Artículo escrito por el profesor Vicente Cediel M.Sc. enviado por ASPU UTP.
Y Llegó a la Universidad
Por: Vicente Cediel M.Sc.
Hace apenas treinta años la calidad de la educación pública era superior a la privada. Los docentes laboraban de tiempo completo y eran nombrados y pagados por la Nación. Las bibliotecas no eran muy buenas, no se tenían computadores y en clase difícilmente se usaban calculadoras. Sin embargo, en el campo de la matemática se manejaban la logaritmación, la potenciación, la radicación, la trigonometría, elementos de geometría, algebra, límites, derivadas y algo de integración. No solamente en el campo de la matemática, también en lecto - escritura, ciencias sociales y naturales; química y física eran disciplinas que se veían con cierta profundidad. Había interés por aprender y por enseñar; claro está, faltaba la mano firme del Estado - defensor del sistema educativo- para flexibilizar el currículo e incrementar la cobertura.
Luego, vino la época de "Bienvenidos al Futuro", con la postmodernidad o la modernidad a pesar de vivir en un sistema capitalista atrasado con bastantes rezagos de feudalismo. Llegaron cogidas de la mano la flexibilización de los currículos, la eficiencia, los indicadores de gestión. Con la apertura económica, los educadores empezaron a perder autonomía, el estado viendo que se daba una alta tasa de repitencia y deserción en la educación básica, sin conocer ni analizar las variables que producía este fenómeno, optó por la salida más fácil prohibir la repetición, en otras palabras: la promoción automática en la primaria.
Pasó, lo que tenía que pasar, muchos niños llegaron a quinto de primaria sin saber leer de corrido, sin saber las cuatro operaciones aritméticas básicas, sin el conocimiento elemental de las ciencias sociales, etc.
Los docentes de secundaria se quejaron de lo mal preparados que ingresaban los estudiantes al grado sexto. Se aumentó la repitencia y la deserción en secundaria; éstas que se deben a fenómenos propios del sistema capitalista atrasado en el cual vive el país: Desplazamiento del campo a la ciudad, desempleo, hogares destruidos por la violencia, hombres irresponsables que abandonan sus hijos a la suerte del sistema, falta de recursos para uniformes, libros, cuadernos, transporte, incluso alimento y mala preparación previa para acceder a saberes más complejos.
El sistema como no puede solucionar tan grave problemática, ataca la más fácil: prohibir la repetición escolar, en la nueva ley de la "revolución educativa" se incorpora que sólo el 5% de los estudiantes matriculados pueden repetir el año. De 40 estudiantes matriculados en un curso solo 2 pueden perder el año, 38 pasan. Los estudiantes son "vivos" y hacen cálculos de las materias que van perdiendo: "yo solo llevó perdiendo tres, ciencias sociales, ciencias naturales y matemáticas, Álvaro y Juan Manuel llevan estas tres y otras dos, esos son los que van a perder el año, si señor." Así el panorama de la educación se oscurece cada vez más.
Los estudiantes del 5% son los que están llegando a la universidad, como los docentes de secundaria saben que hagan lo que hagan, los estudiantes ni van a poner atención, ni están interesados en aprender, entonces ellos tampoco van a enseñar. Así entre estas dos tendencias se forman los nuevos bachilleres del país.
Hoy está llegando a la universidad el producto de la gran revolución educativa. La universidad recibe el problema y no tiene herramientas para solucionarlo y opta por las mismas propuestas que le indican "el progreso": flexibilizar el currículo. Para dar un ejemplo del significado de estas palabras, flexibilizar los salarios para los capitalistas significa disminuirlos, flexibilizar los contratos es acabar con los contratos a término indefinido y birlar las prestaciones sociales de los empleados. Ahora sí podemos entender que los órganos de poder al interior de la universidad propongan la flexibilización, el incremento en la cobertura y la disminución de la repitencia.
Las propuestas de la universidad van en este sentido: No hay prerrequisitos, pierda la asignatura por dos veces y seguirá su carrera tal cual, al final cuando necesite el título regresará a presentar los exámenes de suficiencia y el docente dolido por tan penosa situación disminuirá su exigencia y permitirá que haya un nuevo profesional para la "sociedad del conocimiento", así sea para engrosar el ejercito del desempleo calificado.
Los docentes de matemáticas lo advierten en su carta, están llegando estudiantes que no tienen las herramientas conceptuales para cumplir los objetivos de la asignatura matemática I. En Medicina tenemos igual problema, no tienen herramientas básicas de química, física y matemáticas y con tales falencias se enfrentan en primer semestre a la asignatura de bioquímica, con resultados desastrosos. Se acumulan los estudiantes que deben presentar el examen de suficiencia y que semestre a semestre lo postergan, igual ocurrirá con biología celular y fisiología. Los docentes del departamento de ciencias básicas médicas solicitamos al Consejo Académico que el número de exámenes de suficiencia tuviese un tope, tanto en el número de asignaturas como en el número de exámenes presentados; la respuesta que nos dio el Decano, consultada con la comisión designada por el Consejo Académico para tal fin, va en la vía de la "revolución educativa": no se puede, no es posible, si ustedes quieren tal cosa, aprueben que las asignaturas de ciencias básicas sean materias prácticas. Vaya que lógica de razonamiento tienen los directivos académicos al interior de la universidad.
Hoy se levantan los prerrequisitos, se permite la cancelación de la asignatura hasta el último día de clase, se hacen cursos "remediales" o intersemestrales, mañana la tasa de repitencia no podrá ser mayor del 10% (para ser el doble de exigentes a la secundaria) y luego la Universidad Pública será competitiva con las Universidades de garaje o privadas, todas igual de mediocres, así "trabajen para la excelencia". Urge una discusión seria en torno al tema, no para satisfacer al cliente, sino para mantener el llamado buen nivel académico.