Abril 19 de 2006 (Pereira - Risaralda)
Pereira, 19 abr. (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante un conversatorio que, sobre el TLC, sostuvo con estudiantes, docentes y directivos de la Universidad Tecnológica de Pereira.
“Me honra muchísimo acudir a la Universidad Tecnológica de Pereira para examinar con ustedes uno de los temas más importantes de la vida nacional: el tratado de comercio con los Estados Unidos.
Tenía alguna introducción para explicar por qué el Gobierno se vio obligado a pensar no en una nueva renovación de la Atpdea sino en un TLC hace 4 años.
Para explicar cómo ese antecedente del presidente López Pumarejo en 1935 no fructificó por las guerras, y a partir de allí hubo intentos ocasionales, no de gobiernos en Colombia sino de carteras ministeriales, para tener un nuevo tratado con los Estados Unidos, que no se concretó. A nosotros nos tocó construir consenso de gobierno, convertir ese propósito en un propósito de gobierno.
Para explicar como no fue fácil convencer a los Estados Unidos de esta negociación. Ellos estaban era por el tema del Alca. Nosotros les expresamos en reiteradas ocasiones que no se podía imponerles el mismo paso a todos los países, con economías diferentes, con diferencias también en concepciones políticas.
Que hay unos países, como el nuestro, que por las características de su economía, una economía manufacturera media, una economía agropecuaria de productos muy competidos en el mercado internacional, tienen mas urgencia de entrar al mercado de Estados Unidos mediante tratados que otros países que, por ejemplo, se sustentan con economías petroleras, producto que no necesita de tratados para su venta.
Quería introducir este tema con lo que sucedió en los últimos cuatro años frente a América del Sur, cuando Colombia lideró al interior de la Comunidad Andina el acuerdo entre Comunidad Andina y Mercosur. Que si bien en lo inmediato no va a generar altas posibilidades económicas, sí puede generarlas en lo mediato, en el mediano y largo plazo, y además desde ya es un punto político muy importante de demostración palpable, clara, del propósito de unidad suramericana, que no se excluye con la necesidad que tienen países como el nuestro de buscar el mercado más grande del mundo, el mercado de los Estados Unidos.
Pero me quedo allí en la enunciación de estos temas introductorios para hacer unas referencias a las muy importantes intervenciones que acabamos de escuchar del señor rector, doctor Luis Arango, y del doctor Iván Madrid, representante de los estudiantes al Consejo de Educación Superior en Colombia.
Yo diría que el tratado en su conjunto favorece la economía colombiana, y en su conjunto favorece todos los sectores. Incluso cuando uno hace el balance del sector agropecuario, en su conjunto el sector agropecuario es ganador, al interior del sector agropecuario, como lo vamos a ver al examinar producto por producto. Y les pido especialmente a los estudiantes que vayan pensando en los productos de sus preocupaciones.
No obstante que hay dificultades con algunos productos, que las hemos reconocido ampliamente ante el país, cuando se consolida el balance, al sector agropecuario le sirve muchísimo el tratado.
El tema de educación superior. El señor Rector me ayuda. Antes de entrar a mirar los puntos concretos, déjenme decir que coincido con lo que ha planteado el señor Rector sobre los principios cardinales que deben orientar una universidad. Él lo ha dicho. Tiene que ser de masas, no de elite. Se necesita una universidad masiva, una universidad crítica, una universidad científica. Uno no puede tener una universidad simplemente para avalar el orden establecido, en un país con tantas dificultades sociales como Colombia. La universidad tiene que ser crítica, y al mismo tiempo en su ejercicio científico tiene que convertir esa crítica en una acción que le devuelva a la sociedad las luces, para que la sociedad pueda corregir los problemas que la universidad detecta.
La universidad tiene que vivir en permanente debate. La universidad no puede ser dogmática de ninguna de las ideologías. Porque en el momento en que la universidad abandone el debate y empiece a ser dogmática, confesional en cualquiera de los extremos, la universidad pierde el camino de búsqueda de la verdad. Pero esa universidad científica que requiere vivir en debate permanente, tiene que ser una universidad donde se debata con fraternidad. Y ahí es donde hay que trazar el lindero entre el debate fraterno y creador y el debate con odios, que simplemente estanca la búsqueda de la verdad. Y allí hay que trazar también la línea divisoria entre esa universidad que vive en permanente agitación, que es su misión, y la universidad violenta. Una cosa es la universidad crítica y otra cosa es la universidad violenta.
Yo soy hijo de la universidad pública. Vivimos unos años muy difíciles: los 70. La universidad pública nos enseñaba solamente una visión del mundo en la época: la marxista. Y la vida nos ha enseñado que el mundo tiene un proceso evolutivo, que cuando las universidades no quieren apreciarlo ese proceso termina derrotando las universidades.
El debate universitario de los años 70, jamás habría permitido que mi generación anticipara la caída del Muro de Berlín. Si hubiera sido por las tesis del debate universitario de los años 70, China no habría abierto su economía, ni se habría convertido en el primer país receptor de inversión extranjera directa en el mundo. Vietnam seguiría en una lucha política con los Estados Unidos y no se estaría desarrollando sobre la base de buscar también que sus productos lleguen al mercado norteamericano.
El proceso evolutivo que le ha tocado vivir a mi generación, indica que cuando los procesos de debate universitario se estancan en el dogma, se estancan en las proposiciones confesionales, esos procesos son arrasados por la evolución de la historia. Por eso la universidad nunca puede estancarse. Para la universidad no puede haber fin de las ideologías, para la universidad no puede haber fin del debate. Y la violencia generalmente es el fin del debate.
El Gobierno que presido ha tenido absoluta claridad para establecer la diferencia entre lo que es el respeto a una universidad autónoma por mandato de la Constitución, a una universidad libre, crítica, y lo que es la obligación de impedir una universidad violenta. Bienvenida siempre la crítica, pero siempre tenemos que rechazar que la crítica se torne en violencia, porque en ese momento la crítica deja de aportar y simplemente es sustituida por la fuerza destructora de la violencia.
La preocupación del doctor Madrid sobre la mercantilización de la universidad por el TLC, se puede despejar mirando lo que ha dicho el propio Rector.
Primero, el TLC en nada afecta la norma constitucional colombiana que consagra la autonomía de la universidad. Segundo, el TLC en nada afecta la Ley 30 que desarrolló el principio constitucional de autonomía universitaria. Tercero, el TLC en nada modifica la prohibición colombiana para que las universidades públicas o privadas no puedan ser entidades con ánimo de lucro.
Lo ha dicho el Rector y me gusta que él se haya anticipado en ese recorderis. Colombia seguirá con el principio de que la universidad no puede ser una entidad lucrativa, sea de naturaleza pública o privada, hasta cuando soberanamente el país defina lo contrario. El TLC en eso no tiene incidencia alguna.
El TLC en nada puede intervenir para que Colombia fortalezca o debilite su universidad pública o privada. Al contrario, lo que hemos hecho en este Gobierno, y lo atestigua esta universidad, es un proceso de fortalecimiento de la universidad pública. El doctor Madrid presenta con preocupación el caso de la Universidad del Atlántico. Mirémoslo. Estamos procurando sacarla adelante. ¿Qué pasó? La quebraron por malos manejos. La recargaron de pensiones reconocidas en contra de la ley.
¿El Gobierno qué ha dicho? Queremos buscar los recursos para sacarla adelante, pero allá nos tienen que ayudar con varios puntos.
Primero, que los pensionados que tiene la universidad renuncien a la porción de la pensión que se les reconoció en contra de la ley. Está bien que el presupuesto nacional pague esas pensiones para salvar la universidad, que haya esfuerzos. Lo que no puede hacer el presupuesto nacional es pagar cuantías ilegales de pensiones.
Segundo, hemos pedido a la Universidad del Atlántico que se sanee unos bienes patrimoniales que valen muchísimo dinero, como unos lotes suburbanos de Barranquilla que dejaron invadir, para que con eso se concurra al pago de las pensiones.
Y tercero, hemos pedido a la Universidad del Atlántico austeridad en sus gastos administrativos para garantizar su sostenibilidad. Lo público no puede ser sinónimo de derroche. La propiedad privada más importante es la propiedad pública, porque no es de uno u otro individuo sino de toda la comunidad.
Aquel principio del Código Civil que define las culpas y que dice que el administrador tiene que administrar los bienes ajenos, con la mayor curia, es el principio que hay que aplicar en el manejo de las universidades públicas. Porque cuando se maneja una universidad pública, se está manejando una empresa privada, la más delicada, cuyos propietarios son todos los integrantes de la comunidad.
Dejemos a un lado la Universidad del Atlántico. Miremos qué ha pasado con la universidad pública en este Gobierno. Estaba estancada y cayendo la matrícula. Se ha recuperado enormemente. Al finalizar este Gobierno en agosto, estaremos llegando a unos 350 –370 mil nuevos cupos en el cuatrienio. El gran aporte lo ha hecho la universidad pública. Empecemos por eso.
Veamos la Universidad del Valle. Estuvo a punto del cierre, de la quiebra. Hoy fortalecida. La del Cauca: no podía con la carga pensional. Problema superado con un gran esfuerzo del presupuesto nacional.
Me decía una niña en la ciudad de Montería la semana pasada: ¿es cierto que nos van a cerrar la Universidad de Córdoba porque viene la Universidad de Harvard y no tenemos manera de pagar esas matrículas? Aquí lo ha dicho el Rector muy claramente. Cualquier universidad extranjera que quiera venir a Colombia, puede venir con o sin TLC. Simplemente se tiene que someter a nuestra Constitución y a nuestras leyes. Y le dije a esa niña: recuerda qué era la Universidad de Córdoba hace cuatro años y recuerda cómo está ahora.
Con ese debate de la Universidad del Atlántico se ha hecho mucha crítica al Gobierno en el Caribe colombiano. Y el balance es este: recuperada la Universidad de Córdoba (estoy hablando solamente de las públicas). Fortalecida la Corporación Universitaria de Sucre, fortalecida la Universidad de Cartagena, recuperada la Universidad del Magdalena, fortalecida la Corporación Universitaria de La Guajira, fortalecida la Universidad Popular del Cesar.
Entonces quiero disipar esos temores. Y ha dicho el señor Rector que el Tratado de Libre Comercio no se opone a los subsidios a las universidades.
No hay ninguna norma del Tratado de Libre Comercio que afecte la disposición legal colombiana que, en virtud de la norma constitucional, obliga a hacerle un aporte, que tiene que crecer año tras año, mantenerse en valores reales, a la universidad pública, y que nos puede costar presupuestalmente alrededor de dos billones por año. Es lo que se llama la transferencia a las universidades.
Tampoco existe una sola norma del Tratado de Libre Comercio que le prohíba al Estado colombiano, al Gobierno, seguir creciendo los recursos de Icetex. Al contrario, hace cuatro años la masa de crédito otorgada por el Icetex ascendía a 500 mil millones. Hoy supera los 800 mil.
Y gracias a una ley que nos aprobó el Congreso en diciembre, después de dos años de debate, el Icetex gana independencia. Será una entidad financiera independiente, no amarrada por las limitaciones del presupuesto nacional. Lo que permitirá que el próximo Gobierno, cualquiera que sea, pueda pasar los créditos del Icetex de 800 mil millones, a mínimo 2 billones.
El señor Rector ha dicho que él ve que el Tratado de Libre Comercio lo que trae es una gran oportunidad para las universidades. Las reta y les da oportunidades. A mí me parece excelente para Colombia. Me parece excelente para Colombia que lleguen estos retos. Estos retos se dan a partir de círculos virtuosos.
El Tratado de Libre Comercio nos fuerza a convertir en realidad el sueño de una mejor universidad, y al mismo tiempo nos da la oportunidad de que el Estado colombiano, gracias a una economía que crezca con mayor dinamismo, tenga más recursos para fortalecer el sistema educativo en general.
El doctor Iván Madrid además presenta su preocupación por el tema de ciencia y tecnología. Es válida. Colombia necesita hacer esfuerzos muy superiores en materia de ciencia y tecnología. Algo hemos avanzado en este Gobierno. No lo suficiente.
Hace cuatro años el país dedicaba a ciencia y tecnología, el 0,22 del PIB. Propusimos llegar al O,6 el promedio suramericano. Planeación Nacional nos informa que el año pasado llegamos al 0,72. O sea que hemos avanzado, pero mínimo hay que llegar al 1 por ciento del PIB.
Eso implica un esfuerzo de todas las entidades: empresa privada, comunidad académica, universidades, Sena, presupuesto nacional, Conciencias, del orden de 3 billones al año. Un esfuerzo grande, pero es el mínimo que debe hacerse en Colombia.
Comparto esa preocupación del doctor Madrid, y también comparto parcialmente su preocupación de la mejor articulación que necesita la educación colombiana. Yo creo que estamos haciendo un esfuerzo en la articulación, en lo que se llama la educación gradual, para poder tener en Colombia una educación por etapas.
Por ejemplo, una de las decisiones tomadas por este Gobierno es la de los ciclos propedéuticos. Otra de las decisiones tomadas por este Gobierno, es la de que los egresados del Sena puedan ir a una universidad, allí les reciban lo cursado en el Sena, se los validen, completen los créditos que se requieran para acceder a los títulos de educación superior.
¿Qué es el ciclo propedéutico? Es la posibilidad en una universidad de enseñar gradualmente. Primero, de formar a un estudiante en un programa medio. Darle la oportunidad de que ingrese más rápidamente al emprendimiento o a la vida laboral. Después continuar formando en educación complementaria hasta que obtenga el grado de educación superior. Y mantenerlo de por vida vinculado a la universidad, en posgrado, doctorado, en cursos de refrescamiento, en cursos de extensión.
Creo que eso rima perfectamente con un principio que debe imponerse en Colombia: el de tener la posibilidad de estudiar y de trabajar toda la vida.
Al hacer estas referencias a las dos muy importantes intervenciones del doctor Madrid y del doctor Arango, Rector, quisiera suspender aquí mi intervención para escucharlos a ustedes.
Son muchos temas los que seguramente inquietarán la mente de ustedes. ¿Por qué el Atpdea? ¿Por qué no la renovación? ¿Por qué el Tratado de Comercio? El Tratado de Comercio y la Comunidad Andina. El Tratado de Comercio y la Unión Suramericana, Europa, China, Centroamérica.
Todos los productos industriales, los productos del sector agropecuario.
Como el conjunto de temas es denso y muy extenso, ayudaría mucho que pudiéramos adelantar el foro con intervenciones muy puntuales para que podamos abarcar, en la mayor extensión posible, este tema tan importante para la vida nacional.
Les ofrezco la palabra y el señor Rector irá asignándoles el uso de la palabra, a medida que ustedes lo soliciten”.