En la cátedra abierta del 25 de marzo, el analista Andrei Gómez, integrante de la iniciativa ciudadana “Rodeemos el Dialogo”, presentó su investigación sobre las razones del Triunfo del ‘NO’ en el plebiscito de octubre de 2016 y consideró que es el reflejo de la emocionalidad con la que actuamos los colombianos.
Gómez Suárez recordó el momento histórico que vivió la sociedad colombiana en los años 80 y 90 con el exterminio sistemático de la Unión Patriótica, reconocido como genocidio por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y frente al cual la mayoría de colombianos optamos por el olvido, a pesar de que implicó el asesinato de miles de personas, incluso niños y ancianos ajenos a ese grupo político.
Se refirió a la existencia de un ‘bloque perpetrador’ de dichos crímenes, el cual empezó con asesinatos que parecían aislados y donde no era claro quién era el victimario, para pasar a asesinatos selectivos y masacres como la de Segovia, en 1988, en la cual se atacó a sectores considerados de izquierda o que se consideraban una amenaza del comunismo internacional. Aseguró que la denominación de bloque perpetrador implica entender las alianzas entre agentes del estado, grupos paramilitares, grupos de limpieza social y narcotraficantes.
Con respecto al triunfo del NO en el plebiscito del 2 de octubre, el investigador señaló que la ‘polarización de la economía política de las disposiciones afectivas’ se basó en cuatro elementos propios de las emociones humanas: la Simpatía, sentir la misma emoción que el otro; la Antipatía, la cual es sentir una emoción opuesta a la compartida por el otro; la indiferencia, que implica no sentir emoción alguna y por último, el olvido. Ese marco emocional generó una polarización entre lo que se considera bueno o malo, sin puntos medios, y la identificación o rechazo de los ciudadanos con quienes han estado al frente del poder en los últimos años: Álvaro Uribe o Juan Manuel Santos.
Andrei Gómez plantea seis dispositivos retóricos que simplificaron la realidad y crearon emociones particulares entre las audiencias, a través del discurso de los líderes del NO. El primero fue el imaginario del “Castrochavismo”, a través del cual se generó entre la población una concepción de que con los acuerdos de La Habana se terminaría con la propiedad privada, se perdería la identidad nacional y Colombia quedaría en una situación similar a la de Venezuela.
El segundo de estos dispositivos fue la “Paz Sin Impunidad” generada desde 2013, en donde se comenzó a instalar en el subconsciente de la gente, que los acuerdos con las Farc iban en contra de la justicia, a pesar de que eran similares a los suscritos con los paramilitares durante el gobierno Uribe.
Tercero, se estimuló la idea de que “Santos le estaba entregando el país a las Farc”. El cuarto de los mensajes, que se puso en marcha desde abril de 2016, con la marcha “No + Santos” posicionó la palabra NO para que quedara en el subconsciente de los colombianos. El quinto dispositivo retórico fue la “resistencia civil”, para enfrentar el imaginario de desgobierno, que ellos mismos habían creado.
Finalmente el último dispositivo fue el de la “ideología de género”, a partir de julio de 2016, el cual logró convocar a miles de personas a marchas de protesta en distintas ciudades e instaló entre los colombianos la idea de que en La Habana se habían puesto en riesgo el concepto de familia tradicional y la identidad sexual de los colombianos.
Con esos elementos, el investigador concluyó que la votación del plebiscito estuvo supeditada por factores emocionales y no racionales y en donde los líderes del NO estimularon cuatro emociones básicas entre los colombians: la rabia, el miedo, la decepción y la indignación.
Para Andrei Gómez: “El reto de una sociedad civil que quiere contribuir a la reconciliación en Colombia es inmenso y las instituciones de educación y las organizaciones sociales deben seguir trabajando a través de pedagogías de paz, desde diferentes perspectivas, para entender el complejo universo emocional y moral de los Colombianos.
Y añade. “el reto para la participación civil en clave de reconciliación pasa por explicar a la gente que el proceso de paz es una apuesta por el cuidado del otro para dejar de matarnos. El proceso de paz no es un ataque a la justicia colombiana, sino una contribución a la justicia a través de sanciones que ayuden a la reparación de las víctimas. El proceso no pone en peligro la autoridad sino que ayudará a construir una autoridad legítima teniendo como base los derechos de los colombianos. En síntesis, es una apuesta por la libertad para transitar por los territorios que nos pertenecen”.