El diablo en la UTP y la reacomodación de la planta docente Guillermo Aníbal Gärtner Tobón
Departamento de Humanidades e Idiomas.



En alguna parte de su obra escribió Bertold Brecht que para los de arriba hablar de comida era mala educación anotando que esto resultaba claro: ellos ya habían comido y ahora, dados los últimos acontecimientos en la UTP en relación con
los profesores transitorios o de contrato (de cátedra, de medio tiempo o de tiempo completo), a mi ocúrreseme pensar que para los administradores hablar de derechos de estos colegas resulta de mal gusto, al fin de cuenta aquellos administradores ya los tienen todos.

Hablando en plata blanca, como solía decir mi madre, he sido reiterativo afirmando que a los profesores en mención se les denomina transitorios a manera de eufemismo pues, material y realmente para la parte contratante, son
simplemente “desechables” y por ello no he tenido reserva alguna para afirmar que el tratamiento a que son sometidos no es simplemente injusto sino
infame.

Puedo pensar prevenidamente que ahora algunos le echarán la culpa al rector, al imperialismo y hasta al mismo Satanás Agudelo o García, pero en mi fuero interno siento que somos todos incluidos los ahora victimizados tan responsables como aquellos otros y si se quiere incluir al Arcángel Gabriel no pondría objeción. En términos abogadiles podría hablarse de una concurrencia
de culpas por omisiones negligentes.

Mas responsable podría encontrar a los directivos nacionales de ASPU que a los mismos burócratas responsables de las secciones financieras de estos entes político-administrativos de la Universidad pública. No he podido en verdad
saber el papel que hayan jugado los abogados de la Asociación pagados con nuestras cuotas sindicales cuando de la defensa de los derechos de los profesores por contrato se trata y a los cuales se les profesa públicamente solidaridad cuando de envolverlos en algún paro, marcha o mitin se trata.

Responsables he visto también a los mismos profesores “transitorios” por sus temores reverenciales y su nada justificable incapacidad de formar espíritu de cuerpo para luchar con seriedad y decisión por sus derechos pese a que
instancias mismas del sistema jurídico-político les han dado los fundamentos para dicha conciencia y superación del miedo al reiterar que ese tipo de contrataciones son maniobras torticeras de la misma administración para
burlar el cumplimiento de derechos constitucionales.

No menos carga de responsabilidad nos cobija a quienes desde la cómoda situación de profesores de planta parecemos no inmutarnos frente a lo que realmente es una vulneración al derecho a la vida de estos colegas pues no otra cosa es el privarlos o mantenerlos baja la amenaza permanente de privarlos de las condiciones necesarias para proveer a su existencia y la de sus familias. A un ser humano no solamente se le asesina con un proyectil 9 mm sino también al
privarle de las posibilidades de realizar su vida genérica, esto es, al privarles no solamente de los medios sino de la posibilidad misma de trabajar.

Pero no se trata de lamentarnos y autoflajelarnos, esto me parece tonto, pienso
que la crisis que ahora se evidencia y desata en forma magnificada ya no el caso de un colega u otro de una unidad (departamento, facultad, etc.) u otra, sino de la totalidad del cuerpo docente de la UTP, puede, como lo diría eventualmente Capra, convertirse en una oportunidad, en un nuevo punto de transición (turning point en inglés o Wendezeit en alemán) para construirnos
una nueva realidad en la cual definitivamente entre otras cosas la administración esté allí para apoyar la academia y no para golpearla.

Guillermo Aníbal Gärtner Tobón
Profesor Asociado UTP