Intervención del Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez en la ceremonia de entrega de la Certificación de calidad bajo las Normas ISO 9001:2000 y NTC GP 1000:2004 realizada el jueves 21 de junio de 2007.
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También puede visualizar el discurso en archivo PDF en el siguiente link
http://www.utp.edu.co/comutp/archivos/documentos/16552Discurso.pdf
DISCURSO CERTIFICACIÓN ISO 9001:2000 Y NTC GP 1000:2004
Jueves, 21 de junio de 2007
Estimados amigos:
Cuando se asume la responsabilidad de administrar una Universidad, hay que estar preparado para enfrentar grandes desafíos. No es esta propiamente la clase de organizaciones que pueden prosperar congraciándose con el statu quo.
No obstante que el mundo de la academia tiene la fama de ser profundamente reactivo a todo lo nuevo, y prefiere recostarse en las tradiciones, las externalidades en medio de las cuales debemos movernos, obligan a actuar con una gran capacidad de acomodamiento, so pena de perder vigencia y salir pobremente librados a la hora de los balances sociales.
Tal vez, en estas horas de cambio hay que aprender de las leyes de la biología, en este caso de la adaptación, como moderador de la evolución; las organizaciones, al fin y al cabo, creaciones humanas, se comportan como tal. No es de extrañar; la naturaleza es el mejor de los maestros.
Esta Universidad, por fortuna, ha querido descifrar nuevas claves para su desarrollo y en forma decidida, asume las transformaciones necesarias para avanzar a través de las nuevas condiciones en el cumplimiento de su tarea.
Quisiéramos que las condiciones fueran distintas, luchamos porque sean distintas, pero debemos atender a las realidades de manera pragmática; en esto consiste nuestro relativo éxito, si así puede calificarse lo que estamos haciendo.
Hay cuatro importantes temas que nos desvelan últimamente y que requieren de grandes esfuerzos: la deserción estudiantil, el papel de la Universidad en el sistema regional de ciencia, tecnología e innovación, los nuevos enfoques para aumentar la cobertura con calidad y la generación de recursos propios.
En estos cuatro retos, se están concentrando gran parte de nuestras energías y quisiera en esta ocasión hacer una breve reseña sobre cada uno:
La deserción estudiantil, es un fenómeno universal de gran complejidad, que algunos de manera ligera explican como un proceso de selección natural, pero que para nosotros es una plaga que frustra la esperanza de muchos colombianos, que por diversas razones deben abandonar los estudios y que de ninguna forma, la Universidad y la sociedad puede contemplar como un fenómeno deseable.
Con este punto de vista, hemos resuelto enfrentar la deserción de manera integral, contando con el concurso de toda la Universidad, apelando a lo desconocido, pues es un tema poco estudiado para nuestras condiciones y donde se requiere de gran ingenio, además de persistencia, para lograr avances.
Es paradójico, pero en la medida que hemos aumentado la cobertura, más se ha acrecentado el problema, como si la educación superior estuviera negada para los sectores más débiles de nuestra sociedad. Pues no le haremos el juego a esta lógica infame y estamos poniéndole el pecho con todo nuestro empeño a este fenómeno que le cierra las puertas al crecimiento y a la equidad.
No es un problema exclusivo de las Universidades, es un asunto que compromete a toda la sociedad, al Estado Central, al Estado territorial, a los empresarios, a la sociedad civil, a las familias, en fin, a todos. Todos tenemos algo que poner a favor de esta lucha.
Un segundo tema, la ciencia, la tecnología y la innovación, actividades que en la era del conocimiento son insoslayables, fundamentales para el desarrollo económico y social, deben tener un contenido específico en nuestras universidades. No basta con hacer declaraciones y llamamientos abstractos en estas materias, lo poco que hacemos, debe repercutir en el llamado medio social propiciando transformaciones.
Tenemos una gran responsabilidad en la construcción del Sistema Regional de Ciencia, Tecnología e Innovación, es por ello que hemos respaldado no solamente la actividad investigativa como tal, sino los ajustes organizativos para ir construyendo las capacidades que nos permitan hacer una verdadera transferencia de conocimiento a la sociedad.
La llamada apropiación por la sociedad de esta temática, constituye uno de los pilares fundamentales; a ello, contribuyen los programas que respaldamos, como Ondas de Colciencias y Pequeños científicos con la Universidad de los Andes y los Semilleros de investigación, que han venido creciendo de manera notable.
A este mismo propósito responde el compromiso que hemos asumido con las prácticas empresariales, con los procesos de formación en empresarismo y de incubación empresarial como Parquesoft y la Incubadora de empresas de base tecnológica.
La formación de alto nivel es fundamental, no sólo la que hacemos a través de nuestras ofertas de postgrado, sino la que propiciamos enviando a nuestros funcionarios a otras instituciones nacionales y extranjeras. En este sentido, hay que hacer más y alcanzar otros sectores para los que ha estado negada esta posibilidad. Hay que promover los jóvenes talentos con políticas específicas para que en forma temprana los iniciemos en los menesteres de la investigación; la Universidad tiene que concebir propuestas que apunten al relevo generacional de sus docentes fomentando el talento juvenil.
Hay que trabajar las propuestas en red que potencien nuestras capacidades para hacer ofertas de alto nivel, para ello, debemos aprovechar la integración académica que estimulamos a través de Alma Mater y de otras redes.
La transferencia de conocimiento y la construcción de región, excede las fronteras de lo departamental; son acciones y propuestas que cobran sentido en los espacios regionales.
Próximamente, estaremos abriendo la primera convocatoria del fondo de investigaciones regionales de Alma Mater, alimentado en un comienzo por recursos de las universidades y de la propia Red, pero que busca fortalecerse con otras fuentes, concebido para estimular la investigación sobre temas regionales, privilegiando la asociatividad de los grupos de investigación en esfuerzos interinstitucionales.
Definitivamente hay que propender por más recursos para ciencia, tecnología e innovación.
El tercer foco de atención, la cobertura con calidad, debe partir de reconocer la política del Estado de subsidiar la demanda y no la oferta, política coincidente con las tendencias mundiales que apuntan en la misma dirección. Hay que buscar el crecimiento aceptando esta realidad, sin que ello signifique renunciar a la creencia de que el Estado debe entregarle nuevos recursos a las universidades estatales; más bien, significa crecer en medio de las dificultades y encontrar soluciones alternativas mientras las condiciones se modifican, manteniendo siempre la iniciativa.
A esto, que pudiéramos llamar estrategias de crecimiento de acuerdo a las nuevas reglas del juego, responden por ejemplo las jornadas especiales donde ofrecemos cuatro programas de ingeniería orientados a la población que labora, con matrículas diferenciales que nos permitan sufragar los sobrecostos.
Hoy tenemos un millar de estudiantes formándose para progresar en su vida laboral, con ofertas de calidad y a costos razonables.
A ello, responden los programas que estamos abriendo en alianza con otras instituciones, bajo nuestro registro y responsabilidad académica, como el programa en San Andrés Islas y otros que tenemos en curso; además de nuestra presencia en los Centro Regionales de Educación Superior CERES que atienden a un esquema similar.
A ello, responden las especialidades médicas que abriremos, mediante alianzas con escenarios de práctica públicos y privados en condiciones de autosostenimiento.
También, hace parte de esta estrategia el incursionar en la formación técnica, atendiendo a la convocatoria del Estado, no para abandonar nuestros naturales modelos de formación, sino para abrir espacio a otros conceptos que la sociedad reclama y la política oficial fomenta.
De gran interés para nosotros, fue el resultado del estudio hecho desde la Oficina de Planeación de la Universidad, con estudiantes de grados 10 y 11 de los colegios de Pereira y Dosquebradas, al concluir que más del 50% de estos jóvenes querían programas técnicos y tecnológicos. No me asombra este resultado cuando sabemos que más del 50% de la población está clasificada en los niveles de Sisben 1 y 2, pero adquiere relevancia, cuando advertimos que el sector empresarial, los expertos y el mismo Gobierno, reclaman formar recurso humano en el nivel técnico y tecnológico como premisa para el desarrollo.
La autonomía universitaria también se puede usar para generar pilotos y experiencias en el campo de la formación técnica y tecnológica; el amor por lo que tenemos y nuestros puntos de vista, no nos pueden llevar al desprecio por otras formas de acceder al conocimiento. Las universidades fuertes y consolidadas deben aportar a atender este déficit nacional.
Hemos aceptado trabajar la formación por ciclos secuenciales a partir de la técnica, en un programa de Ingeniería Mecatrónica que esperamos nos deje mucho aprendizaje al respecto. Ya la Universidad ha venido incorporando esta modalidad de manera indirecta desde el nivel tecnológico a través de los ciclos de profesionalización.
Pretendemos vincular al programa de Técnico en Mecatrónica, especialmente a jóvenes de escasos recursos, correspondientes a hogares Sisben 1 y 2, a quienes el Icetex les financiará a largo plazo el 100% del valor de la matrícula y les entregará un subsidio de sostenimiento de $500.000 semestrales durante sus cuatro semestres de estudios. Tendrán siete años de plazo para el pago del crédito contraído durante los dos años de estudios.
La programación de las clases se hará de tal forma que puedan laborar medio tiempo; ojalá en empresas que tengan actividades relacionadas con sus estudios. Los egresados tendrán la opción de salir al mercado laboral o continuar avanzando en la formación cuando las condiciones se lo permitan.
Estamos trabajando para un futuro mediato, la articulación con algunos colegios de educación media técnica que cumplan requisitos.
Llegar a los más altos niveles de la educación formal, incluso la doctoral, no tiene porque tener sólo una vía.
La Educación Superior en el mundo, está sujeta a grandes transformaciones que apuntan hacia la convergencia de los sistemas a través de una gran flexibilidad.
Están surgiendo las dobles titulaciones o titulaciones conjuntas, a través de asociaciones de universidades y acuerdos de la más variada naturaleza:
Currículos integrales compartidos donde dos o más universidades se ponen de acuerdo en el currículo de un año o varios años, o en un currículo entero.
Currículos coordinados: la doble titulación es el resultado de un programa coordinado; dos o más universidades se ponen de acuerdo para que en último año cada universidad se especialice en un área diferente.
Currículos Consecutivos donde los estudiantes estudian dos años en una Universidad y los otros en otra u otras, incluso en idiomas diferentes.
Los idiomas, además de un pasaporte a la internacionalización, son un factor diferenciador de gran valor para los empleadores. Lo que hemos hecho en la Universidad Tecnológica de Pereira es importante, todos nuestros egresados tienen un cierto nivel de suficiencia en inglés y de manera gradual quienes ingresaron a partir de este año, tendrán que responder por un nivel de exigencia creciente, hasta llegar al equivalente de 16 cursos de 40 horas cada uno para el nivel profesional. Un estándar que muy pocas instituciones del lado estatal han logrado.
Pienso, que con un esfuerzo adicional para aquellos que lo deseen, quizás con ocho cursos adicionales, podemos ofrecerles a nuestros estudiantes una titulación que los certifique efectivamente como bilingües.
El último foco de atención especial, está relacionado con la generación de recursos propios para aplicar a las responsabilidades misionales, incluida la responsabilidad social que debemos asumir cada día con mayor énfasis. Hemos crecido mucho la facturación a través de la llamada extensión, pero estos recursos aunque cumplen una función esencial a nivel de la sociedad, sólo dejan un pequeño margen para invertir en las actividades propias de la Universidad. Esto, a veces no se comprende cabalmente y algunos asocian la venta de servicios con recursos nuevos de libre destinación.
Creemos que en el campo de las donaciones, apoyadas en los incentivos tributarios de la legislación colombiana, podemos encontrar algunos recursos importantes, tanto para ciencia y tecnología como para formación.
La Universidad Tecnológica de Pereira acaba de inaugurar un sistema de invitaciones a los bancos para propiciar la competencia entre ellos y escoger los servicios que ellos prestan a quienes mejores beneficios nos reporten.
Continuamos esperando que haya condiciones propicias para restablecer el funcionamiento de la estampilla de la Universidad Tecnológica, malograda por un fallo judicial inexplicable, pero que admite ser reestablecida en cuanto a generar reales ingresos, gravando otras actividades por parte de la Asamblea Departamental y los Concejos Municipales de Risaralda. La estampilla tiene vigencia legal hasta el 2018 y podría recaudar hasta 87.959 millones.
Tenemos que desarrollar ingenio y creatividad para buscar nuevos recursos.
Hay que apelar a la solidaridad, único antídoto de verdad para intervenir nuestras dolencias. Somos insolidarios crónicos, da envidia saber cómo los egresados de las universidades americanas devuelven cuantiosos recursos, a través de donaciones, a las universidades donde se formaron. En el MIT, los fondos de donaciones responden por el 40% del presupuesto anual de funcionamiento. Contrastan estos modelos con la reactividad que ha provocado la propuesta de los Rectores de ASCUN, de llamar a los egresados de las universidades públicas, que recibieron subsidio, y que tienen ingresos apreciables, a pagar una tasa para alimentar un fondo de solidaridad.
Si la educación superior se volvió condicionante para el desarrollo, toda la sociedad debe concurrir a ella.
He resaltado cuatro objetivos gruesos que son centrales para la administración, pero que no desplazan ni desvirtúan los demás.
Pero, para alcanzarlos con éxito se requiere una universidad comprometida, de calidad, que busque la excelencia y ello va más allá de un catálogo de buenas intenciones: hablar de la calidad en una institución de educación superior en el siglo XXI, tiene un contenido diametralmente diferente a lo que ocurría en el pasado.
Antes, la calidad era un atributo intangible, que se predicaba, que no era mesurable y mucho menos certificable.
Cada institución se creía estar entre las mejores y cualquier intento de examinar los procesos y los resultados, chocaba frontalmente con las opiniones, siempre bien argumentadas de los académicos, que lo consideraban una intromisión indebida que violaba la autonomía.
A esto, ayudaba una pobre situación de los sistemas de información, tanto de las instituciones como de los organismos del Estado, que facilitaban esta especie de impunidad sistémica.
Esta postura, permitió esconder muchas ineficiencias y muchas veces fue fuente de grandes discusiones ideológicas que asimilaban la medición como el interés de llevar la educación a sintonizarse con intereses privados, más afectos a la ganancia por la ganancia, que al conocimiento. Se llegó incluso a decir que existía la pretensión de volver fábricas a las universidades, esclavas del eficientismo, que iba en contravía, según los contradictores, a la razón de ser del conocimiento que no puede ser afecta a los dictados de la racionalidad instrumental.
Hoy, rememorar estos debates parece cosa de un pasado remoto. Las universidades han evolucionado y asimilado nuevas realidades que nos obligan a ser consistentes y coherentes con lo que hacemos.
El surgimiento por mandato de la Ley 30 del Sistema Nacional de Calidad con el Consejo Nacional de Acreditación a la cabeza, empezó a cambiar las cosas de una manera acelerada.
La acreditación de calidad del sistema de acreditación colombiano, a pesar de ser voluntario, se está convirtiendo en presea deseable por todos, bien sea para el caso de los programas académicos como para la institución en su conjunto.
Las condiciones mínimas para otorgar los registros calificados de los programas, implican el cumplimiento de unos parámetros y características verificadas in situ por pares académicos calificados.
Los ECAES, las pruebas de Estado para la Educación Superior, progresan a paso firme convirtiéndose en elementos cada día más difíciles de desconocer como referentes de calidad; podrá todavía alegarse que las pruebas no fueron bien elaboradas, que dejan por fuera los énfasis propios de cada institución, pero en suma existen, hay que preocuparse por ellas y cada vez serán más precisas y más importantes.
Lo mismo puede decirse de la investigación, tener grupos de investigación reconocidos por Colciencias, es un atributo indispensable, aceptado por la comunidad y que actúa como baremo de la calidad. No aparecer o aparecer con poca representación en los listados de Colciencias es una categoría en la que nadie quiere estar.
Han aparecido los rankings para las Universidades; una novedad sólo reservada al mundo empresarial o de los medios de comunicación. Los rankings de las universidades se construyen sin consultar a nadie, conmocionan el mundo académico y empiezan a ser factores de diferenciación que a la larga inciden en las instituciones y en su devenir.
Hace poco, ha aparecido un ranking que mide las universidades desde su presencia en la web; ya el conocimiento no se concibe en secreto y la circulación de información por internet desnuda la realidad de las universidades.
Los académicos se comunican por la red y las citaciones y visitas a los archivos y las páginas son un índice de fortaleza académica. Los motores de búsqueda y los criterios de organizaciones independientes se encargan de hacer la tarea sin pedir permiso.
Ni para que hablar del Ranking de Shangai asociado especialmente a Universidades de investigación.
Podemos decir en consecuencia, que a las instituciones de educación superior las está midiendo la sociedad, con el consentimiento o sin el consentimiento de ellas, la tecnología, la conectividad y la globalización son implacables.
Todo ello, para concluir que las políticas de calidad no son una excentricidad, sino una necesidad para mantenerse vigente y ser competitivo; quien no se inserte en las políticas de calidad de manera franca, corre el riesgo de relegarse en su marcha. Ya no basta con ser bueno con respecto así mismo, hay que demostrarlo ante terceros y la sociedad tiene como informarse y juzgar.
Ya no vamos a poder vendernos a la ciega, apoyados en los viejos laureles; los ciudadanos van a exigirnos resultados y ellos encuentran visibilidad en las certificaciones, en los sistemas de información, en el internet y en los galardones de calidad.
Esta reflexión que estoy haciendo, está lejos de ser sólo patrimonio de las actividades académicas; el tema de la calidad certificada tiene una mayor complejidad y proviene de la globalización del comercio y del conocimiento, y se haya muy emparentada con lo que se denomina competitividad.
En la Universidad por fortuna, hemos comprendido tempranamente esta nueva lógica de las actividades humanas y por ello nos hemos involucrado con ahínco en las acreditaciones y en las certificaciones de calidad.
Hagamos un resumen de lo logrado hasta la fecha:
Contamos con nueve programas académicos acreditados como de alta calidad por el Sistema Nacional de Acreditación CNA, y los demás, que han cumplido condiciones están en proceso; tenemos dos laboratorios de prueba y ensayo acreditados con la norma ISO 17025 y los demás en proceso; tenemos un laboratorio de metrología para variables eléctricas igualmente acreditado con la misma norma. Hemos acreditado con la Norma ISO 065 un Organismo Certificador de Producto que inicialmente está certificando café verde de exportación, pero que aspiramos a que se convierta en punta de lanza para la competitividad de nuestro empresariado, especialmente en el sector agroindustrial.
Hemos logrado obtener el máximo galardón que en términos de calidad otorga el Estado Colombiano a una institución de educación superior: La Acreditación Institucional. Beneficio y reconocimiento que sólo tienen doce universidades en Colombia, cuatro de ellas públicas, y que confirman nuestro liderazgo en el campo de la calidad.
Tenemos una oferta académica de postgrado en Gestión de Calidad y Normalización Técnica, desde donde difundimos conocimiento sobre el tema y prestamos servicios de asesoría para los procesos de calidad.
Últimamente estamos asesorando instituciones educativas para que logren certificaciones de calidad.
Para cerrar este itinerario de logros y esfuerzos hacia la calidad, hoy recibimos para veinte procesos administrativos la Certificación de Gestión ISO 9001:2000; una certificación que premia una tarea asumida con entusiasmo y dedicación por centenares de personas del área administrativa que hoy disfrutan de este evento con la satisfacción del deber cumplido.
Pero, a falta de una certificación de gestión, hoy recibimos dos. Bureau Veritas, también da fe de que estamos cumpliendo con la Norma NTC GP 1000:2004, la norma técnica colombiana para la gestión pública, un requisito legal que cumplimos por anticipado.
Las faenas siempre tienen liderazgos de carne y hueso y en este caso, hay que reivindicar el papel cumplido por el Vicerrector Administrativo, Dr. Fernando Noreña Jaramillo y el de su equipo de colaboradores; en particular la Jefe de calidad, Dra. Luz Dary Osorio Quintero y el equipo operativo de gestión de la calidad conformado por: Diana Milena Aristizábal Agudelo, Adriana Soto Botero, Gloria Lucía López Velásquez, María Eugenia Ramírez Carvajal, Diana Paola Ospina Botero y Juan Carlos Trejos Hernández.
No fue una asignación de responsabilidades lo que produjo los resultados que hoy festejamos, fue una complicidad total de unos y otros por hacer el trabajo con arrojo, entregando todo su esfuerzo; viviendo cada momento.
Su persistencia, su paciencia, fueron logrando que todos nos fuéramos incorporando y haciendo propios los requisitos de la norma en los procesos correspondientes. Aún recuerdo como nos ponían a volar en las auditorias previas a la visita de los evaluadores.
Para el Rector, quien lidera la Institución por mandato legal y por gracia de la vida, es muy emocionante ver coronados hoy los esfuerzos desplegados por este grupo de comprometidos servidores que hoy se sienten orgullosos de lo realizado, pero concientes también de la tarea por venir.
Sé además, que interpreto el sentir de los señores miembros del Consejo Superior que no han podido asistir a esta ceremonia cuando hablo en nombre de la Universidad.
Todo tiene su recompensa; hoy ustedes y nosotros, disfrutamos con alegría el haber conquistado la meta anhelada sin olvidar que la calidad es un proceso continuo inacabado, cada vez más exigente y que está lejos de ser un diploma para colgar en la pared.
No podemos olvidar que los procesos que certificamos soportan servicios a los clientes y sólo en la medida que ellos nos certifiquen, en la práctica se valida nuestro esfuerzo.
Los indicadores construidos y en construcción no pueden abandonar esta suprema lógica.
Recordemos que como Universidad estamos obligados a formar profesionales idóneos, responsables, éticos, que participen y que ayuden a construir sociedad.
Recordemos que debemos apoyar los procesos de investigación para que ella crezca y dé solución a los problemas de la sociedad procurando bienestar.
Recordemos que la Universidad debe iluminar los caminos de la sociedad, siendo punto de encuentro, remanso para la equidad y la convivencia.
Agradecimientos a todos y todas ustedes y felicitaciones.
Lo logramos.
Muchas gracias,
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector