La obra de Mario Opazo tiene profundas raigambres existenciales y filosóficas: El artista chileno partió de su pueblo muy temprano en medio de la dictadura militar, por eso los paisajes de su infancia, lo mismo que sus costumbres de puerto, se vieron rotos. Sin embargo, en la formación geológica que somos todos (como él mismo expresa) permanecen estratificados los momentos, las sensaciones, los razonamientos, las imágenes; así que Opazo produce constantemente la memoria de su transcurrir. Se ha acompañado de la filosofía y de la poesía, de tal manera que sus trabajos son complejos, ya que en ellos no podemos hablar strictu sensu de límites entre el pensamiento y la poiesis, sino más bien de un devenir constante en el que uno y otra mantienen una relación transductiva. Sus Máquinas de la duración se inscriben en la búsqueda permanente del artista a propósito del tiempo, la duración, el movimiento, la imagen, la poesía, la política, la palabra y el silencio [...]