Aspu Risaralda envía el siguiente comunicado para toda la comunidad universitaria.



Matemáticas elementales para el TLC
Aurelio Suárez Montoya
asuarez_montoya@hotmail.com
9/20/2005

Está por cerrarse la capitulación de Colombia ante Estados Unidos en el TLC, avisada para la ronda duodécima de negociación que se inicia esta semana en Cartagena. El interés de "terminar cuanto antes" zanjará las "diferencias" mediante la subordinación política. Para justificar tan reprobable conducta, el ministro Botero anunció que "no respetará pinta" y pregonó que Colombia alcanzará "acceso al mercado más grande del mundo". Pretende validar así la alteración institucional que conlleva el TLC en perjuicio de las mayorías, incluida la relegación de sus derechos fundamentales por la concesión de gangas a capitales y mercancías estadounidenses.

Un ejercicio matemático, salido de las cuentas del comercio exterior de Estados Unidos, permite dilucidar si el pregonado éxito para las exportaciones colombianas es realidad o quimera.

Según el Banco Mundial, el ingreso total de los 293.5 millones de norteamericanos, de 41.400 dólares anuales por cabeza, llegó en 2004 a 11,7 billones (con doce ceros). Algunos estiman que esa cifra colosal, la tercera parte del ingreso mundial, es la suma que Estados Unidos piensa gastar comprando productos de Colombia. La primera noticia al respecto es que de ella apenas dedica menos de 8 dólares de cada 100, 1,48 billones, para adquirir mercancías extranjeras, el grueso se consagra a comprar artículos producidos en los mismos Estados Unidos. No obstante, por su crisis energética, el Imperio gastó en 2004 casi 207.000 millones en combustibles minerales, de ellos Colombia alcanzó a proveer sólo cerca del 1,8%. Con el 1,2 billón de dólares restante, Estados Unidos importó automóviles, y autopartes por 230.000 millones, Colombia no vendió un dólar. Las compras externas norteamericanas de bienes de capital, computadores y accesorios, maquinaria industrial, equipo de telecomunicaciones, médico, aeronáutico y para manejo de materiales, semiconductores e instrumentos de medición, entre otros, coparon 350.000 millones en 2004.

Se sabe que Colombia, de eso, tampoco suministró nada.

Descontando los reglones descritos, en los que el país no tiene asomo, quedan 600.000 millones como saldo disponible para la colocación de productos nacionales. De dicha cantidad, descontando lo ya nombrado en energéticos, se consumen otros 200.000 millones de dólares en materias primas y materiales extranjeros para la industria. Sobresale el gasto de cerca de 100.000 millones en químicos, cosméticos, orgánicos, inorgánicos, médicos y plásticos; Colombia de tal universo facturó sólo 130 millones, 0,13% del total. Las otras materias primas son aluminio, cobre, zinc, caucho, lana, seda, algodón, materiales nucleares, papel, madera, bauxita, vidrio, minerales no metálicos, níquel, cemento y oro. De éstas últimas, Colombia vendió 600 millones (488 en oro) para ser escasamente el 0,73% del total del rubro de insumos.

De los algo más de 400.000 millones restantes, Estados Unidos compró 370.000 en bienes de consumo. Con excepción de vestuario y textiles, algo de cuero y algunas manufacturas metálicas, Colombia no produce nada de lo que cubre el gasto mayor de importaciones de consumidores finales en Estados Unidos: farmacéuticos, televisores, electrodomésticos, diamantes, joyería, bienes para hogar y cocina, alfombras, motocicletas, artículos deportivos, juegos y juguetes, equipo de fotografía e instrumentos musicales. De los bienes finales, Colombia es tan sólo 654 millones de dólares, el 0,18%.

Finalmente, en el ramo de alimentos, bebidas y piensos, de 60.000 millones de dólares que se demandan de géneros foráneos en Estados Unidos, el café, con 350 millones, el banano, con 150, el azúcar, galletas y confites, con 60, los camarones, con 29, y los cigarrillos con 60, suman una participación colombiana de 650 millones, el 1,1%. Lo peor es que en renglones donde los turiferarios del TLC hablan de \"intereses ofensivos\", como en tabaco o lácteos, Estados Unidos compra afuera cantidades que apenas superan 1.000 millones de dólares al año, algo irrisorio.

Aparte de ciertas variedades de flores, Colombia no produce nada de importancia de lo que demanda el mercado de Estados Unidos; quienes sí lo hacen no han requerido firmar un TLC, es el caso de 26 de los 30 principales proveedores.

Las cuentas anteriores muestran que por el sacrificio de muchos, con bajos salarios, desplazamiento y desempleo en el TLC, únicamente se recibirán unas cuantas monedas cuyos destinatarios serán los mismos de siempre. ¿Será que el ministro Botero, que califica como amañados los argumentos y procedimientos de los opositores al TLC tampoco creerá a las matemáticas elementales que lo desnudan y lo dejan sin \"hoja de parra\"?


Declaración de Parlamentarios, Congresistas y Legisladores de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia frente al TLC


El TLC sacrifica los intereses nacionales
Van más de un año y once rondas de negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) andino con Estados Unidos, proceso en el que se ha confirmado la intransigencia de los EE.UU. ante temas extremadamente sensibles para las economías de nuestras naciones y la falta de firmeza de los negociadores gubernamentales andinos. Por ello, los parlamentarios de Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia abajo firmantes alertamos a nuestros pueblos sobre los graves peligros que nos amenazan. No podemos sacrificar el desarrollo futuro de nuestros países, afectando en especial a los más pobres y limitando seriamente la capacidad de nuestros Estados de cumplir un adecuado rol regulador y redistribuidor, que contribuya a eliminar las brechas de inequidad e injusticia hoy existentes en nuestros países.

Si bien las relaciones económicas internacionales pueden contribuir positivamente con el mayor desarrollo de los países, también es cierto que ellas pueden ser muy negativas, especialmente si no se fundamentan en acuerdos tramitados en pie de igualdad, que reconozcan las asimetrías existentes, que implementen los mecanismos adecuados de compensación y que busquen el beneficio recíproco, a partir del más celoso respeto de las soberanías nacionales.

Esos acuerdos no deben impedir la protección y el desarrollo de los respectivos mercados internos, pues éstos son base insustituible del progreso de las naciones y de los sanos procesos de integración entre los países.

El TLC es mucho más que un acuerdo comercial; es un compromiso político y económico de largo plazo que definiría nuestro modelo de desarrollo. El interés estrictamente comercial de los EE.UU. en nuestra región es secundario, frente a los intereses geopolíticos que tiene en nuestra región. Temas como la política antinarcóticos y de seguridad, el acceso a las importantes reservas de energía, petróleo y fuentes de agua, así como de los recursos biogenéticos andinos y amazónicos, son de gran interés para los EE.UU. Nuestros países, no pueden perder la capacidad soberana de definir su propio modelo de desarrollo, la seguridad y estabilidad regional, la sostenibilidad de nuestro medio ambiente y los procesos de integración regional, con el argumento de acceder con algunos de nuestros productos al mercado de los EE.UU.
Por medio del TLC, los EE.UU. pretenden consolidar el llamado Consenso de Washington, rebasar los propios acuerdos de la OMC y profundizar las reformas neoliberales, lo que empeorará las condiciones de subdesarrollo y pobreza de nuestras naciones. Lo definido hasta el momento implicará un aumento de las importaciones subsidiadas que arruinará importantes sectores industriales y agrarios, envilecerá los salarios y los derechos de los trabajadores y aumentará los impuestos a los sectores populares, mientras se reducen los de los monopolios y las transnacionales.

EL TLC lesionará el desarrollo, la salud pública y la seguridad alimentaria de los países andinos. No podemos aceptar las pretensiones de los EE.UU. que restringen nuestra capacidad de proteger al agro y a la industria de nuestros países, frente a los descomunales subsidios que les mantiene a sus productores. Los servicios (banca, salud, telecomunicaciones, educación, etc.) serán acaparados por los monopolios estadounidenses. Se endurecerán las normas de propiedad intelectual, fortaleciendo los privilegios de las transnacionales farmacéuticas y se encarecerán los medicamentos y agroquímicos. El TLC arrebatará los recursos biogenéticos y los conocimientos tradicionales indígenas de nuestros pueblos. El sistema de justicia nacional se perderá por el establecimiento del mecanismo de solución de controversias del TLC.

Nuestros países deben garantizar la promoción de sectores estratégicos y sensibles para nuestros pueblos, así como la promoción y resguardo de nuestra diversidad cultural. Ciudadanos peruanos, bolivianos, ecuatorianos y colombianos: suficientes y fundadas son las razones para aumentar en cada país la resistencia civil en la defensa de los intereses nacionales y regionales y el rechazo al TLC Andino con Estados Unidos. Debemos incrementar los esfuerzos por coordinar la oposición al tratado. Cuenten con que nosotros, como parlamentarios, jugaremos el papel consecuentemente democrático y patriótico que nos corresponde en la lucha por defender los intereses nacionales impulsando una adecuada integración basada en un fuerte desarrollo nacional.

Cartagena, septiembre 22 de 2005

Por Colombia

Carlos Gaviria, Jorge Enrique Robledo, Luis Carlos Avellaneda, Antonio Javier Peñalosa, Efrén Tarapués, Wilson Borja, Venus Albeiro Silva, Alexander López, Jesús Bernal, Germán Navas Talero, Lorenzo Almendra, Antonio Navarro Wolf, Gustavo Petro, María Isabel Urrutia

Por Ecuador
Luis Villacís, Xavier Cojilema, Julio González, Estuardo Remache, Antonio Posso, Ernesto Pazmiño Granizo, Jorge Guamán, Sandra Palacios, Ricardo Ulcuango, Domingo Tanguila, Carmina Ledesma, Miguel López, Edgar Ortiz, Miriam Garcés, Marco Morillo.

Por Perú
Javier Diez Canseco

Por Bolivia
José Bailaba Parapaino, Alejandro Zapata, Antonio Peredo, David Mejia Gareca, Efraín Mamani, Manuel Morales Dávila, Policarpio Castañeta Yujra, Eduardo Berdeja, Dionicio Núñez, Lucia Mayta, Isabel Ortega, Germán Ixiamas, Edmundo Novillo, Martha Andia, Haydee Velásquez, Alberto Aguilar, Germán Choquehuanca Gustavo Torrico, Rosendo Copa, Rosendo Flores, Florencio Mamani, Bonifaz Bellido, Carlos Sandy.