Artículo enviado por ASPU Risaralda para toda la comunidad universitaria.



El fantasma de la liquidación de la Universidad del Atlántico
Por: Cristóbal Arteta Ripoll

Nuevamente aparece el fantasma de la liquidación de la Universidad del Atlántico. Pero esta vez, acompañado de insinuaciones y declaraciones poco afortunadas, las cuales podríamos sintetizar así: la institución no es viable por el pasivo acumulado que pesa sobre sus espaldas, ni siquiera la ley 550 la puede salvar y la única manera de hacerlo es a través de una reestructuración que signifique, entre otras cosas, la salida del 50% de los trabajadores, la liquidación de la unidad de salud y la proyección de una reestructuración docente. Esta, tal vez, impuesta desde arriba desconociendo la legislación vigente sobre la materia.

Creemos que lo que quiere el gobierno nacional es aprovechar el momento de su crisis para materializar, plenamente, sus desgastados principios neoliberales en el manejo de la educación pública, bajo el argumento de que "la situación extraordinaria que vive la institución exige medidas extraordinarias". No le ha bastado al gobierno nacional el aumento de matrículas, la supresión vía presupuestal de primas consideradas extralegales e ilegales, a pesar de ser concedidas mediante convención, la entrega del Pestalozzi al Distrito, la reasignación de la carga académica y la reducción de la planta docente y administrativa.

Entre más consiguen más quieren y no paran. Pero lo peor: sin dar lo que han prometido. El día de la video conferencia, sábado 10 de Diciembre, para lo cual nos concentramos en el salón Pedro Biava de Bellas Artes, nos quedamos 5 horas esperando las respuestas del señor Presidente a nuestras exigencias y a los compromisos que había adquirido en el consejo comunal realizado en Barranquilla, el día 25 de Junio del año 2.005. Con preocupación y decepción abandonamos el salón de conferencias, sin el menor asomo de propuestas para superar la crisis...

Si el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Hacienda, entrega los recursos que le corresponde legalmente para pagar pensiones y si, al mismo tiempo, acepta revisar el convenio de concurrencia, de conformidad con las sentencias de la Corte Constitucional, La Universidad del Atlántico es no solo viable, sería en adelante una institución con superávit.

Esto lo saben y lo entienden los representantes del gobierno y de la comunidad académica en el Consejo Superior. ¿Pero entonces, por qué se sigue insistiendo, en el marco de la fórmula "todos ponen", que los esfuerzos de la comunidad no son suficientes, que son tímidos, a pesar de que ellos hoy representan un ahorro anual que bordea los 26.000 millones de pesos? ¿Por qué los indicadores que sitúan bien a la Universidad en el contexto nacional le dicen muy poco al gobierno nacional? ¿Qué persiguen con sus insaciables exigencias? ¿Asfixiarnos y llevarnos a un punto de dificultades tales que la Universidad se paralice por sí sola, para luego decir: no la liquidamos nosotros, lo habíamos advertido, si la cirugía no era completa el enfermo se moría? Es decir, el planteamiento en la conciencia del gobierno nacional parece ser: no la liquidemos, no digamos que la vamos a liquidar, su propia dinámica la liquida y salvamos nuestra responsabilidad. O, tal vez, algunos funcionarios estén esperando que pasen las elecciones y si el presidente es reelegido arremeter contra la Universidad.

Pero que quede claro: en la conciencia universitaria somos no solo conscientes de esa reflexión, igualmente, estamos dispuestos y decididos a defender el mejor patrimonio público con que contamos y a enfrentar chantajes, incluyendo aquel que si no vamos más lejos la universidad se hunde.

En este panorama difícil, esperamos seguir contando con la valiosa gestión del actual Gobernador del Departamento, Carlos Rodado Noriega, indiscutiblemente uno de los mejores mandatarios con que cuenta actualmente el país y el mejor aliado de una universidad hoy en crisis, pero optimista de su futuro promisorio.

Con él estamos de acuerdo en la reestructuración y al mismo tiempo con una reforma académica adecuada a los nuevos tiempos que sitúe muy bien a la universidad del Atlántico en el concierto nacional, cumpliendo con calidad sus funciones esenciales y respondiendo a los desafíos del nuevo milenio. Pero, una reestructuración objetiva y necesaria de conformidad con los indicadores universitarios nacionales y fundamentada en los estudios que la Universidad Nacional y otros organismos han realizado. Por su parte, la reforma académica, en lo posible, debe ser discutida con la comunidad universitaria, piedra clave de la democracia y de la autonomía universitaria. El ejemplo de la Universidad Nacional de Colombia es un punto de referencia obligado para el desarrollo de las reformas universitarias en el país.

Además, como estamos en una coyuntura PRE-electoral, le haríamos un bien a la democracia si abrimos un Amplio F o r o para escuchar y controvertir el pensamiento de nuestra clase política sobre la Universidad, en la perspectiva de elaborar un plan estratégico de acciones para su defensa. Un debate de ideas sobre un tema que no se puede abordar mecánicamente es no solo interesante, es viable y necesario.