Mensaje enviado por Luisa Fernanda Arenas, estudiante de la UTP.



Directivas afirman que hay un 'conflicto de normas'Estudiantes dicen que en UTP no cabe ni uno más

Falta de espacio en los salones, en los laboratorios, en las salas de cómputo y hasta en la cafetería, es el argumento de los estudiantes de la Universidad Tecnológica para denunciar que allí existe hacinamiento.

La discusión se dio en medio de las medidas sobre uso del espacio público y uso inadecuado de los bienes de la universidad, que actualmente estudia el Consejo Académico y en donde se dice que los estudiantes que tienen ventas ambulantes son parte fundamental del problema.

Según la universidad, cerca de 250 estudiantes se dedican a vender en los corredores, en los salones y en las cafeterías, lo que indica que los espacios no se están utilizando para lo que fueron diseñados.

Por su parte, los estudiantes alegan que más que las ventas, el problema radica en que la población se ha incrementado en un 180% en los últimos años al pasar de 4.400 estudiantes en 2002 a 12 mil en 2007 mientras que el presupuesto sólo se incrementó un 27%.

Pedro Fernando Cruz, representante estudiantil ante el Consejo Académico, sostiene que los estudiantes no están en contra de la ampliación de cobertura pero que ésta se haga con más espacios y recursos y no con la prohibición de las ventas.



"Por el derecho a la educación"

Eduar Jaime L. es un estudiante de Ingeniería Mecánica que a punta de vender minutos de celular y platanitos fritos completa el dinero para pagar los servicios públicos, pues viene desde Ibagué y vive solo en Pereira.

Algo similar le ocurre a Sharon S. quien vende ropa interior y adornos para dama, dinero con el cual costea los pasajes y en algunas ocasiones el almuerzo.

Este panorama le da pie a Pedro Fernando Cruz, para afirmar que quienes recurren a las ventas lo hacen para poder sostenerse en la universidad, es decir “son las ventas por el derecho a la educación”, dice.



Vieja discusión

Sin embargo, la discusión sobre aprobar o prohibir las ventas en la U es de vieja data. En el 2004, la Universidad expidió una resolución para prohibir las ventas ambulantes sin previa autorización de Bienestar Universitario, pero muchos estudiantes consideran que el análisis hecho por esta dependencia no mide las necesidades de quienes buscan esta alternativa.

Por ejemplo, dicen que lo que se mide es si se tiene un televisor, una nevera o una casa con piso en baldosa para determinar si necesita vender o no, igual ocurre para acceder a los programas de bonos alimenticios o de fotocopias.

“Esa parece una encuesta de estratificación, para clasificar necesita casi que vivir bajo un puente”, sostiene una estudiante.

No obstante, el vicerrector administrativo, Fernando Noreña sostiene que el programa de bonos, alterno a la resolución, ha tenido buenos resultados, pues sólo en el 2006 se beneficiaron 276 estudiantes con bono de matrícula, 815 estudiantes con monitorias académicas, 3.016 estudiantes beneficiados con el descuento por votaciones y 763 con matrículas de honor.

Aún así la discusión sigue siendo el espacio para los estudiantes, por eso la propuesta es que se derogue el acuerdo 016 de 2004 y que la llegada de nuevos estudiantes sea acorde con la infraestructura y la dotación de las aulas de clase y los laboratorios.



“Es reacción a la aplicación de la norma”

Ante las denuncias de los estudiantes, Fernando Noreña, vicerrector administrativo de la UTP, señaló que lo que está sucediendo es una reacción a la aplicación de las normas de la Universidad.

Frente al tema de falta de espacio, explicó que la universidad tiene una disponibilidad de aulas de un 30%, aunque sostiene que son conscientes que una cosa es tal disponibilidad y otra el horario de las clases, pues si todos quieren a las 7:00 a.m. no hay espacio para tanta gente.

Sobre los espacios públicos, el Vicerrector Administrativo indicó que la situación redunda en que los estudiantes con ventas ‘se apoderaron’ de las cafeterías que son espacios concesionados, a pesar de que éstas están prohibidas, lo que se suma al desarrollo de actividades en espacios que no son para tal fin, como por ejemplo sentarse a estudiar en la cafetería o jugar en la biblioteca, lo que de alguna manera ‘forma el trancón’.

“Desde el Consejo Académico lo que se dice es que se debe cumplir con la norma que dice que ningún estudiante puede hacer ventas sin la autorización de bienestar... pero si quieren cambiar la norma pueden presentar la iniciativa y acatar lo que se decida”, sostuvo Noreña.




Información tomada de: http://www.latarde.com/2007/11/30/per3.htm