Intervención del Vicerrector Académico de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. José Germán López Quintero realizado en la instalación del Seminario sobre Proyecto para la Armonización Internacional de Programas Académicos que se llevó a cabo en la Universidad Tecnológica de Pereira el pasado 16 de marzo de 2006.



“ARMONIZACIÓN INTERNACIONAL DE PROGRAMAS ACADÉMICOS Y SU IMPACTO EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR COLOMBIANA”


POR: JOSÉ GERMÁN LÓPEZ QUINTERO
Vicerrector Académico
Universidad Tecnológica de Pereira

Quienes agenciamos deberes en la educación superior de nuestro país, debemos mantener abiertos los circuitos de captura y procesamiento de las señales del entorno. Este entorno se va llenando de mayor complejidad cuando superamos los ámbitos de lo local y lo nacional para encontrar referentes y determinantes que provienen de la esfera internacional, en la actual realidad del mundo globalizado.

No podemos, ni por acto de miopía, ni por ensueño romántico, hacer abstracción de los vasos comunicantes que se ciernen sobre las estructuras nacionales de todo el acontecer social, en una crisis cada vez más irrebatible de la soberanía de las naciones. Hay crisis de la soberanía porque las capacidades regulativas de los Estados Nacionales se ven reducidas progresivamente y porque cada vez más sectores sociales en diferentes ámbitos de la producción resultan imbricados en nuevas lógicas que imponen las referidas señales del entorno. Permítanme traer a colación algunos referentes y datos de nuestra cruda realidad socioeconómica en la Región (América Latina y el Caribe) para a partir de ella, invitarlos a que nuestras reflexiones partan de agregados capaces de superar tantas barreras y dificultades:

En la “Declaración de Santiago”, y su “Plan de Acción” aprobados en la “Segunda Cumbre de las Américas”, (abril de 1.998), los gobiernos del continente reiteraron el compromiso de asegurar, para el año 2.010, el acceso y permanencia universal del 100% de los menores a una educación primaria de calidad, y el acceso para por lo menos el 75% de los jóvenes a una educación secundaria de calidad. Ocho años después, la situación educativa de América Latina y el Caribe dista mucho de las metas avizoradas y se ve muy difícil, para algunos países, el cumplimiento de las metas previstas para el año 2.010.

Como todos sabemos, en la década de los años 80 y buena parte de la década de los 90, los planes de ajuste estructural y el servicio de la deuda externa llevaron a nuestros países a disminuir las asignaciones para los sectores sociales y, en particular para la educación. Según las estadísticas más recientes, podemos decir que la región inicia el siglo XXI, en la situación educativa siguiente:

• En los últimos 20 años, la tasa de analfabetismo ha descendido, pasando del 20.2% en 1.980 al 15.2% en 1.990 y el 10.9%, como promedio regional, en la actualidad. Pero el número absoluto de analfabetismo ha permanecido prácticamente invariable. En números absolutos, se estima que iniciamos el nuevo siglo con más de 40 millones de analfabetos.

• La tasa de escolarización en el nivel primario pasó de 60% en 1.960 a cerca del 95% a mediados de la década de los 90, lo cuál indica que América Latina y el Caribe podría estar en vías de alcanzar la educación primaria universal. Sin embargo, 4.8 millones de niños de las zonas rurales y de las etnias indígenas se quedan aún sin acceso a la escuela primaria.

• La jornada escolar real suele ser de entre 100 y 120 días del año, de los 150-170 días oficialmente hábiles. Compárese con China: 251 días; Japón 253 días; Alemania 210 días y Estados Unidos 180 días hábiles.

• Los estudiantes en las escuelas de la región sólo logran el 50% de los objetivos pedagógicos y las escuelas más pobres están por debajo de ese porcentaje.

“Es público que el 50% de los adultos (sobre todo aquellos en la mitad más baja de la distribución socioeconómica) no pueden comprender lo que lee, ni comunicar mensajes simples por escrito, ni hacer uso en su vida cotidiana de lo que ha aprendido a repetir de memoria”. (Hernando Gómez Buendía: Educación. La agenda del siglo XXI. Hacia un desarrollo humano. PNND/TM Editores, Santa fe de Bogotá, 1.998)

• Las tasas de repetición son elevadas en la educación primaria (30% de repetidores en los seis primeros grados; 40% de los niños de primer grado de la región repiten. La mitad de los niños abandonan la escuela sin llegar al 4to grado, es decir, sin alcanzar la alfabetización funcional.

• En la enseñanza media el ritmo de crecimiento descendió en los años posteriores a 1.980. La matrícula femenina superó en muchos países el 50% del total. Aunque se advierten tendencias al incremento de la enseñanza técnica, la enseñanza media general o secundaria clásica sigue siendo predominante, no obstante que se debate en una crisis de identidad: ¿ formar para la educación superior o formar para el trabajo? Ante el hecho real de que únicamente entre el 30% y el 40% de los egresados de la secundaria, como promedio regional, ingresa en la educación superior, resulta absurdo impartir la enseñanza secundaria simplemente como preparación para el siguiente nivel.

En cuanto a la educación superior de la región, el legado del siglo XX muestra las siguientes características:

• Considerable expansión cuantitativa de las matrículas;
• Multiplicación, diversificación de las instituciones,
• Incremento del personal docente y los graduados;
• Ampliación de la participación del sector privado;
• Restricciones en el gasto público;
• Internacionalización: En las últimas décadas se ha acentuado en la región el fenómeno de la internacionalización de la educación superior y de la investigación científica, con un claro predominio de orientación del sur hacia el norte, lo que ha estimulado la emigración de profesionales, científicos y técnicos hacia los países industrializados. La comunidad científica regional, estimada en 100 mil personas de las cuales el 80% se encuentra en las universidades, contribuye con un 3% de los artículos científicos que se publican en las revistas internacionales de prestigio.

Esta nota característica de la internacionalización de la educación superior, le genera a los sistemas educativos nacionales y a las instituciones, la necesidad de eliminar barreras y fronteras que impidan u obstaculicen la libre circulación de saberes, de estudiantes y de docentes, por un sistema educativo que, se espera, sea cada vez más global, más articulado, más coherente y más armónico, para toda la humanidad.

De ahí que las instituciones que han tenido a bien convocar este evento (la Asociación Colombiana de Universidades, ASCUN, con el apoyo del Ministerio de Educación Nacional y de la Universidad Tecnológica de Pereira), han entendido que una de las tareas cruciales del momento es entender los cambios que se están dando en el mundo y en América Latina y el Caribe, para, de una manera crítica, articular a la educación superior de nuestro país, en el entramado de la educación mundial y regional.

La educación une el pasado con el futuro. Comunica la herencia cultural de las generaciones precedentes a la luz de las exigencias del mundo de mañana. El conocimiento transmitido por la escuela expresa también ese doble movimiento: resume un legado y anticipa posibilidades. ¿Qué sucede, por el contrario, cuando la historia hace una inflexión, abandona el terreno de lo conocido y se abre hacia un mañana incierto como ocurre hoy? En ese momento el piso empieza a cimbrar para todos. Pues de ahí en adelante nuestro drama "se representa en un teatro que nos es extraño, en un escenario que apenas podemos reconocer, y en el curso de cambios escenográficos impredecibles, inesperados, que no comprendemos cabalmente". Llegados a ese punto, también la educación se ve forzada a repensar sus fundamentos, a definir de nuevo sus misiones y medios y a reorganizar sus funciones en un entorno sujeto a acelerados cambios.

Un rápido vistazo a la estadística prospectiva es suficiente para comprender la magnitud del desafío que se avecina. Quienes nacen en estos días se incorporarán a la vida productiva dentro de 20 a 25 años y ejercerán sus labores a lo largo del siglo 21. ¿Qué mundo encontrarán, en qué condiciones trabajarán, cómo se comunicarán, cuánto viajarán, qué tecnologías usarán, cuáles serán sus expectativas de vida, ingreso y consumo?

Sabemos que hacia el año 2025 la población mundial será de alrededor de 8.500 millones de personas, una cantidad casi 50% superior a la que hoy habita la tierra. ¿Integraremos una única aldea global, democrática, caracterizada por relaciones pacíficas entre las distintas culturas o, por el contrario, viviremos en una suerte de apartheid global, atrincherados tras los dioses y valores de nuestras propias e impenetrables civilizaciones? Los desheredados de la tierra—alrededor de 1.300 millones de personas que viven con menos de un dólar diario—¿habrán aumentado como algunos prevén, se mantendrán, o el mundo habrá superado la indigencia? ¿Qué posibilidades tendrán las personas de encontrar trabajo, especialmente en la parte del mundo en vías de desarrollo, si se piensa que sólo en virtud del crecimiento demográfico deberían crearse anualmente 40 millones de puestos de trabajo de aquí al año 2025 en los países de ingresos medianos y bajos? Siete u ocho de cada diez personas trabajarán en el sector servicios, en actividades y oficinas cuya fisonomía habrá cambiado al punto de volverse irreconocibles para los ojos de hoy ¿Y cuántas horas trabajará la gente? Hace 100 años, las personas que vivían en los países hoy desarrollados laboraban en promedio 2.770 horas anuales (de las 8.760 horas que tiene el año); en la actualidad esa cifra es de alrededor de 1.700 horas. Según una previsión, hacia el año 2010 en Noruega se trabajará 1.300 horas al año. Lo anterior significa que continuarán aumentando las horas disponibles para otras actividades. ¿De cuánto tiempo dispondrán las próximas generaciones para aprender y educarse, para el esparcimiento y para viajar? Si pensamos que alrededor del año 2000, mil millones de personas usaban Internet, para entonces o un poco después, ¿cuánta gente trabajará en su casa, leerá libros sin páginas y tendrá por principal mercado las autopistas de la información global?

Asimismo, sabemos que la vida urbana será más intensa y aglomerada; sólo en los países en desarrollo 4.500 millones de personas vivirán en ciudades para el año 2025. De éstas, 17 serán mega-ciudades, cada una con más de 11 millones de habitantes. La gente tendrá que convivir en las calles—no se sabe si armada hasta los dientes o no—y respirar el aire que aún se pueda respirar, si acaso el uso de combustibles fósiles vuelve a quintuplicarse como ha ocurrido a partir de 1950. A su turno, el crecimiento de la población en las ciudades y sus márgenes, las modificaciones del medio ambiente, el incremento generalizado de la esperanza de vida y la resistencia en aumento de los gérmenes que ahora, además, se desplazan a la velocidad de los aviones, incidirán en la salud de las personas. Aparecerán nuevas enfermedades y formas de tratarlas. ¿Ofrecerán la biotecnología y la ingeniería genética una solución, considerando que ya en los próximos años una de cada cuatro drogas será genéticamente producida y que el proyecto del genoma humano abre la posibilidad de multiplicar por 10 a 25 veces los actuales "blancos genéticos" (gene targets) aptos para la medicación?

“En breve, durante los próximos 25 años surgirán escenarios que apenas podremos reconocer, como esas vistas de Magritte que de pronto muestran -desde una ordinaria ventana de cada día- un horizonte inesperado y sorprendente”. (Educación: Escenarios de futuro. José Joaquín Brunner).

Para enfrentar estos desafíos la comunidad de la educación superior, a nivel regional (América Latina y el Caribe) considera que una de las estrategias es hacer suyos los propósitos básicos del Proyecto Tuning, que cada vez es más universal:

• Armonizar las estructuras educativas y contribuir al desarrollo del área de educación superior.
• Plantear el debate sobre la naturaleza e importancia de las competencias generales y específicas, involucrando a los egresados, los empleadores y los académicos.
• Identificar e intercambiar información sobre contenidos curriculares, resultados del aprendizaje, métodos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.
• Mejorar la cooperación y la colaboración interinstitucional en el desarrollo de la calidad, efectividad y transparencia de la educación superior mediante el examen del sistema de créditos académicos.
• Comprender y establecer consensos sobre la naturaleza de los grados y ciclos, tanto en pregrado como en postgrado

Yo creo que a partir del examen de los datos pudiera intentarse un análisis sobre los ejes de construcción de una propuesta de articulación no homogeneizada aunque sí transversal y transparente sobre aspectos concretos de la internacionalización como homologación de títulos, patrones internacionales de medida en cuanto a la intensidad y currícula mínima, proyectos de cooperación y formación de comunidades académicas regionales y suprarregionales; asistencia y transferencia tecnológica y en fin, cualesquiera otros aspectos concretos que permitan superar las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelve el trabajo con el conocimiento en nuestros países.

Creo que pudiera intentarse una articulación entre la lectura descarnada de lo que tenemos, lo que soñamos y lo que la comunidad internacional debe procurar o facilitar para alcanzar niveles de desarrollo relativo en términos de cobertura y calidad.

No sobraría que se hiciera una exploración, así sea meramente intuitiva entre la descomposición social, las desigualdades y la condición elitista del proceso educativo a nivel superior para, en alguna medida, vincular esas lacras sociales con las exclusiones de las oportunidades de movilidad social inherentes al proceso de profesionalización y desarrollo vertical en lo académico del conjunto de la población.

Efectos como los descritos, los hemos padecido con profundos impactos en el caso colombiano en el que la subcultura mafiosa penetró severamente en todas nuestras estructuras sociales por que no hay alternativas de consolidar proyectos de vida dignos y lo hizo primero en los sectores vulnerables de la población y luego en casi todos los círculos sociales permeados por esas subculturas del aceleramiento desmedido en la pretensión de riqueza.

El tema de la violencia y sus causas, debe ser una variable a considerar por los círculos de mayor concentración de la riqueza y la comunidad internacional que nos ha convertido en victimarios antes de tomar acciones y corresponsabilidades derivadas del consumo de sustancias sicoactivas.

Todo lo anterior para ser coherentes con que la universidad es escenario natural para la lucha por la transformación de las sociedades en la que están insertas y a las que se deben y en las cuales resultan tocadas y en no pocas veces determinadas por esas mismas realidades.

Hoy, la universidad colombiana ya no es un mero espacio contestatario de las políticas públicas y viene asumiendo, con mayor ímpetu, su responsabilidad social de ser agente de cambio y de comprometerse con los procesos sociales neurálgicos que conspiran contra la calidad de vida y el desarrollo económico de nuestros pueblos.

Los académicos tenemos responsabilidades históricas no sólo en la comprensión sino en la formulación de nuevos horizontes. Sean bienvenidas las iniciativas que podamos hacer comunes a nuestras aflicciones y sueños.

Muchas Gracias.


Pereira, 16 de marzo de 2006