(Tomado de Mineducación)
Como un ejercicio que integra y conduce a la búsqueda continua de la calidad definen las universidades de Antioquia, Eafit, del Norte y Javeriana la Acreditación Institucional. Un diálogo con las cuatro primeras instituciones acreditadas nos ilustra el proceso.
Además de un gran revuelo al interior de la institución y extenuantes jornadas de trabajo, el proceso de Acreditación Institucional trae consigo valiosas compensaciones que reconocen quienes lo viven. Hasta el momento, cuatro universidades pueden dar fe del mismo y su testimonio es coincidente: esta certificación de excelencia que empezó a regir desde el 2000 representa una garantía de calidad ante la sociedad, pero también despierta la necesidad de implementar metodologías de evaluación continua.
En alguna medida, las apreciaciones de Kary Cabrera, directora de Proyectos Académicos de la Universidad del Norte, resumen un sentimiento común: “La acreditación es un ejercicio integrador que conduce a un mayor conocimiento y una apropiación del proyecto educativo, la compilación de datos y la socialización de resultados da coherencia a las actividades que se realizan día a día, y ese diálogo academia–administración propicia un entendimiento frente a las actividades del otro y, lo más importante, clarifica que la prioridad es el desarrollo académico”.
Efectivamente, la utilización de mecanismos de participación, en el desarrollo de la autoevaluación, es una de las principales ganancias del proceso, una experiencia poco frecuente o inexistente en la mayoría de instituciones, pero que en el caso de las universidades del Norte y Antioquia se viene practicando desde 1994: la Universidad del Norte había sometido programas de ingeniería a la evaluación de una firma norteamericana y la de Antioquia había creado el Comité Central de Autoevaluación, que se encarga de velar por la calidad de los programas y diseñar procesos y procedimientos para su evaluación.
Esta cultura de autoevaluación ha hecho que la Universidad de Antioquia sea una de las instituciones del país más activa en la implementación de la acreditación: 33 programas a la fecha, algunos reacreditados y otros en proceso de evaluación. “No entendemos la acreditación como un fin, sino como un medio que nos permite el conocimiento y el mejoramiento continuo de los programas y de los procesos”, anota Guillermo Londoño, vicerrector de Docencia.
Para hacer sostenible en el tiempo la autoevaluación y los planes de mejoramiento que ella trae consigo, esta universidad creó un fondo patrimonial, cuyo capital acumulativo es de 7.000 millones de pesos, de los cuales el Consejo Superior autoriza gastar el 40% de los rendimientos financieros.
“No entendemos la acreditación como un fin, sino como un medio que nos permite el conocimiento y el mejoramiento continuo de los programas y de los procesos”
Un referente de calidad
En el esfuerzo de revisión, las instituciones encontraron también su propia historia, un poco perdida o dispersa. En el caso de la Universidad de Antioquia se afianzó una cultura que favorece el acervo documental, y en esta labor de recoger y sistematizar datos, señala Jairo Cifuentes, vicerrector académico de la Universidad Javeriana, también se crearon y fortalecieron sistemas de información.
En el caso de la Universidad Javeriana, Jairo Cifuentes recuerda que surgieron interrogantes sobre la conveniencia o no del proceso de Acreditación: ¿que podía significar para una universidad reconocida socialmente como la que él representa? Una de las conclusiones que saca hoy la institución es que con la Acreditación la sociedad empieza a tener un referente objetivo de la calidad. Al interior de la institución, el proceso permitió, por primera vez, a pesar de esfuerzos hechos años atrás, la participación activa de estudiantes e inclusive hacer evaluaciones a los académicos, a veces “reacios a las mismas, siendo ellos evaluadores”.
La Acreditación, hacen ver las directivas de la Universidad Eafit de Medellín, “cobija también actividades de investigación, como fruto de las iniciativas e inquietudes académicas de los docentes”. Eafit señala que la Acreditación le exige hoy un serio compromiso: “mantener vigentes nuestras políticas, programas y prácticas de calidad”.
Es importante la Acreditación, las líneas de mejoramiento que de ella surgen y los planes de cambio, señala el profesor Cifuentes, “pero lo más importante es la forma como ayuda a entender que la calidad: es una responsabilidad ética, no de quien llega primero sino de quien llega bien”.