Comunicado enviado a la comunidad universitaria, por José Iván Madrid Vega, Representante de los Estudiantes ante el Consejo Superior de la UTP y Coordinador Nacional de la Alianza Universitaria.



Marzo 9 de 2009

El comunicado emitido el pasado 6 de marzo por el señor Alejandro Parra, uno de los representantes estudiantiles ante el Consejo Académico, nos ha dejado anonadados. ¿Será por su miopía o por su cinismo? Al mejor estilo de los políticos de oficio y siguiendo la tradición instaurada por Poncio Pilatos, se dedica a salvar responsabilidades políticas o legales, tratando de confundir a la opinión pública al multiplicar artificialmente las hipótesis, en lugar de asumir posiciones claras frente lo ocurrido.

Más que su desfachatez nos sorprende la falta de consideración con las víctimas y sus familias, para quienes sólo deja un escueto renglón al final de su elaborado y evasivo texto, como si lo primero no fuera el dolor, el desconcierto, la rabia que nos provoca y nos debe provocar el que jóvenes que apenas empiezan en el camino de la vida vean afectadas de manera tan trágica su existencia. ¿Qué puede importar si fueron mutilados accidentalmente o tomaron parte activa en el proceso? El hecho es que sus vidas no serán iguales, que se han sumado a la muy larga lista de damnificados, de todos los bandos, por esta guerra estúpida e inútil en que nuestro sufrido país se encuentra atascado.

Lo claro aquí es que los estudiantes heridos no pueden ser señalados (hasta comprobar lo ocurrido) como los únicos responsables de ser. Y no nos referimos solamente a quienes hayan participado de la autoría material e intelectual en este hecho. Hay algo que no está tipificado como delito, pero que pesa igual. Se trata de la autoría moral. Hablamos tanto de quienes azuzan al estudiantado, desde sus mezquinos intereses, para que se conviertan en carne de cañón de sus tropeles, como de aquellos que llevando la vocería oficial de los estudiantes evitan pronunciarse y pretenden legitimar con un silencio cómplice el uso de la violencia como mecanismo de movilización.

Todos tenemos un cargo de conciencia. Nos carcome el pensar que pudimos hacer algo para evitarlo, que pudimos ser más vehementes, hasta lograr un pronunciamiento oficial de la Asamblea en repudio y como deslegitimación a los petos, las papas bomba, las piedras y el vandalismo con los pupitres como mecanismos de la lucha estudiantil. A todos nos cabe nuestra cuota de responsabilidad. Como profesores, por no abrir más espacios para el debate, como egresados por no compartir más nuestra experiencia, como directivos por no alentar más las formas legítimas de organización, como padres y madres por no estar más pendientes y dialogar más con nuestros hijos, como compañeros de clase por tolerar pasivamente o como estudiantes por dejarnos intimidar por los chiflidos y no hacer oír nuestra opinión diferente en las Asambleas. Aquí nadie es inocente.

La Guerra no es un juego, y la Universidad no puede ser un campo de batalla. A estos señores que pretenden dirigir el movimiento estudiantil hay que explicarles que la Revolución nunca se hará con petardos y papas bomba, (y, hoy en día, menos aún con balas). ¿Quiénes más que unos cuantos diletantes pretenden con su verborrea convencer a los ilusos de que el “Sistema” puede combatirse con palos y piedras en pleno siglo XXI, o que con sus petardos van a derrotar una Fuerza Pública que, aparte de sus 431 mil efectivos y la legitimidad que le da representar la Constitución y las leyes de la República, cuenta con el respaldo y la admiración de una amplia base popular? Ya bastante tenemos con los múltiples e irracionales factores generadores de violencia existentes en Colombia como para agregarle el despiste de tales insensatos.

La abrumadora mayoría de los estudiantes de la UTP no manejamos explosivos, no hacemos terrorismo. Rechazamos la combinación de las formas de lucha y consideramos ajena a nuestra vocación universitaria el uso de la violencia como mecanismo de transformación social. Estamos contra todo tipo de militarismo, de izquierda o de derecha, por el respeto y la defensa del Estado de Derecho, por el ejercicio de nuestras libertades civiles y políticas dentro del marco constitucional. Es el deber de quien nos representa asumir una posición clara y contundente en estos aspectos.

Quienes estén hoy real y sinceramente interesados en transformar, para bien, la sociedad colombiana, deben estar atentos a ser parte de la solución y no parte del problema. Pero es importante señalar aquí un factor fundamental: la pérdida de la capacidad de algunos grupos de izquierda para entablar un debate racional, el grado de autoritarismo en el que se han sumido ante su propia impotencia política e incapacidad intelectual. Nuevamente a todos nos corresponde una cuota de responsabilidad en la elevación del nivel político de los estudiantes, de modo que la discusión abierta y democrática vuelva a ocupar el espacio hoy cerrado por el insulto y el chiflido.

Por último, sea este un buen momento para preguntarnos ¿Y qué quedó del Paro? ¿Será que los estudiantes de la comisión negociadora van a permitir por fin la discusión del los puntos del Pliego, hoy atascada ante su insistencia de resolver primero el asunto de las sanciones en su contra? ¿Son dignos de hablar en nombre de todos los estudiantes quienes anteponen sus intereses personales al mandato colectivo? Además, no se puede obrar como leguleyos, apegados a la letra de las leyes y reglamentos para defender los derechos individuales y al mismo tiempo validar con el silencio las acciones al margen de la ley como mecanismo para alcanzar objetivos sociales.

POR UNA PROPUESTA SERIA, INCLUYENTE Y EFECTIVA
HAGAMOS DE LA UTP UN TERRITORIO DE PAZ

JOSÉ IVÁN MADRID VEGA
Representante de los Estudiantes ante el Consejo Superior de la UTP
Coordinador Nacional de la Alianza Universitaria.