Como autor de la nota acerca de los profesores transitorios debo aclarar que no debe ella entenderse dirigida contra persona alguna sino contra unas condiciones aberrantes u odiosas de las cuales quienes por función administrativa deben moverse en ellas, son ellos prisioneros.



No pretendo hacer de juez ni moralista pues en esto me atengo a lo que el viejo Marx expresara en el sentido de que no puede hacerse responsable a las personas de condiciones o circunstancias de las cuales ellos mismos son simples creaturas. El problema radica -en mi opinión- en una lógica de funcionamiento de la U. que debe ser superada y en esto hay que decir con claridad: una golondrina no hace verano.

Pienso si que la situación deviene en oportunidad para desatar cambios que no surgirán como propuesta ni del Espíritu Santo o entidad similar sino de acuerdos de voluntades que estamos todos en mora de empezar a formar.

Sería por ejemplo ejemplar que los profesores afectados formen espíritu de cuerpo, avancen en la formación de su propia identidad y como comunidad y no como individuos aislados empiecen a promover y a asegurar sus derechos fundamentales; sería interesante que estos profesores junto con las directivas sindicales y la rectoría de la Universidad, acordaran buscar la intervención de un tercero o amigable componedor que teniendo como eje la sustancia de los derechos laborales ponga sobre la mesa posibles soluciones en JUSTICIA (así con mayúscula).

Creo que es una preciosa oportundidad para comprometer a la Defensoría del Pueblo para que, integrando un equipo interdisciplinario con otras instituciones de control, propongan alternativas de solución a lo que me parece no es simplemente un juego de ajustes y desajustes en cargas laborales. Hay convenios vigentes de cooperación institucional que deben sacarse de las gabetas y puestos en operación.

Si, y esto por favor toménlo con buen humor y una tasa de chocolate con canela, además, mientras el equipo de abogados administrativistas (sic) o expertos en derecho público produce sus recomendaciones, podría aprovecharse el tiempo haciendo entre todos los implicados un ritual de yagé a ver si modificando el estado de conciencia podemos empezar a modificar esta vergonzosa y molesta "realidad".

Cordialmente,
Guillermo Aníbal Gärtner Tobón
Profesor Asociado UTP