Palabras del Dr. Samuel Eduardo Trujillo Henao, Decano Facultad Ciencias de la Salud, en la ceremonia de imposición de escudos a los funcionarios que cumplieron 10, 15, 20, 25, 30 y 35 años de servicio de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Desde hace muchos años la Universidad reserva un día para conmemorar los años de prestación de servicios. Al actuar de esta manera participamos en una de nuestras tradiciones de la que nos enorgullecemos. Hacemos una pausa momentánea para reflexionar acerca de nuestro diario vivir en el seno del Alma mater. Muchos de los compañeros ausentes y presentes han escrito la gloriosa historia de la UTP. En la actualidad estamos cosechando las recompensas de su resuelta lealtad a los principios institucionales y de los múltiples sacrificios para lograr y mantenernos en los más altos niveles de calidad y excelencia académica. A los que hoy nos corresponde recibir un escudo como símbolo de reconocimiento por los años y los granos de arena aportados, también nos corresponde cuidarla para que los cimientos establecidos por los fundadores perpetúen y beneficien la comunidad por muchos años mas.
Aprovecho en nombre de los homenajeados para agradecer a todos los miembros de la institución que desde los diferentes cargos con su apoyo espontáneo, activo y entusiasta, nos facilitan la labor para convivir en medio de los momentos alegres y difíciles que experimentamos en una institución tan compleja y con tanta dinámica, y así desarrollar nuestros proyectos de vida que nos permitan al final de nuestras vidas, mirar atrás con la frente en alto y el corazón lleno de regocijo.
Agradecer que muchos de ustedes toman tiempo en ocasiones a costa de intereses personales o familiares, para colaborarle a la institución, a un estudiante, a un administrativo o compañero sin recibir nada a cambio. Hoy es el día dedicado a reconocer esta disposición de servicio como un excelente regalo para quienes tenemos al lado día a día.
También pedir disculpas a quienes en estos 10, 15, 20, 25, 30 o 35 años se han sentido ofendidos por nosotros, situación que es normal en la convivencia humana y que nos permite crecer cuando las ofrecemos o las aceptamos.
Deseo agradecer públicamente el honor de haber sido escogido para dirigir estas palabras, agradecer a todos los que tuvieron a bien acompañarnos y a mi familia por estar aquí y hacerme tan feliz.
Ustedes constituyen un grupo excelentes de mujeres y hombres a los que debo mi admiración, mi gratitud y todo mi respeto.