Artículo: Calidad y Reforma Educativa. Por Eduardo Sarmiento Palacio



Recientemente se divulgaron los resultados de los exámenes de Estado (ECAES) aplicados a los estudiantes de último año de las universidades del país. Las pruebas corresponden al tipo general de preguntas que se hacen en todas las instituciones del mundo y se aplicaron a 50.000 individuos. La Universidad Nacional barrió. De los primeros 500 puestos, 145 fueron ocupados por estudiantes del Alma Máter.

Los números contradicen las creencias de los altos círculos de opinión. Durante varios años se creó la ficción de que las universidades públicas no servían y debían ser sustituidas por instituciones privadas. Movidos por el fundamentalismo neoliberal, se creyó que las elevadas matrículas y las altas remuneraciones a los profesores se encargarían de garantizar el alto desempeño universitario.

Curiosamente, los resultados descritos aparecen en un momento en que el rector de la Universidad Nacional plantea modificar la orientación curricular de la institución. La reforma está encaminada a ampliar la formación general que se obtiene en los colegios y reducir el periodo de formación especializada. Mientras en la actualidad se destinan un año y medio a la formación general y tres o tres años y medio a la profesional, en la propuesta se sugiere modificarlos a dos años.

En el fondo se pretende preparar individuos con una mayor capacidad de desenvolvimiento social y adaptación al medio para incorporarse rápidamente en el trabajo. En los dos primeros años ampliarían sus conocimientos de inglés, desarrollarían habilidades para expresarse en forma escrita y oral, se familiarizarían con los principios básicos de humanidades y matemáticas y tomarían algunos seminarios sobre lectura y argumentación.

Lo cierto es que los dos años siguientes serían insuficientes para adaptar los conocimientos generales a las características de la disciplina, adquirir los conocimientos teóricos de la profesión y desarrollar las habilidades para aplicarlas. Se formaría un profesional sin mayor capacidad para ejercer su disciplina con visión crítica. Tan sólo obtendría competencias para traducir especificaciones de las multinacionales, buscar la información en internet y describirla y adoptar las recetas de los libros de texto. Su fortalecimiento académico estaría condicionado a programas adicionales de maestrías y doctorados, que difícilmente serían accesibles a todos los estudiantes.

La reforma no ha sido presentada con claridad. Se pretende hacerle creer a la opinión pública que la formación actual es superflua y podría mejorarse recortando cursos y programas. Los exámenes de estado (ECAES) revelan algo totalmente distinto. El desempeño de los estudiantes de la Nacional con el perfil tradicional es muy superior al de las otras instituciones y, en especial, al de aquellas que han ensayado este tipo de reformas.

En realidad, se está aplicando la fórmula neoliberal de reducir al mínimo el apoyo oficial. El Estado no va más allá de suministrar una educación superior de baja calidad, en la cual la mayoría adquiere conocimientos generales para desempeñar oficios rutinarios. La educación de alta calidad queda sólo para aquellos que por sus condiciones especiales pueden pagarla.

Es el mismo modelo de la seguridad social, la educación primaria y secundaria y la salud, que el país implementó en la última década con resultados lamentables en materia de distribución del ingreso.

La verdad es que se trata de implantar en el país el modelo de pregrado de las universidades de los Estados Unidos. Este modelo ofrece una formación profesional superficial, muy inferior a la de la Universidad Nacional, y no garantiza el ejercicio científico de la profesión. De ninguna manera resulta en profesionales con suficientes conocimientos teóricos y con las habilidades para aplicarlos a las realidades nacionales.

Si bien en Estados Unidos la insuficiencia se remedia con los posgrados, en Colombia las condiciones son muy distintas. Son muy pocas las personas que podrían sacrificar ingresos de dos años para asistir a los posgrados y las oportunidades de becas son reducidas. Así las cosas, el ejercicio profesional de alto nivel quedaría en manos de un reducido grupo, lo que no garantiza la mejor selección y acentuaría las tendencias a la concentración de la sociedad colombiana.

Aunque la reforma no está bien concebida, algunos de sus propósitos son rescatables, como es el de preparar a los estudiantes para que aprendan por sí mismos. Sin embargo, el resultado no se obtiene reduciendo la estadía en la universidad ni el periodo de formación especializada. Se consigue con currículos flexibles que permitan una escogencia amplia de asignaturas, la docencia fundamentada en la investigación, el trabajo de biblioteca y la dedicación y reconocimiento a las contribuciones originales.


Hola profetas :

Cordial saludo .

En dos reuniones gremiales recíen pasadas a las cuales tuve la oportunidad de asistir, después de un largo debate, sobre las distintas reformas que se están adelantando en la Universidad Nacional, pero en particular de la académica, argumenté que cualquier intento por evitar que muchas de las cosas allí planteadas se hicieran a rajatabla, la veía muy difícil por la extremadamente débil organización de sus estamentos dentro de la Universidad. Es decir no hay con quien ni mucho menos con que. Estamentos desperdigados sin la más mínima cohesión.

Ante mi pesadumbre por el futuro de la Universidad pública a la cual tanto le debemos los unos y los otros, lo que se me ocurrió en aquel momento fue la de convocar a egresados con un buen reconocimiento nacional en los distintos frentes : político, profesional, académico, empresarial, etc y plantearles todas las reformas que pretende llevar a cabo la actual administración de la Universidad Nacional de Colombia, para que tomen conciencia de la más seria amenaza que se ha venido sobre la Universidad en la cual ellos se formaron. Enmarcando esto dentro de la actual política educativa de este gobierno.

El propósito de mi propuesta es la de abrir el debate a un mayor nivel en la sociedad , para que todo el mundo opine y en lo posible salir en defensa de la Universidad pública si ellos lo considerarán necesario. De lo cual no tengo la menor duda.

Por fortuna, esta propuesta mía ya empieza a cuajar a juzgar por algunas opiniones consigadas en periódicos de circulación nacional, hechas por algunos columnistas de reconocida prestancia. Lo más importante es que sin hacer la convocatoria de una manera formal, sino por comentarios personales a algunos de estos notables, ya se emiten las primeras opiniones.

Una muestra de esto es la columna de hoy en El Espectador, de mi amigo el profesor Eduardo Sarmiento Palacio de reconocida solvencia intelectual tanto dentro como fuera del país. Es claro su defensa de la UNiversidad pública y en general de todo lo publico, por sus efectos redistributivos en una sociedad de las más desiguales del mundo. El se formó como ingeniero civil en la UNiversidad Nacional en Bogotá. Ergo, a los egresados nos duele todo aquello que atente a impedir, que las nuevas generaciones tengan ciertas oportunidades, que lo público nos ofreció, y que los más viejitos tuvimos en el pasado ya lejano.

Es bueno señalar como de parte de quienes son partidarios de estas reformas educativas, claramente regresivas, han golpeado las puertas de algunos periódicos y medios de comunicación en general, logrando convencer con sus discursos a sus directores de las bondades de estos vientos reformistas en nuestro sistema educativo, a lo cual ellos han expresado su beneplácito; empleando y ofreciendo hasta sus editoriales como trincheras ideológicas para desde allí impulsar y apoyar estas reformas claramente retardatarias.

Atte,

Hugo Silva S.

Exprofesor , por jubilación , de Economía de la UNAL Medellín

enviado por: Ivan Madrid
madrid@utp.edu.co