Información enviada por Sonia Valencia Yepes.
eldiario.com.co / JUDICIAL
Marionetas de la heroína
Las marionetas de la heroína se venden como “pan caliente” en Pereira, la usan en dulces y calcomanías para enviciar a los niños.
“Primero consumía marihuanita, pero eso ya no me hacía nada. Así que pregunté qué otra cosa había bien áspera y me dijeron que la heroína. Yo la probé y acabó con mi vida...”, así inicia *Diego, su historia, la que hasta ahora no ha tenido fin y la cual tiene más de infierno, que “una traba bacana”.
La heroína es una de las drogas más consumidas en Pereira, según dicen. Lo más preocupante es que en muchos de los expendedores, la reparten como “muestra gratis” en barrios vulnerables o la camuflan en dulces y calcomanías, que luego, sin saberlo, van a parar en las manos de niños desde los 7 hasta los 14 años, que una vez enganchados, se ven en la necesidad de hacer lo que sea, por “el bendito dulce o laminita”.
“Yo estudiaba en la universidad y antes de entrar allá había probado de todo, con la heroína empecé suave. Las dos primeras semanas me regalaban la dosis, luego yo la tenía que comprar, 10 mil pesos vale la bolsita, que a mi me duraba medio día”.
En pocos meses, *Diego, había perdido peso exageradamente, ya no le interesaba nada, no volvió a la universidad y ni siquiera salía con sus amigos.
“El cuento es breve, sólo me importaba soplar todo el día. Cuando uno se la inyecta se siente mucho más bacano, pero la mayoría de veces yo la fumaba, el efecto me duraba unas 6 horas y cuando me la inyectaba duraba el doble”.
Este joven afirma que la heroína en la ciudad, se vende como “pan caliente”, no es nada difícil encontrar jíbaros desde los más “ñarrias” hasta los más “play”. “Te la venden en ollas, en chazas de dulces y también la ofrecen en rumbas y manes bien trajiaos, en severas camionetas”, dice *Diego, al tiempo asegura que toda la euforia y energía que da la droga, se ve totalmente destruida con la abstinencia.
“A todos nos llega el momento de querer dejarla, pero la abstinencia es supremamente dolorosa, uno no se aguanta la columna, los dedos, la cabeza, parece que se fuera a reventar”.
La dependencia a esta sustancia, hace que las personas roben, vendan lo que tienen, se aíslen del mundo y pierdan interés por todo. Poco a poco, estos quedan en manos de los jíbaros, que los tratan como marionetas y los utilizan para todos sus propósitos.
“Cuando uno está en la mala, lo ponen a conseguir “clientes”, le dicen que le van a regalar un poquito, pero la mayoría de veces no lo hacen. A los nuevos sí, los enganchan por una o dos semanitas. El que prueba eso cae”.
*Diego ha tratado de recuperarse con varios tratamientos, pero todos han sido fallidos, hace unos meses está en una terapia de recuperación, de la que desea salir bien.
Sin embargo, ya no estudia, no tiene trabajo y perdió todo el apoyo de su familia.
“El problema es que los jíbaros funcionan por celular o por internet, usted los llama o les escribe y ellos le arreglan la vuelta”.
Aquí la heroína no es el único problema, hay más que los brazos de sus consumidores, que también están desangrando la ciudad ante los ojos de todos.