminadas a revisar la concepción tradicional de su relación con la sociedad.
La relación con el medio, hay que entenderla de manera renovada, con nuevas formas y contenidos; hay que abrirle paso a una relación más profunda que reconceptúe el papel de la Universidad desde los impactos que ella causa en la sociedad, buscando que su accionar produzca las transformaciones que consoliden el progreso humano en términos de sostenibilidad y equidad.
Semejante tarea implica conmocionar el pensamiento prevaleciente en las universidades para ambientar los cambios e innovaciones que sean necesarias. Por fortuna los vientos son propicios para adelantar la tarea, y además vamos teniendo la madurez para hablar y actuar sobre estas cosas que hace veinte años hubieran sido impensables.
En nombre del MEN y de ASCUN agradezco la asistencia y participación de todos ustedes.
Muchas gracias,
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector Universidad Tecnológica de Pereira