El ejercicio se cumplió en las instalaciones de la Biblioteca Jorge Roa Martínez, donde los contenidos no fueron leídos, fueron escuchados. Allí las letras se convirtieron en palabras y el papel se transformó en seres de carne y hueso. Los saberes y aprendizajes dejaron de vestirse con el molde frio de la imprenta y se asumieron con el calor y la emoción de la conversa. Fueron 8 libros humanos dispuestos a recibir a sus lectores, o,  mejor a sus oidores, ellos llenos de conocimiento, unos porque lo moldearon en la academia y sus contenidos estaban marcados por la huella del laboratorio, la experiencia y la investigación. Y Otros porque lo tallaron desde las vivencias entre generaciones, lo que denominaron conocimientos ancestrales.

 

Este fue un novedoso evento en el que se revivió el sentido de los juglares, que transmitían generación tras generación, a través de la palabra, el conocimiento y la cultura de los pueblos. Hoy se constituye en un formato fenomenal para hacer apropiación social del conocimiento.

 

Este modelo que se realizó a manera de piloto fue respaldado por aliados estratégicos como la Biblioteca Jorge Roa Martínez, la Licenciatura en Etnoeducación y Desarrollo  Comunitario, la Asociación de Egresados ASEUTP, Sociedad en Movimiento, el Centro de Gestión Ambiental y el Centro de Recursos informáticos y Educativos de la UTP.

 

 

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