Discurso del Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. Luis Enrique Arango Jiménez en el acto de Reconocimiento ofrecido por la Escuela de Administración de Negocios EAN.
DISCURSO RECONOCIMIENTO EAN
Bogotá, 14 de Octubre de 2005
Resulta de elemental cortesía empezar estas palabras con el agradecimiento de la Universidad Tecnológica de Pereira a la Escuela de Administración de Negocios EAN que en un generoso acto de gallardía y colegaje nos convocó a este reconocimiento. Sin duda, razón tienen quienes afirman que la frontera entre las universidades públicas y privadas está desapareciendo entre la identificación de propósitos comunes que nos mueven a la acción. No en vano resulta claro que nuestra misión es la misma: formar seres humanos con sentido de responsabilidad social con conocimientos y habilidades que les permita promover cambios en la sociedad que potencien su desarrollo y proyecten escenarios de condiciones de vida cada vez mejores para los colombianos.
Cuando en las Universidades se superan las incertidumbres, y las comunidades que habitan o circulan en ella se hacen más concientes de su papel y aporte, no cabe ninguna duda de que los propósitos y metas que las animan se dinamizan y fortalecen. El Sistema Nacional de Calidad de la Educación Superior creado por la Ley 30 de 1.992 y que impulsa con ahínco el actual Gobierno Nacional, nos ha puesto en el camino del auto examen, de la reflexión serena e intensa sobre nuestras fortalezas y debilidades y de la cultura del mejoramiento. Hoy, debemos reconocer que estos nuevos elementos de la gestión universitaria están aportando significativamente al proceso de crecimiento sostenido del sistema de educación superior de nuestro país, en beneficio colectivo de toda la sociedad.
En el mundo actual los procesos de calidad certificada son irreversibles y hacen la diferencia; así como el conocimiento ha desplazado al capital en importancia como factor de producción, la calidad se está volviendo un factor preponderante en la comercialización de bienes y servicios. Se certifican los procesos, los productos, las organizaciones, la gestión, las competencias laborales, las profesiones, etc. Hacerse a un lado es rezagarse inexorablemente. La globalización trae consigo la competitividad y ésta implica que los sistemas de calidad vayan avanzando y creando nuevos referentes a nivel regional, nacional y mundial.
Uno de los elementos del sistema de calidad es la acreditación voluntaria de programas y de instituciones, que aunque en un comienzo las comunidades académicas la miraron con recelo, hoy en día se ha vuelto un referente de mucha importancia para las instituciones y para la sociedad.
La Universidad Tecnológica de Perera así lo percibió y se dio a la tarea de buscar primero la acreditación de sus programas y más adelante, al cumplir las condiciones mínimas, a buscar la acreditación de la institución como un todo.
Finalmente lo logramos y debo confesar que estamos muy satisfechos y además agradecidos del gran reconocimiento que hemos recibido a lo largo y ancho del país, dentro del cual se inscribe naturalmente el que hoy ustedes noblemente nos prodigan.
No obstante, debo aclarar que la Acreditación Institucional conferida a la Universidad Tecnológica de Pereira no es un punto de llegada; no constituye una meta en sí misma, es, por el contrario, un gran compromiso y un enorme desafío, pues los sistemas de calidad, cualquiera de ellos, están edificados en la lógica del mejoramiento indefinido.
Los estándares de la calidad no son estáticos, ellos van moviéndose en la medida en que el sistema en su conjunto va mejorando; al fin y al cabo los mejores siempre serán una élite que va adelante, jalonando a los demás. Así, concibo la Acreditación de Calidad, como un estado de transición donde no hay nada definido en términos absolutos; vamos adelante, pero otros vienen detrás con ganas de pasar al frente. Y esta sana emulación es la que debe proyectar al sistema de educación superior en su conjunto.
No es entonces la Acreditación una oportunidad para aflojar el paso; por el contrario, adquirimos la enorme responsabilidad de continuar mejorando cada día superando nuevos retos y validando, en el permanente discurrir, la enorme distinción que nos ha entregado el Estado Colombiano.
Los logros de la Universidad Tecnológica de Pereira no son fortuitos; contamos con un grupo humano calificado y comprometido con la causa de la educación superior; Directivos, trabajadores y docentes, son personas de reconocidos méritos que hacen de la Universidad su proyecto de vida y ponen en ella lo mejor de sus energías.
Desde el Consejo Superior, en la cúspide del Gobierno Universitario, hasta en la base misma de la organización, encontramos un deseo ferviente de hacer las cosas bien. Con un recurso de esta naturaleza, no existen barreras para el éxito que no sean franqueables y las principales dificultades están en seleccionar el camino, asumiendo los riesgos que sean necesarios; una vez tomada la vía decidida, en la paciente labor de una comunidad comprometida, aparecen los logros como una consecuencia inevitable.
Otro factor que ha facilitado la tarea, es el respeto del establecimiento político por la Universidad y su autonomía; esta Universidad jamás ha estado secuestrada por intereses subalternos. La clase política le ha ayudado a conservar su ethos libre de presiones, dejándola discurrir como una empresa auténtica del conocimiento donde lo académico es lo que prima por encima de todo. Malas son las comparaciones, pero no ha sido así en otras latitudes donde infortunadamente se han dado experiencias lamentables.
Otra gran fortaleza que quiero resaltar es la apropiación de su universidad por la ciudad y la región. La Tecnológica le pertenece a Pereira y a la Región y todas las fuerzas sociales la viven y se la apropian en sus dificultades y desafíos. Contamos con todos a la hora de congregarlos porque la comunidad nos entiende como suya. Esto, es una forma de prestigio social y pertinencia. Todos saben que ésta es la única universidad pública con la que cuentan y encuentran además a los mejores en permanente compromiso de hacer lo que esté a su alcance para el beneficio de la comunidad sin exclusiones.
Una legión de más de quince mil egresados en las diversas disciplinas diseminados por el país y por el mundo, llevan en alto con orgullo la insignia Tecnológica, como debía de ser y se regocijan con el reconocimiento entregado en buena hora por el Gobierno Nacional. Saben perfectamente que los principales beneficiados de la Acreditación son ellos mismos al valorizar sus credenciales académicas, que a partir de ahora, tienen el respaldo de un reconocimiento oficial de calidad para la institución de donde provienen. Otro tanto, podría predicarse de los estudiantes actuales y los venideros.
La Universidad debe ser un centro de debate, de crítica frontal pero informada, no ligera y espontánea. A veces uno se duele de tanto tiempo perdido por la falta de una actividad más fundada en razones reales y menos acomodada a intereses politiqueros de corto plazo. En fin, la Universidad es eso: contrastes y contrapuntos y jamás debemos siquiera pensar que deba ser diferente. Ella, debe ser un punto de tránsito donde los intereses particulares le cedan el terreno a los intereses generales y a la racionalidad; no concibo una universidad militante, sesgada a una sola manera de ver las cosas. Debe ser un sitio de encuentro, un escenario de intercambios, de tolerancia a lo diverso, de valoración de la diferencia, una provocación a pensar el futuro.
Todo eso quiere ser la Universidad Tecnológica de Pereira y bajo estas presunciones se mueve su comunidad Universitaria quien en su cotidiano trasegar ha hecho suya esta concepción en la práctica. En este continuo caminar no ha estado sola; ha tenido la compañía y solidaridad permanentes de toda la sociedad a quién se le debe.
Siendo tan jóvenes, nuestra universidad cuenta con un poco más de cuarenta y cuatro años de historia, hemos logrado posicionarnos como una de las universidades de gran desarrollo en la investigación; los académicos de la Tecnológica están dispuestos a superar la universidad profesionalizante por un auténtico centro de producción y transformación del conocimiento en todas las áreas con que contamos; no sólo en la ciencias naturales sino también en las ciencias sociales, donde el compromiso desplegado con acciones que abordan esas temáticas dan fe de la integralidad de nuestras preocupaciones.
Pero, a pesar de los éxitos que hoy festejamos, la Universidad sabe que es más lo que le falta por hacer que lo que ha avanzado: tenemos una deuda inmensa todavía por saldar.
Nos preocupa la articulación de la educación técnica y tecnológica; no estamos satisfechos. Compartimos las preocupaciones con el Presidente Uribe en este campo. Siendo nuestra Universidad pionera en la formación tecnológica; habiendo acreditado el primer programa de esta modalidad en Colombia, está llamada a ser promotora de las soluciones que reposicionen la formación técnica y le den conexión y continuidad dentro del sistema de Educación Superior.
Queremos trabajar mucho más el concepto del empresarismo en la Universidad; mas profesionales decididos a crear sus propias soluciones laborales a través de la iniciativa privada y menos puesto - dependientes esclavizados a una sola perspectiva de desempeño profesional.
No estamos conformes con la altísima deserción que está reportando nuestra Universidad, tenemos que hacer esfuerzos innovadores para reducirla. Las pobreza, que es evidente, está frustrando nuestros deseos y debemos todos a una, encarar este desafío. Avanzar en la equidad social es un imperativo para nuestra Universidad.
No estamos satisfechos con los impactos de la investigación en los procesos productivos; tenemos que llevar la investigación y la innovación al terreno de lo concreto para potenciar nuestro desarrollo. Debemos jugar un papel más decisivo en la construcción del sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación Regional.
No estamos todavía conformes con los avances en el bilingüismo; aunque hemos hecho bastante con establecer un cierto nivel de suficiencia como requisito de grado, hay que avanzar mucho más y sobre todo universalizar el bilingüismo a toda la comunidad.
No estamos conformes con el número de doctores de nuestra plantilla de docentes tenemos que hacer mayores esfuerzos para subir este índice como única garantía de verdadero progreso en el logro de nuestros cometidos misionales.
Los beneficios que nos otorga la Acreditación Institucional se deben aprovechar innovadoramente; la Universidad debe crecer en la región y fuera de ella a través de alianzas con otras instituciones que aprovechen las infraestructuras existentes. El conocimiento y la calidad alcanzadas deben irrigarse en la medida de las posibilidades, para que ellas no sean un tesoro excluyente sólo apto para la autocontemplación, sino una herramienta para progresar en los cometidos misionales.
Con ella podemos avanzar, preservando la calidad académica que nos distingue, en el abordaje, estudio y solución de tan variados retos que nos presentan los tiempos que corren. Sabemos que en este cometido no estamos solos, otras Instituciones de educación superior reman en la misma dirección; a ellas les queremos decir que cuenten con nosotros, no los vemos como competidores sino como aliados en la tarea de contribuir a la sociedad en la búsqueda de mejores condiciones que nos permitan aliviar la situación de pobreza, donde hay que confesar que no hemos pasado el examen.
No puedo finalizar sin reconocerle a la EAN el aporte que nos brindó en los convenios de especialización en gestión tecnológica de la cual tuvimos tres cohortes y en la profesionalización de tecnólogos industriales en Administración de Empresas. En el primer caso fue la primera oferta hecha por la Universidad en esta importante temática y en el segundo, la oportunidad para dar respuesta a nuestros egresados en disciplinas afines a su formación original evitando el desvío de los mismos hacia otras instituciones que les ofrecían soluciones en áreas diferentes. Hoy en día, la Universidad tiene sus propios programas después del fecundo ejercicio con la EAN.
Gracias mil a los Directivos, docentes y miembros del Consejo Superior de la Escuela de Administración de Negocios EAN, en cabeza de su presidenta Cecilia Crissien de Perico, a su Rector Jorge Enrique Silva Duarte y a todas las personas que hoy nos hacen este importante reconocimiento para todos nosotros.
También, aprovecho la oportunidad para felicitar a esta Institución en su aniversario, desearle muchos éxitos y hacerle un enorme reconocimiento por la labor académica ejercida durante sus 38 años de existencia.
Muchas gracias,
LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector
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