Martín Abad murió el 23 de enero de 2017 en una clínica de Pereira, él fue: escultor, pintor y escritor, pero además fue hermano, tal vez el mejor hermano que pudiera pedirle a la vida Toñito, quien indica con cada suspiro la falta que le hace, aun cuando lo tiene tan cerca en su casa, pues guarda sus cenizas como un baluarte, por lo menos hasta que llegue la hora de llevarlas a Jericó Antioquia, como fue su deseo, deseo que ahora es misión de Toñito.
Martín Abad vivía en La Florida, vía al Cedral y cerca a la tierra que amaba y donde era dueño del aire que le gustaba respirar, allí compartía el prodigio de su talento con la cuenca del río Otún, pues esta decisión de vivir en el campo la había tomado hace 25 años tras la muerte de su hermana, cuando la selva de cemento le mostró su crudeza.
Por otro lado, tal vez la genialidad de Martín se haya debido a su apellido, pues este Martín, era un Abad como Héctor o como Toñito, quienes por el hecho de ser Abad, pareciera que tuvieran ya sensibilidades especiales o por lo menos, gozaran de un carisma para encantar con letras, palabras y pintura.
Es por eso que advirtiendo el ingenio y el valor de su ausencia en este primer mes, la Universidad Tecnológica de Pereira le hizo un reconocimiento especial a través de su más cercano admirador, Toñito, a quien se le entregó una resolución especial que da cuenta del legado de don Martín Abad: el artista, el ermitaño, pero sobre todo: el hermano.