Comunicado enviado por el Representante Profesoral al Consejo Académico, Gonzalo Arango.



Discurso pronunciado por Héctor Valencia, secretario general del MOIR, durante el acto de presentación de la candidatura al Senado de Jorge Robledo, celebrado en Bogotá el 17 de noviembre de 2005

Por la Soberanía y la Democracia, Combatir a Fondo la Política Uribista


Ante todo, permítanme expresarles que al MOIR lo honra la asistencia de todos ustedes a este acto de reconocimiento a la labor de nuestro principal vocero público, el compañero y senador Jorge Robledo; y agradecerles la oportunidad que nos dan de comunicarles, con la claridad que merecen los amigos, nuestros enfoques y criterios políticos.

Desde hace tres lustros hemos afirmado que las políticas neoliberales y de globalización obedecen a un plan de recolonización emprendido por Estados Unidos. Los tozudos hechos, que hoy se quieren llevar a su clímax con el Tratado de Libre Comercio, han venido corroborando con creces y a diario esta aseveración. Contra tal designio hemos predicado que la lucha por la soberanía nacional debe tener primacía, pues sin esta el país no tiene más futuro que la subyugación.

Se trata simplemente de lograr que los colombianos agrupados como nación en este lugar del planeta, posean independencia para resolver sus propios asuntos y autonomía para labrarse su propio destino. Al servicio de este objetivo primordial debe estar la conquista de los distintos derechos y espacios democráticos.

Ellos constituyen medios indispensables en la batalla por alcanzarlo, siendo precisamente este carácter el que les proporciona significativo valor.

Dos son los escenarios posibles en Colombia: el actual, una nación sometida a los intereses imperiales de Estados Unidos y bajo la dominación de una elite oligárquica, y el por conquistar, una nación con auténtica democracia y plena soberanía. En su mismo enunciado aparece explícito que el antagonismo de ambos escenarios no admite coexistencia alguna. Ni puede pretenderse tener una mezcolanza de ambos, pues entre ellos existe una nítida línea divisoria. Línea que permite determinar el carácter y las tendencias de los distintos partidos y movimientos políticos. Línea que igualmente le traza las fronteras a la izquierda y sirve de herramienta para señalar las inconsecuencias que en su seno suelen presentarse.

Por supuesto, estos escenarios les exigen a los demócratas y patriotas una paladina toma de posición. Razones tendría Dante Alighieri cuando, ante disyuntivas semejantes en momentos de crisis, les asignaba a los neutrales los más tenebrosos lugares del infierno. No cabe imaginarse los que habría reservado para quienes, durante una situación tan crítica como la que hoy atraviesa nuestro país, ensayan condescendencias respecto a sus causas y caen en conciliaciones con sus causantes.

Dentro del mencionado contexto político, el MOIR, un partido afecto esencialmente a la ideología y los intereses de la clase trabajadora, tiene como criterio fundamental unirse con todas las fuerzas, organizaciones y personas que por su consecuencia progresista y su arraigo nacional tiendan a situarse en el escenario de la soberanía y la democracia.

Amigos y compañeros: somos los espectadores contemporáneos de una crisis sin precedentes a la que se ha llevado a la nación. Sus agentes tienen nombre propio: en lo interno, las políticas impuestas por las clases dominantes que han gobernado el país y, en lo externo, la ya más que centenaria política imperialista implantada por el gobierno de los Estados Unidos. La dimensión económica, social y cultural que ha alcanzado tal crisis es inefable. Según el Informe de Naciones Unidas de 2005, vivimos en uno de los diez países más pobres del mundo. Millones de colombianos viven, o mejor, agonizan, en la miseria, mientras muchos millones más padecen insoportable pobreza. Dos millones y medio de niños trabajan y cerca de 250 mil más buscan un empleo. La mitad de todos ellos trabaja jornadas de 16 horas diarias para familias opulentas o acomodadas por 3.000 pesos (US$1.25). Esta situación trágica para cualquier conglomerado humano, y que cubre de ignominia a los sucesivos gobiernos de la oligarquía, se presenta en una sociedad en la que, según Uribe Vélez, rige “una democracia profunda”. Pues bien, una democracia de esta índole, elogiada por los imperios y la reacción como el menos malo de los sistemas políticos, tiene que ser desechada por los colombianos de bien, que son las mayorías, y reemplazada entera y definitivamente por una democracia de nuevo tipo.

La instauración de esa nueva democracia y la conquista de la soberanía nacional definen la actual estrategia del MOIR. Ella preside la acción política de nuestra aún modesta fuerza y explica nuestros empeños en busca de la unidad con otras organizaciones y contingentes políticos y sociales. Cada una de nuestras tareas está enmarcada en las diversas campañas políticas que emprendemos en defensa de los intereses y reivindicaciones de diversos sectores de la población. Y ahora, en desarrollo de nuestro constante batallar contra la política neoliberal y absolutista del gobierno de Uribe Vélez, nos aprestamos a librar una campaña política electoral.

Es necesario precisar que nuestra lucha contra Uribe Vélez no se reduce a rechazar las modalidades grotescas y las manías dictatoriales con que ejerce su gobierno. Nuestro combate se centra en el contenido antinacional y antidemocrático de su política, principalmente su sumisión ante el gobierno de Washington, su rampante aplicación del neoliberalismo, y sus embestidas contra la producción y el trabajo nacionales mientras llena de privilegios al gran capital financiero. La alternativa no puede ser una versión matizada de la política uribista, sin Uribe.

Con tal precisión, nuestra campaña electoral tiene como objetivo impulsar la candidatura a la Presidencia de la República que a nombre de Alternativa Democrática adelanta Carlos Gaviria, y apuntalar la permanencia en el Senado del compañero Jorge Robledo.

Doctor Carlos Gaviria: tomándonos la libertad de traducir a términos políticos el pensamiento de Rafael Gutiérrez Girardot, el respetado y ya desaparecido intelectual que respaldó su candidatura, hoy afirmamos con él que ante “la sangrienta hipocresía provinciana que celebra su autoritarismo sin querer percatarse de que hunde al país en un canto del cisne”, usted encarna en Colombia una auténtica alternativa democrática.

Compañero Jorge Robledo: a través de la historia, los pueblos que se han liberado de muchos de sus males, y el nuestro no es una excepción, han contado en sus gestas con seres ejemplares: hombres y mujeres indomeñables, subversivos de las ideas dominantes, perturbadores de la paz impuesta por déspotas mesiánicos. Son los seres que las generaciones posteriores enaltecen por sus aportes a los grados de libertad política y progreso social que han alcanzado.

Con ese mismo talante, usted, por años, ha expuesto en plazas, calles y veredas del país, y recientemente en el Senado, las razones políticas del MOIR sobre las cuestiones nacionales y sobre los problemas y luchas de las gentes laboriosas. En razón de la coherencia que guarda no solo entre los conceptos que emite sino, lo que es más importante, entre ellos y su conducta política, definido ha quedado ante el país su carácter de hombre de izquierda serio. Así, usted tiene la virtud de incitar a sus compatriotas a ocuparse de la política, a atreverse a pensar en las cuestiones públicas y estatales y a plantearse la necesidad de la movilización en resistencia contra las disposiciones y medidas que los quebrantan. Su labor ha terminado por configurarse como indispensable en la defensa de los intereses de las mayorías y en la forja de la salvación nacional.

Compañeros y amigos: con Carlos Gaviria y Jorge Robledo a la cabeza, pongámonos en pie de lucha y marchemos en pos de una nación soberana donde aliente una nueva y vigorosa democracia.

Muchas gracias.