Discurso del Rector (E) de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ing. José Germán López Quintero, durante la ceremonia de graduación el 15 de abril de 2005 en el Teatro Santiago Londoño.



CEREMONIA GENERAL DE GRADUACIÓN
15 DE ABRIL DE 2005

(LISTADO DE PROTOCOLO)

El carácter académico y solemne de este acto de graduación constituye ya una tradición en la vida de nuestra universidad. Aquí, nos reunimos con la solemnidad que demanda la simbología que recoge la ceremonia, para separar espacio a la palabra en cuya textura podemos recoger cuánto sentimos y vivimos. Son momentos de especial significación que en alguna medida nos marcan y que representan escenario propicio a la gratitud y las evocaciones de una larga etapa que clausura y que denota el inicio de las eviternas jornadas que esperan a nuestros graduandos en la dura briega por el conocimiento que las sociedades contemporáneas han impuesto.

En efecto, lo vertiginoso del avance de la ciencia y la tecnología nos llevan a umbrales nuevos en cada día y las competencias y recursos académicos que les hemos entregado y que hoy certificamos ante la sociedad, deben ser cultivados sin desmayo por la diáspora incesante en que el conocimiento se difunde y transforma y avanza. Siempre estaremos aquí, dispuestos a ofrecerles nuestras mejores herramientas y esfuerzos para ser compañía en la jornada de actualizarse y superarse y coquetear y seguir a la ciencia en sus irrepetidos desarrollos. La educación continuada y el proceso de aprendizaje desde la cuna a la tumba son axiomas que no se discuten. Tenemos que continuar estudiando por siempre y siendo armónicos con la enseña que el hombre es un ser en permanente e inacabado proceso de crecimiento.

Seguramente la mayoría de los presentes reconoce que esta Universidad goza del respaldo y aceptación social como una casa de estudios respetable, seria y de una importante tradición académica no obstante su juventud, estamos cumpliendo este año 44 años de actividades académicas, y aún a pesar de las dificultades estructurales que en el campo administrativo y financiero son constantes en las Universidades estatales.

Jamás nos hemos detenido ante las adversidades. El país demanda soluciones y la Universidad está obligada, con la sociedad en su conjunto, a formularlas.

Es también momento a la evocación: Hoy recuerdan con cariño y con profunda nostalgia toda la transformación que sufrieron en su paso por nuestras aulas. Llegaron con el acento brioso de los adolescentes con más desafíos que respuestas; arribaron al claustro con las expectativas a flor de piel y mitigadas sólo por los afanes del ser. Tuvieron espacio al encuentro y conocieron y disfrutaron de los suyos, se enamoraron y contribuyeron con sus fatigas a la reciedumbre de sus rasgos actuales. Hoy, matriculados en la madurez que recoge tanta enseñanza, habrán de administrar y proyectar su pensamiento y obra en una sociedad urgida de respuestas. Las responsabilidades que enfrentarán en sus nuevos desafíos deben ser atendidas con la mácula de nuestros blasones tecnológicos, porque creemos y soñamos a nuestros egresados inmersos en la solidaridad y la responsabilidad con la Patria reclamada que tanto nos urge. Colombia es una sociedad profundamente desigual y que enfrenta enormes dificultades. Ustedes, constituyen fuente de esperanza.

El papel de las universidades es lograr la transformación de la sociedad en su conjunto y lo hacemos dentro del tríptico misional que todos conocemos: la investigación, para abordar y resolver los problemas que acosan a la humanidad: la proyección social, para intervenir en el entramado social brindando soporte y bálsamos a sus deliquios y con la docencia para hacer de ustedes, probado esfuerzo de profesionales íntegros, de inmensa estatura ética, ajenos por todo a las prácticas que tanto daño le causan a nuestra Nación.

Las herramientas con las que cuentan, brindadas con el profesionalismo y dedicación y mística de nuestra universidad, los acompañarán en su desempeño profesional. No duden en ponerlas al servicio del interés colectivo y no cedan a la pretensión de las fortunas ruinosas, fácil y execrablemente construidas sobre el derrumbe moral de las costumbres.

Que nos estamos transformando permanentemente, no queda duda. Pero que de pronto corramos el riesgo de perder lo que nos es propio: la calidad, responsabilidad y seriedad de nuestro trabajo, es también una preocupación para nosotros y entendemos que la Universidad no se transforma para empeorar. La calidad seguirá siendo nuestra impronta. Testimonio de ello es el liderazgo que en los procesos de Autoevaluación y de Acreditación de programas como de Acreditación Institucional, registra la Universidad.

En efecto, la Universidad Tecnológica de Pereira forma parte de ese muy selecto grupo de Universidades que en el país han logrado éxitos importantes en el reconocimiento de su calidad. El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Educación Nacional y del Consejo Nacional de Acreditación, CNA, nos ha extendido certificación de altos estándares de calidad en varios programas que han culminado este proceso de Autoevaluación y ya estamos trabajando por la renovación de la Acreditación de los programas que ya la habían obtenido. El próximo mes de mayo tendremos la visita de cinco (5) pares académicos externos, uno internacional entre ellos, los cuales nos evaluarán con el propósito de obtener la Acreditación Institucional. Solamente una Universidad Pública, la Universidad de Antioquia ha logrado tan honroso reconocimiento.

Estamos cambiando permanentemente, lo que no es fácil en organizaciones tan complejas como la Universidad, pero lo hacemos con la convicción que vamos en la dirección correcta y con el acopañamiento necesario de la Alta Dirección de la Universidad, representada en los Consejos Superior y Académico.

Es tiempo de gratitud: A sus padres y familiares, a sus hijos y cónyuges a sus cercanos por todo el apoyo recibido. También a sus profesores y a todos quienes en la Universidad contribuyeron para este primer episodio exitoso. De nuestra parte, agradecemos sus esfuerzos y el logro de sus cometidos que también nos comprometen con la sociedad expectante que nos sigue.

Enhorabuena, la copa está servida y las mejores viandas los esperan en lontananza: bebed con la moderación del sabio y comed con la prudencia de los hombres y mujeres de bien. Los banquetes del éxito se cocinan con la fuerza de la voluntad responsable de servir a los demás.

Muchas felicitaciones a todos y los esperamos por siempre entre nosotros: en nuestros postgrados o en las oportunidades de educación continuada donde los convocaremos a renovar el avance de la ciencia. Egresan de la Universidad pero los espera una nueva matrícula con la Asociación Nacional de Egresados, entidad a través de la cual la Universidad puede mantenerlos en contacto y derivando una gran variedad de servicios y oportunidades: recuerden que ser Tecnológico es un atributo que nos demanda recíproca solidaridad y compromiso, como habrán de jurarlo en breve. En cualquier caso, es deber de todos hacerse partes de la Asociación Nacional de Egresados por cuyo conducto siempre los identificaremos como la parte más importante de nosotros.

Ruego a todos que, previo a la culminación, me acompañen en acto de reconocimiento póstumo al graduando FILIPPO ANDRÉS VERA MURILLO cuyos familiares reciben el título póstumo de Administrador del Medio Ambiente y a quien, por los recios avatares de la vida, no podemos contarlo entre nosotros. Sus familiares forman parte cercana de nuestra comunidad académica, su progenitores fueron probos funcionarios administrativos de nuestra Universidad y su tío el Ingeniero José Joaquín Murillo Saavedra, profesor por más de 30 años. La memoria de FILIPPO ANDRES merece el sitial que hemos reservado para él y al hacer entrega de su Diploma en grado póstumo, la Universidad lamenta y hace suyo el dolor que embarga a esta familia por la insondable sombra de una pronta partida en viaje eterno: Les pido, que se pongan de pies y honren esta memoria con un minuto de silencio.

La felicitación final no será únicamente para quienes alcanzaron la meta que algún día se trazaron, es necesario extenderla a las familias que tuvieron, muchas veces, que realizar sacrificios para poder permitirles, señores graduandos, el que pudieran culminar satisfactoriamente sus estudios. Ustedes la merecen tanto como ellos.

Señores egresados: Nos embarga la emoción del deber cumplido, ahora hagan ustedes lo suyo.

Muchas gracias.


JOSÉ GERMÁN LÓPEZ QUINTERO
Rector Encargado