El Dr. Oscar Arango Gaviria hace un reconocimiento a su hermana, Dra. Sary Arango, fallecida recientemente.



VIDA, MUERTE Y VIDA DE SARY, NUESTRA HERMANA
Oscar Arango Gaviria

Sary, hermana nuestra:

Tu recorrido por la vida nos confirma que hay gente buena, generosa y solidaria.

Tu tránsito por este mundo ratifica que existen las personas benefactoras de la humanidad, es decir, quienes saben utilizar su talento y sus conocimientos para brindarle felicidad y paz a los seres humanos.

Tu paso entre nosotros prueba la necesidad de evaluar nuestras acciones y rectificar con perseverancia, asegurando el orden de nuestras obras y preparando el camino para los que vendrán.

Todos tus años estuvieron acompañados de ejemplares luchas por la superación personal. Nada en tu vida dejó de estar permeado por el coraje, la decisión y la firmeza. Alguien me llamó ayer para describirte como una ejemplar guerrera. Estoy de acuerdo.

En tu formación profesional descubrimos la mujer capaz de aproximarse a la verdad, costare lo que costare. Contigo aprendimos a derrumbar mitos y prejuicios. A llenar de seres humanos todas las hipótesis.

Con tu metodología del aprender haciendo y sirviendo, irrigaste solidaridad y afecto, nos enalteciste y proporcionaste un ejemplo de vida que contagia y gana adeptos de manera sistemática.

Las muchas cohortes de estudiantes que trabajaron contigo, tendrán a la mano el ejemplo vivo de cursos éticamente orientados; rigurosamente concebidos y conducidos; y decididamente volcados a la búsqueda de soluciones.

En la Facultad de Medicina quedan tus huellas: las de la docente consagrada sin tacha a su ejercicio; las de la docente esmerada en construir el ambiente propicio para el colegaje; las de la amiga de siempre.

En las comunas del Café o de Villasantana todos podemos verificar el sentido de tus esfuerzos para ofrecer Medicina Comunitaria, cabe decir, atención de la salud como un derecho público.

Estoy seguro que esta ciudad, su Hospital San Jorge y la Cruz Roja, sabrán ofrecer sostenibilidad al Banco de Sangre. Una obra en la que año tras año invertías parte importante de tu esfuerzo, persuadiéndonos a todos de la importancia de donar vida de nuestra vida, para salvar a otros.

A los niños y niñas de esta ciudad, les entregaste otra cuota de tu esfuerzo. El maltrato infantil se transformó para tí en una manera de velar por los derechos de las nuevas generaciones. Siempre asumiste que allí estaba en juego la formación de ciudadanos.

A quienes vivieron el impacto del terremoto en 1999, les dejaste el ejemplo de una reconstrucción que privilegie la atención psico social. Tomaste la iniciativa, y decidiste adoptar como tuya, con la Universidad, a la comunidad del corregimiento de Barcelona en Calarcá. Allí tu obra permanece.

Entre los desplazados, víctimas de los horrores de la guerra, tendrás un lugar para el recuerdo por la atención desinteresada y el gesto para actuar conforme lo ordena el derecho internacional humanitario. Bajo tu conducción se realizaron toda clase de actividades para estas familias que de todo las han despojado y que todo lo necesitan, empezando por su propio reconocimiento como ciudadanos.

En todas las cárceles de esta región queda un testimonio de quien, como tú, asumió, discreta pero eficientemente, el desafío de la prevención de las enfermedades sexuales. Esta iniciativa nos recuerda la necesidad de entender a los internos de las cárceles, como seres humanos con derecho a reintegrarse dignamente a la sociedad.

En todo caso, debe quedarnos claro: tu obra no es la suma de actos ocasionales. No luchaste un momento de tu vida al lado de los más pobres y necesitados. Luchaste tu vida entera.

Lo tuyo eran los derechos. Por ellos combatiste sin descanso.

No abriste tu casa y tu corazón por momentos. Todos tus bienes materiales, todo tu afecto, fue siempre compartido. La tuya era una generosidad sin límites.

En el año 2002, contribuyendo a sustentar tu postulación como la mujer Comfamiliar del año, Jairo, nuestro hermano, te describió de la siguiente manera:

“Sarita es de esas personas que siempre está ayudando a alguien a solucionar sus adversidades, sean estas individuales o colectivas. Si hay que conseguir un médico a la 1 a.m., Sarita es la solución; si se trata de pedir un consejo, Sarita es la solución. Si hay una emergencia por causas naturales, ese es su mejor hábitat. ELLA ES HUMANA Y PROTECTORA.

“Cuando se trata de ayudar, no tiene límites ni fronteras. Lo más importante es que sus dos hijas, Marcela y Natalia, heredaron de ella el mayor de los patrimonios: LA SOLIDARIDAD.

“Mi hermana es un gran paradigma. Nada que ella pueda hacer se queda sin solucionar. Me emociona ver cómo oye a las personas, les da consejos y las ayuda en las más diversas situaciones. El entusiasmo que tiene y su gran sensibilidad le permiten participar en diferentes situaciones al mismo tiempo y todos con igual dedicación. Su sola presencia hace que cambiemos nuestra actitud y sintamos su protección.

“Siento que lo que ella hace por las personas le sale bien por el amor de sus actuaciones. Mi hermanita es un sol que brilla con luz propia.

“HERMANITA, SARITA, SOLIDARIAD: permanece siempre a nuestro lado”.

La vida y la muerte no son más que leves momentos en la evolución universal. Se suceden permanentemente la una a la otra. Sary ha muerto y nosotros nos apoyaremos en su ejemplo para continuar su obra.

Así como el astro naciente disipa las tinieblas de la noche, así tenemos la seguridad de que Sary, por las virtudes que la adornaron vivirá eternamente en el corazón de todos nosotros. Esta convicción debe atenuar nuestro dolor y convertir en alegría nuestras penas.

Permítanme hurtar un par de líneas del inmortal Antonio Machado

¿Murió?... Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: Alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan,
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad: enmudeced, campanas!

Marcela, Natalia, Hugo:

Ofrezco a ustedes, todo el afecto que Sary siempre nos entregó.

Pereira marzo 6 de 2007