Tumbar los muros que impiden el paso de la poesía ha sido una consigna de quienes hacen parte del festival: organizadores, poetas y público han creado una familia de lazos que van más allá de banderas o himnos: poetas de diferentes partes del mundo visitaron Colombia para seguir aumentando ese amor por la palabra que nos hace ciudadanos del mundo.

 

Rafael Espejo fue uno de los invitados al festival. Es español, Nació en Palma del Río (Córdoba) en 1975 año de la muerte del General Franco. En las noches cuando camina por las calles de su país  siente que regresa a la infancia: esa que poco recuerda pero que busca volver a ella para  asombrarse de nuevo de cosas mínimas. “hago todo lo posible por volver a la infancia al menos una vez al día. No es tan raro, otros rezan...”

 

Aunque no es amante de la tecnología, sabe que difícilmente se puede escapar de ella, no pasa un día sin mirar una pantalla, aunque prefiere vivir en zonas rurales: “Ya sólo el alumbrado eléctrico de las ciudades nos desnaturaliza, pero es fácil levantarse contra eso: un paisaje sin edificios es suficiente para que uno recobre su biorritmo natural. Y de ahí a una relación sincera con uno mismo hay apenas un paso”.

Cuando se mira al espejo siente que lo que refleja tiene muy poco que ver con él, no cree que haya cumplido 40 años, poco le importa qué es lo que ve ahí:  “los demás saben de mí más que yo, porque me ven más a menudo de lo que yo me veo. Por ejemplo: no me peino desde hace más de 20 años. No necesito peinarme para pensar en mí.”

Su obra poética se ha leído hace más de 20 años, aunque para él vende poco, pues dice no ser moderno ni pertenecer a ninguna escuela mediática. Es un hombre que siente  que es fascinante no saber  el significado de la vida.

 

Jhonwi Hurtado: “He sacado una silla al balcón / y me he sentado a vivir” ¿Qué es vivir?

Rafael Espejo: Pues no lo sé. Llevo años haciéndome esa pregunta, y creo que cada vez estoy más lejos de una respuesta definitiva. ¿Pero no es eso ya de por sí fascinante, no saber qué significa vivir? En cualquier caso, sea lo que sea, yo procuro ser consciente de que estoy aquí. Procuro abstenerme de la burbuja de irrealidad en que se ha convertido la vida en el S. XXI. La tecnología, las telecomunicaciones, el estado de bienestar... Todo eso me parecen dormideras para la conciencia, distracciones para el ser. Me siento más pleno viviendo en zonas rurales, si no directamente campestres.

 

La poesía española vivió la censura de manera fehaciente, ¿qué tipo de censura existe en la actualidad?

No tengo muy claro qué está ocurriendo hoy, en parte por falta de perspectiva y en parte por mi negativa a formar parte de la actualidad, a estar si quiera atento a lo que se cuece últimamente. Sí intuyo que la superpoblación, las democracias, las redes sociales y la dispersión en general están convirtiendo el arte en un todo a cien. Tanto en formato físico como electrónico, hoy día es quizá demasiado fácil proclamarse uno mismo artista. De modo que quizá el problema, si es que lo es, consiste justamente en lo contrario: una falta de “censura” personal y editorial.

 

Acompaña  visual y musicalmente  sus poemas, ¿qué lo llevó a ello?

Acabo de hablar en contra de esto, y ¿ves?, yo también lo he hecho. En mi caso fue por puro divertimento, sin pretensión económica ni ególatra. Ocurre que suelo llevarme mejor con los músicos que con los poetas, me parecen por norma más divertidos, más vitalistas. Y de mi relación con alguno de ellos surgió la idea de hacer algo juntos, colaborar. En ocasiones ellos han puesto música a mis poemas, y en ocasiones yo les he escrito letras. Si sumamos esa admiración mutua a las ganas de pasarlo bien, lo lógico es que ocurriese lo que ocurrió.  

¿La poesía está hecha para ser vendida o para ser leída?

Cada caso es un mundo. El mío está claro, al menos para mí: vendo poco, porque ni soy moderno ni pertenezco a ninguna escuela mediática. Quizá esté proyectando sin proponérmelo la marginalidad de los poetas que prefiero. Poetas lentos, de obra rala y breve. Poetas de todo tiempo y lugar. Pero no quiero decir con esto que yo lo haga bien y los que lo hagan diferente se equivoquen. Hay poetas muy prolíficos que también me interesan, aunque quizá no me identifique tanto con ellos. Un poeta profesional, por norma, me inspira desconfianza. Sigo siendo tan ingenuo como los románticos: aunque asumo que la poesía es un género de ficción, me gusta pensar en ella más como un ejercicio espiritual que como un oficio retribuido. Tal vez por eso vendo poco.

 

 

¿Considera que los festivales fomentan el amor a la poesía?

Ojalá, pero no lo sé. Soy poco habitual en festivales, no suelen invitarme (por todo lo que te he comentado antes). Pero como espectador sí te diré que, al menos en España, quienes se acercan a escuchar a un poeta suele ser también poeta, de modo que más que un acto de promoción del género se trata de un regalo para quienes ya aman la poesía. Creo que en Latinoamérica, según me cuentan, es diferente. 

 

 

Por: Jhonwi Hurtado

Fotografías: Elkin Londoño