Intervención del Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez en la entrega del Título Honoris Causa al maestro Benjamín Sandarriaga González realizada el 5 de diciembre de 2006.



CEREMONIA ENTREGA DE TÍTULO LICENCIADO EN MUSICA HONORIS CAUSA AL MAESTRO BENJAMÍN SALDARRIAGA GONZÁLEZ

Pereira, 5 de diciembre de 2006


No existe un acto de mayor enjundia espiritual que aquel donde los seres humanos le rinden reconocimiento a sus congéneres por lo que han sido, por lo que han hecho, por lo que representan. Aún siendo los actos humanos, humanos, y por lo tanto no exentos de intereses, donde quizás más legítimos sean, es en instantes como estos, donde la sociedad inclina la cabeza con respeto ante las epopeyas de hombres que han hecho de su vida un templo para los elevados destinos del espíritu.

En todos los tiempos han surgido personajes que parecen de ficción, desprendidos de su tiempo, tienen la virtud de vibrar en planos diferentes, de salirse de lo habitual, de lo común, para delinear historias de vida que se vuelven faros para las generaciones venideras.

Difícil entender como haya personas que sean capaces de no dejarse determinar por sus necesidades materiales pudiendo soportar privaciones sin cuenta, con tal de ser fieles a sus palpitaciones o de evadir los dictados de la moda o de las exigencias del medio para así no tener que vivir un sueño prestado, ajeno por completo a ellos mismos. Contrariando lo obvio viven a sus anchas, regocijándose en la libertad de una fuerza interior que los motiva a ser coherentes consigo mismos.

Estas hermosas antorchas vivientes que aún titilan en un frondoso bosque de oscuridades, que la naturaleza implacable doblega con su sino trágico a pesar de su estatura, son avivadas por la conciencia colectiva para que sean imperecederas, para que sirvan de estímulo y acicate a los que vienen detrás, para que sean espejos radiantes que sirvan de referencia en la posteridad.

Muchos de estos personajes se han hecho visibles y cual luminarias de moda encandilan; otros sin embargo, prudentes y discretos, desde el anonimato de sus cuarteles de invierno, otean la sociedad y siguen construyendo.

A esta última estirpe de caballeros pertenece el Maestro Benjamín Saldarriaga González, BESAGO; destacado investigador, escritor, periodista y humanista pereirano, erudito en temas musicales sin parangón. A él, a su vida, a su trayectoria, a su legado, la Universidad Tecnológica de Pereira le hace hoy el mayor de los reconocimientos académicos que está en capacidad de hacer, otorgándole una titulación Honoris Causa en lo que es la gran pasión de su vida: La Música.

Con ello, la Universidad se valida a sí misma. Al fin y al cabo su verdadera misión es hacer del conocimiento y las verdades un objeto de reverencia.

Conocí a Benjamín Saldarriaga desde la distancia; él era un hombre maduro asociado al establecimiento cultural y político, mientras yo era un muchacho irreverente, radical que miraba todo con sospecha. Él era un gentleman, impecable en sus atuendos oscuros; yo apenas un irresponsable rebosante de impertinencia y juventud. Hoy, que la vida me ha permitido conocer de su parábola vital y de su significado para esta región, en un momento de mi vida donde las cosas cobran un mayor sentido, debo confesar que me siento honrado y orgulloso de graduar con honores al Maestro Benjamín Saldarriaga González.

Pero quién es Benjamín Saldarriaga, de dónde surgió, cómo se formó, con quiénes se relacionó, que ha hecho, a quién le sirvió, a qué es sensible, qué lo conmueve. No podría atender a estos interrogantes sin el trabajo que ha hecho un talentoso estudiante del programa de español y literatura de esta Universidad, a quien asigné esta grata tarea. Me refiero a Daniel Mirot Caballero Benavides, un joven poeta, promesa de las letras, a quien conocí cuando era un niño y aún desde esa época deslumbraba por su inteligencia.

Benjamín Saldarriaga González nació en Pereira el 23 de marzo de 1929. Sus padres, emigrantes antioqueños que llegaron a esta ciudad en los primeros años de la década de los veinte, fueron Don Martín Saldarriaga, un ebanista y oficial de construcción enamorado de la música clásica y Doña Sara González, quien desafortunadamente falleció cuando Benjamín tan solo contaba con seis años de edad. Después de este infausto acontecimiento, él, junto a sus tres hermanas menores, creció al cuidado de la señorita Tina González, una tía materna que, como el propio Benjamín Saldarriaga recordaría en diversas ocasiones, pasaba las horas leyendo los libros de la biblioteca familiar. Fue durante esta época temprana de su existencia cuando se comenzó a perfilar en él la pasión que tanto lo caracterizaría.

Benjamín, quien para entonces aún era un niño que repartía su tiempo entre la vida familiar y sus primeras actividades escolares realizadas en instituciones como el Liceo Coralí y el Colegio de Doña Inesita Zuluaga, no solo recibió la influencia lectora de su tía, sino que además heredó de su padre un gusto que marcaría el curso de su existencia. Don Martín, cuya pasión por la música clásica lo llevaba noche tras noche a sentarse en la tranquilidad de su sala a escuchar la colección de acetatos de setenta y ocho revoluciones que con los años había formado, advirtió pronto que Benjamín también se interesaba y disfrutaba con esta actividad. Surgió así una especial camaradería entre padre e hijo alrededor de las sinfonías, óperas, zarzuelas y demás manifestaciones de la música culta. El propio Benjamín Saldarriaga recuerda como con el tiempo, apareció en su casa, junto a la radiola y los acetatos, un potente radio en el cual Don Martín y él sintonizaban emisoras europeas por medio de las que conoció, no solo a los compositores clásicos que ya había escuchado en la colección de su padre, sino también, y aún antes que cualquiera de sus contemporáneos en los alrededores, los grandes maestros del siglo veinte. La afición creció tanto, que pronto Benjamín decidió iniciar su propia colección.

Comenzó a frecuentar el almacén de Don Nicolás Echeverri, un pariente lejano de su madre, quien, entre los diversos artículos que importaba desde Europa, incluía numerosos discos que los Saldarriaga compraban de inmediato. Debido a los cambios tecnológicos acontecidos a lo largo del siglo pasado, el maestro Saldarriaga tuvo que renovar en varias ocasiones su colección, deshaciéndose de los discos cuyo formato se iba volviendo obsoleto para ser reemplazados, primero por elepés, luego por casetes y en los últimos años por discos compactos. No obstante, todavía conserva buena parte de estas primeras adquisiciones y no es exagerado afirmar que posee una de las mayores colecciones de música clásica y folclórica, que se conozca en el país.

Pero retomemos esta historia; a medida que fueron pasando los años, la curiosidad de Benjamín Saldarriaga fue creciendo. Sus gustos melómanos no solo no diminuían, si no que lo llevaban a fijarse en otros tópicos del arte y la cultura. Los argumentos de las óperas, inspirados muchas veces en temas mitológicos o históricos, llamaron poderosamente la atención del joven Benjamín, quien para entonces ya había iniciado sus estudios en el Colegio Deogracias Cardona. Comenzó así una vertiginosa lectura de los grandes autores universales. Fueron los poetas egipcios y mesopotámicos, los griegos y los latinos sus primeras lecturas, después vendrían los autores del medioevo y los renacentistas europeos. Con el tiempo, todas estas lecturas alimentarían una obra ensayística escrita sin descanso a lo largo de los años; obra que a pesar de tratar diversos temas de la historia, la literatura y la filosofía, apunta siempre a revelar los lazos que entrelazan a la música, su gran pasión, con todas estas otras manifestaciones de la actividad humana.

Durante esta misma época, cuando tan solo contaba con dieciséis años, Benjamín Saldarriaga, incursionó por primera vez en el periodismo, actividad que desde diversos medios realizaría ininterrumpidamente por casi cincuenta años. Su primer oficio como corresponsal, lo desempeño a partir de 1946 para el periódico La Patria de Manizales. Con el tiempo se sumó al cuerpo periodístico de otros diarios regionales y nacionales, entre ellos, El Colombiano, El Diario, periódico dirigido por el doctor Emilio Correa Uribe y en el Diario de Colombia. Sus columnas y artículos también han aparecido más recientemente en diarios locales como La Tarde y El Diario del Otún. Pero, no solo a través de la prensa escrita el maestro Saldarriaga ha manifestado sus intereses periodísticos. Siendo la radio un medio tan querido por él, no tardó en incursionar en este fundando y dirigiendo un sin número de espacios dedicados al arte, la literatura y como no, a la difusión de las grandes obras musicales. También, coordinó espacios periodísticos de carácter político entre los cuales se destaca el radioperiódico Sucesos Conservadores, que se transmitía por La voz amiga, espacio del cual fue su director y cofundador. Este apasionado trabajo llegaría a su cúspide cuando fue llamado para integrar el comité fundador de la Emisora Cultural de Pereira Remigio Antonio Cañarte, de la cual fue por espacio de cuatro años, su primer programador y libretista.

Benjamín Saldarriaga ha colaborado también como redactor en numerosas revistas culturales y literarias, muchas de las cuales él mismo ayudo a crear. Entre estas se cuentan la gaceta literaria Iscay, la cual fundó en compañía del Poeta Pablo Locano, además de Colombia Turística y la Revista Cultural Arte, las cuales dirigió en la década de los cincuenta junto a uno de sus grandes amigos, el Dr. Jorge Montoya. El trabajo realizado por Benjamín Saldarriaga a través de todas estas publicaciones, resulta invaluable, ya que no solo abrieron el camino para la aparición de otras revistas como Pereira Cultural entre otras, sino que permitieron forjar una conciencia social en el quehacer cultural de nuestra ciudad.

A la par con el periodismo, Benjamín Saldarriaga, también incursionó fugazmente en la política local. Desde 1960, hasta 1966, fue concejal del municipio de Pereira. En el año de 1963, el por entonces alcalde de la ciudad, Mario Delgado Echeverri, le encomendó la dirección general de los festejos conmemorativos del primer centenario de la ciudad. El éxito de dicha celebración se debió en gran parte a ese estilo único, mezcla de intensa pasión y desbordante erudición que Benjamín Saldarriaga logra imprimirle a cada uno de sus proyectos. Un año después de esta celebración, el maestro Saldarriaga, quien compartía junto con uno de sus grandes amigos, un creciente interés por la heráldica, dio a la ciudad un valiosísimo regalo: el diseño y adopción del escudo de Pereira, símbolo permanente de nuestra ciudad. Ese gran amigo del maestro que no he nombrado, no es otro más que el ilustre Dr. Jorge Roa Martínez, fundador y primer rector de nuestra Universidad Tecnológica de Pereira. Pero este no fue el único regalo que juntos le hicieron a la ciudad, ya que en compañía del también edil Fabio Zuluaga, redactaron el proyecto mediante el cual el municipio le cedió, a la por entonces naciente U.T.P. los primeros terrenos que ocupó en la vereda de La Julita, sin los cuales muy probablemente esta institución no hubiese llegado a ser lo hoy es.

Después de su paso por el concejo, Benjamín Saldarriaga, ocupó diversas plazas como funcionario público, hizo parte hasta 1995 de la junta directiva de la Corporación Biblioteca Pública, y fue el primer jefe departamental de acción Comunal y a partir de la creación del departamento del Risaralda también ocupó la Dirección General de Cultura por espacio de varios años.

La Academia no podía estar ausente de las aficiones del Maestro Benjamín; ha ejercido la docencia Universitaria durante muchos lustros. A pesar de no tener ningún título universitario que certifique sus conocimientos, la profundidad de éstos, fruto de una incansable actividad lectora y una disciplina de estudio casi única, han sido suficientes para que diversas instituciones de educación superior en la ciudad hayan solicitado sus servicios como catedrático. Desde 1985 hasta el año 2000, dictó diversos cursos en la UCPR, entre ellos Ciencia de la Cultura, Ciencia de la Civilización, Apreciación e Historia de la Música y Mitología Clásica y Latina. En la Universidad Tecnológica de Pereira, quince años, desde 1991 hasta la fecha, ha laborado en la Facultad de Bellas Artes y Humanidades, con asignaturas como Historia de la Música y Apreciación Musical, además de Filosofía y Sociología de la Música.

También, ha sido catedrático en la Fundación Universitaria del Área Andina, en donde dictó dos años de Apreciación Musical. Y en el programa de Modas del INEC, dictó, la Historia Universal del Traje y del Vestido, cátedra en la que utilizó como herramienta didáctica los videos de óperas y zarzuelas que hacen parte de su colección particular y en los cuales se representan diferentes trajes de todo el mundo, integrando de esta manera ingeniosa su gusto por la música selecta con el aprendizaje de diferentes conocimientos.

Pero, lo más sorprendente de esta versión académica del Maestro Benjamín es el cariño y respeto que despierta en sus estudiantes. Estos de manera franca lo reconocen como un profesor excepcional. En más de una ocasión los directivos Universitarios se han visto precisados a contratarlo por presión de los mismos estudiantes. En el caso de la Universidad Tecnológica de Pereira se ha convertido en todo un ídolo para los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades, tanto en la escuela de música como en artes visuales. De acuerdo al Decano de la Facultad de Bellas Artes y Humanidades ha sido el profesor mejor evaluado por los estudiantes.

Definitivamente el Maestro Benjamín tiene un motor interior que lo obliga a compartir lo que sabe; ello, explica el porqué junto con otros grandes hombres de su generación, como el ya nombrado Jorge Roa Martínez y otros, haya fundado y sido participe de diversas organizaciones y entidades dedicadas al estudio y difusión del conocimiento tales como la Academia Risaraldense de Historia, de la que por años fue su secretario ejecutivo ad-honorem, y la Academia Pereirana de Historia, de la cual hizo parte activa durante su fundación. Durante más de treinta años, entre las décadas de los cincuenta y los ochenta, perteneció también, a la Sociedad Amigos del Arte, de la cual fue presidente durante cinco años. Hoy no podría sino recordar con nostalgia aquella época en que, todos los lunes al lado de otro de los grandes personajes y melómanos de nuestra ciudad, el Dr. Santiago Londoño Londoño, dictaba conferencias sobre apreciación musical e historia de la música a los miembros de la Sociedad Amigos del Arte y también para todos aquellos que se interesaran en ello. Y es que de eso se trataba todo, los proyectos políticos, las revistas y los espacios periodísticos, no eran más que una búsqueda y comunión de espíritus afines, amigos con los cuales compartir las inquietudes propias de una vida entregada al estudio. Por ello, con la misma determinación con que Benjamín Saldarriaga se unía con otros para materializar el sueño de una revista, un programa radial o una organización cultural, también se reunía para simplemente hablar de historia, poesía o heráldica. Sus contertulios siempre fueron hombres que dejaron una honda huella en la ciudad, entre los que se cuenta, además de los ya nombrados, el Dr. Bernardo Trejos Arcila, quien para nuestra fortuna aún vive y sigue igual de lúcido, con quien realizó las actividades que llevaron a la elaboración del escudo de Risaralda, de una manera análoga a lo ocurrido con el de Pereira, y el hace pocos años desaparecido poeta Eduardo López Jaramillo. Este último, no solo fue un compañero de aficiones, sino tal vez su más grande amigo. Siendo ambos grandes estetas, solían verse frecuentemente los domingos para salir a caminar juntos mientras conversaban sobre arte, literatura y música.

Lo que ha hecho Benjamín es un reflejo de una búsqueda incesante que lo ha caracterizado. La música por ejemplo, que a sus ojos no es una simple e inocente actividad humana, sino una evidencia de los cambios históricos y filosóficos del hombre, inspiró diversos ensayos, en los cuales se dedica a reflexionar sobre cuanto de realeza tiene, lo que conocemos como música clásica, o sobre qué filósofos han compuesto partituras o cuáles y cuántas han sido las obras musicales inspiradas por la literatura, en el caso del Fausto y Don Quijote, o inspiradas en temas mitológicos, como el mito de Orfeo, por citar algunos ejemplos. Estos y otros ensayos del mismo corte, componen La melodía infinita, una de sus más bellas y originales obras. Benjamín Saldarriaga ha escrito además, el Diccionario Temático de Mitología Universal, obra enciclopédica que como su nombre lo indica, recoge un sinnúmero de datos acerca de las más diversas creencias de todo el mundo, y la Cartilla Heráldica del Risaralda, obra en la cual el maestro Saldarriaga estudia los diversos símbolos, escudos, banderas e himnos, que representan cada uno de los catorce municipios de Risaralda, además de contener igual información acerca de los símbolos departamentales y nacionales. A pesar de ser ésta una obra inédita, quienes la conocen aseguran que sin lugar a dudas esta constituye un importante material didáctico para las escuelas y colegios del departamento. De hecho, la Academia Pereirana de Historia se refiere a ésta como “un valioso aporte al conocimiento histórico y cultural de nuestras raíces y brinda una maravillosa prospección del desarrollo educativo de los estudiantes del departamento del Risaralda y de las personas interesadas en conocer, aprender y reconocer los valores de nuestra identidad histórica”. Ha sido la misma Universidad Tecnológica de Pereira la que en diversas oportunidades ha recomendado la publicación de esta sin igual obra. Por otro lado, el maestro Benjamín Saldarriaga, quien como todos los verdaderos escritores nunca deja de crear, trabaja en la actualidad en otros dos libros que prometen ser, una vez terminados, importantes textos de referencia para diversos campos investigativos. Estas obras son la Memoria de la Cultura Musical en Pereira y la Memoria de la Cultura Artesanal en Pereira, las cuales según el autor abarcarían entre tres y cinco tomos respectivamente.

La disciplina para consolidar un conocimiento por sí mismo, la profundidad de su pensamiento, la destreza de su pluma y los aportes culturales y administrativos que le ha legado a la Ciudad y al Departamento no han pasado inadvertidos; ha sido merecedor de distinciones como la Orden Gran Cruz de Risaralda Placa de Oro, otorgada por la Gobernación de Risaralda, y la Orden del Mérito de la Sociedad de Mejoras de Pereira otorgada por esta emblemática organización de la ciudad. La Universidad Católica Popular de Risaralda creó en su honor, en el año 1991, el concurso anual de Prosa y Poesía “Benjamín Saldarriaga González” con el fin de reconocer los nacientes talentos literarios de esa institución.

No hay duda alguna; estamos frente a un intelectual prolífico y de valía. El homenaje con el que la Universidad Tecnológica de Pereira le rinde honores, no es más que el reconocimiento a esa larga trayectoria en la que han crecido, tanto él como los habitantes de esta región; crecido en conocimiento y también en amor y arraigo por nuestra tierra. La búsqueda de Benjamín ha sido en realidad una ardua labor por cultivar su espíritu, por familiarizarse con aquello que un verdadero esteta no termina por abarcar jamás: la belleza implícita en cada parte de la realidad y por la cual es necesario siempre exigir más, rechazar de tajo todo aquello que adolezca de fondo y todo lo que de alguna manera no sea bello. Ese es Benjamín Saldarriaga y esa ha sido su impronta; en ese afán jamás extinguido, él ha logrado enaltecerse y enaltecer la causa del conocimiento a la que esta Universidad le sirve de manera incondicional.

Sé que con estas palabras estoy representando el sentimiento de la ciudad que lo vio nacer, que lo ama con el silencio con que se ama lo grande, lo bello. Pero, también sé que sus estudiantes, que hoy jubilosamente lo acompañan vibran con emoción al presenciar este homenaje que hace justicia con un gran hombre; con un hombre excepcional.

Maestro Benjamín Saldarriaga, esta Universidad le rinde honores.

Felicitaciones.

Muchas gracias,


LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector