Racismos estructurales y Territorios ancestrales en el Pacífico,
Un evento que conmocionó a los asistentes
El pasado martes 8 de mayo, la asociación sindical de profesores universitarios ASPU UTP, y gracias a la gestión del profesor Carlos Victoria, contó con la presencia de Francia Márquez, ganadora del premio Golman 2018, en el evento académico “Racismos estructurales y territorios ancestrales en el pacífico”. Francia una mujer sencilla, pero con un gran saber ancestral, fortalecido con sus luchas y la academia, entabló un diálogo con el público asistente, quien se mostró muy emocionado por la calidad humana que se evidenciaba en sus relatos y por las luchas valerosas que ha emprendido esta mujer por la defensa del territorio y los conocimientos ancestrales. El auditorio que estuvo a reventar contó con comunidades, afro, estudiantes y profesores, muchos de éstos se acercaron a los organizadores para manifestarles su gratitud, emoción y para constatar que la academia requiere de este tipo de espacios.
La universidad como un espacio de construcción de conocimiento debe anclar su saber en las dinámicas socio-culturales y nutrirse de diálogos de saberes: saberes académicos que han trascendido por siglos y aún nos alimentan, saberes ancestrales vivientes a través de la oralidad, así como saberes de los diferentes actores sociales. La universidad no es la infraestructura que la sostiene, ni unos docentes que imparten unos conocimientos; la universidad son las relaciones que se establecen al interior y con la sociedad, son los diálogos con diferentes saberes y sectores, es la capacidad de reflexionar, discernir, argumentar y construir soluciones a problemas comunes.
Celebramos este tipo de espacios y esperamos tener mayor continuidad de estas experiencias.
A continuación reproducimos las palabras de Bienvenida a Francia Márquez, ofrecidas por la presidenta de ASPU UTP, Nancy Eugenia Cárdenas Ramírez.
Palabras de Bienvenida a Francia Márquez
Para mí es un privilegio hacer la presentación de Francia Márquez, una mujer que producto de su lucha por la defensa del territorio y sus actividades ancestrales se ha hecho acreedora al más grande reconocimiento que se le otorga al trabajo comunitario de líderes y lideresas ambientales, el premio Golman, 2018.
Francia es una mujer que se da y le da un lugar a las mujeres y más a las mujeres negras en los procesos organizativos, identitarias, políticos y culturales, los cuales hacen parte de estructura patriarcal y hegemónica que ha discriminado a los seres humanos por ser mujer, negro, indio y pobre. Nacida en la vereda Yolombó al norte del Departamento del Cauca en el municipio de Suárez, a sus 36 años ha liderado una lucha incansable y valiente en contra de la megaminería, ha emprendido batallas legales para evitar la asignación de títulos mineros a las multinacionales, que pretenden explorar y explotar en territorios ancestrales del norte del Departamento del Cauca —zona con gran presencia de comunidades indígenas y afrodescendientes— y ha movilizado comunidades, en especial grupos de mujeres, que reclaman la atención del Estado para expulsar la megaminería de sus territorios.
Es una mujer que, desde una corta edad, ya tenía conciencia del valor de su territorio y junto con su comunidad, había emprendido una batalla por la protección del agua, la pesca y el rio (en especial el rio Ovejas y el Cauca). No obstante en un País como Colombia en donde la violencia acompaña especialmente a los sectores más vulnerables, el municipio de Suarez, y el corregimiento de la Toma, en el que Francia vivía con su familia no fue la excepción. Allí se vieron abocados a la intromisión del paramilitarismo, de las multinacionales y de grupos delincuenciales que se instauraban para realizar prácticas mineras.
Francia una mujer que nace en un mundo dominado por los hombres, se supo ganar un lugar como mujer y como negra; su lucha se ha convertido en símbolo para muchas mujeres. Ella condensa no sólo la defensa del territorio y los conocimientos ancestrales, sino el empeño de las mujeres porque se les respeten sus derechos y por ocupar un lugar en la sociedad, su recorrido es también una visibilización de los conflictos que atraviesan las minorías étnicas.
Entendió que para defender los derechos de ella y de toda su comunidad debía de hacerlo desde diferentes espacios y saberes, es por ello que empieza a estudiar derecho en la ciudad de Cali, al igual que varios líderes campesinos emprendieron el estudio de otras carreras, para así poder ejercer mecanismos jurídicos que les permitiría expulsar a los intrusos que se querían apropiar de las tierras que les pertenecen ancestralmente. El proceso legal que ella lideró junto con su comunidad, culminó con una sentencia de la Corte Constitucional en la que se impedía el desarrollo de cualquier actividad de explotación minería a las multinacionales y se les obligaba a hacer una consulta previa frente a cualquier proyecto. Además, con la sentencia se les restituyeron los derechos a su comunidad, sobre su territorio ancestral.
Pero quizás uno de sus más grandes logros fue, la marcha que emprendió, desde las montañas del Cauca hasta Bogotá, en noviembre de 2014 y que duró 10 días, acompañada de 80 mujeres, la cual atrajo la atención nacional sobre la destrucción ambiental y social que las prácticas mineras no artesanales estaba causando en varias poblaciones de la zona norte del Departamento del Cauca. Después de 22 días de protestas en las calles de Bogotá, el gobierno nacional en diciembre de 2014, acuerda tomar medidas para erradicar las prácticas mineras no artesanales en el corregimiento de la Toma y en el 2015 creó un grupo de trabajo nacional, el cual logró que se finalizaran todas las prácticas de este tipo en La Toma.
Es importante conocer de la voz de Francia, estas experiencias que se constituyen en un referente de resistencia y avance en la construcción de posibilidades de vida más digna, Francia se erige en un mundo donde el poder está reservado para los hombres, no obstante y a diferencia de muchas mujeres que en esa pelea terminan reproducción el modelo del poder masculino, ella le apuesta a otro poder, “el poder maternal para salvar al país de la historia de violencia”.
La apuesta es entonces, por la vida y por el cuidado de la vida, por la construcción de poderes que pasan por la colectividad, por la solidaridad; poderes que se construyen desde las comunidades afros, indígenas, desde los sindicatos, desde las redes de mujeres en las universidades, en los barrios, en las ciudades. Poderes que emergen desde los estudiantes y los profesores, a partir de relaciones de respeto entre hombres y mujeres, tanto en sus derechos como en sus diversidades, para así, construir relaciones más igualitarias, más humanas.
Le damos la bienvenida.