Este reconocimiento se llevó a cabo en el marco de la entrega de los premios a los internos de los veintún (21) centros penitenciarios y carcelarios del país, quienes ocuparon el primero, segundo y tercer puesto del Concurso de Cuento, Poesía, Pintura y Escultura, evento que tiene lugar cada año y que esta vez se llevó a cabo en el auditorio del Seminario Mayor, certamen que ha sido liderado por la Licenciatura en Español y Literatura de la Escuela de Español y Comunicación Audiovisual de la Universidad Tecnológica de Pereira desde hace quince años y que ha sido coordinado por los profesores Gonzaga Castro Arboleda, William Marín Osorio y Arbey Atehortúa, dentro de las actividades de extensión del programa académico de la Licenciatura. El concurso de Pintura y Escultura ha contado también con el apoyo, como jurados del mismo, de los profesores de la Licenciatura en Artes Visuales de la misma Universidad.
El profesor William Marín Osorio, adscrito a la Licenciatura en Español y Literatura y en representación de la Universidad Tecnológica de Pereira, recibió esta medalla de reconocimiento el día de la premiación, y en su discurso de agradecimiento exaltó la importancia de este evento que cubre a toda la población carcelaria del país y que le ha permitido a los jurados del Concurso de Cuento y Poesía leer a través de los trabajos de los internos la realidad social del país.
El profesor William Marín Osorio también destacó en su discurso, en el marco de una bella exposición de pintura y escultura, trabajos que obtuvieron los tres primeros lugares, cómo los internos han ido encontrando su vocación como escritores y artistas plásticos en su proceso de resocialización. En sus palabras, el profesor Marín Osorio recordó la función reparadora del arte y a algunos de los intelectuales, críticos y escritores de la literatura universal –Louise Rosenblatt, Rainer María Rilke, John Steinbeck, Gabriel García Márquez, Mo Yan, Herta Müller, Tahar Ben Jelloun, Philippe Claudel, entre otros-, cuyas obras constituyen una reflexión profunda sobre la condición humana en el contexto de sociedades en crisis económicas y en el marco de la guerra, y son modelos de escritura para el encuentro con un sentido de la libertad desde la palabra como catarsis y como renovación espiritual de los seres.
En su discurso, el profesor Marín Osorio felicitó a los hombres y mujeres en estado de reclusión intramural que han aceptado el reto de plasmar en palabras, a través del pincel y con la talla en madera, su dolor y su soledad tras la rejas. La Universidad Tecnológica de Pereira tiene previsto implementar y desarrollar diferentes programas académicos en las cárceles de la ciudad, y en ese sentido el profesor Marín Osorio recordó el significado de un proyecto de esta naturaleza que realiza cada año a través de su cátedra de Didáctica de la literatura en la Cárcel La 40, también con jóvenes farmacodependientes, en una clínica de la ciudad, en el Hogar de ancianos, en la Liga contra el cáncer, en donde la literatura adquiere un sentido social de reparación, más allá de su función estética y poética; y en esa perspectiva, en su discurso volvió sobre el sentido de las palabras de la escritora norteamericana Louise Rosenblatt, quien reflexiona sobre la función de la escuela y la universidad en plena crisis económica mundial de los años 30, palabras que hoy tienen mucha vigencia en nuestro campo educativo:
“En una era turbulenta nuestras escuelas y universidades deben preparar al estudiante para hacer frente a problemas impredecibles y sin precedentes. Él necesita comprenderse a sí mismo; necesita desarrollar relaciones armoniosas con los demás. Debe lograr una filosofía, un centro interior desde el cual ver en perspectiva la sociedad cambiante que lo rodea; él influirá para bien o para mal sobre el desarrollo futuro de ésta. Todo conocimiento sobre la humanidad y la sociedad que pueda darle la escuela tendrá que asimilarlo en el fluir de su vida real (…) En todas partes los jóvenes se preguntan: ¿qué significado tiene lo que nos ofrecen en la escuela y en la universidad para la vida que estamos viviendo o la que vamos a vivir?” (La literatura como exploración).
Frente a la situación de la pérdida de la libertad, el profesor Marín Osorio reflexionó sobre Rainer María Rilke, quien en sus Cartas a un joven poeta invita a hacer de la desesperanza y la soledad caminos de encuentro con un ser interior para liberarlo, pues no solo hay cárceles físicas, sino también cárceles interiores, espirituales, en donde el alma está sumergida y aprisionada y necesita como la crisálida liberarse y encontrar un sentido a la vida a través de la palabra. Rilke hace un llamado a la poesía y al poeta que es en el fondo un llamado a la creación y a la vocación del artista, vocación que está encerrada y que necesita liberarse:
“Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente. Y aunque estuviera usted en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar a sus sentidos ninguno de los rumores del mundo, ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia, el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su atención. Intente hacer emerger las sumergidas sensaciones de ese ancho pasado; su personalidad se consolidará, su soledad se ensanchará y se hará una estancia en penumbra, en que se oye pasar de largo, a lo lejos, el estrépito de los demás. Y si de ese giro hacia dentro, de esa sumersión en el mundo propio, brotan versos, no se le ocurrirá a usted preguntar a nadie si son buenos versos. Tampoco hará intentos de interesar a las revistas por esos trabajos, pues verá en ellos su amada propiedad natural, un trozo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. En esa índole de su origen está su juicio: no hay otro. Por eso, mi distinguido amigo, no sabría darle más consejo que éste: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suene, sin interpretaciones. Quizá se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera. Pues el creador debe ser un mundo para sí mismo, y encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a que se ha adherido. Pero quizá, después de ese descenso en sí y en su soledad, deba renunciar a llegar a ser poeta (basta, como he dicho, sentir que se podría vivir sin escribir para no deber hacerlo en absoluto). Sin embargo, tampoco entonces habrá sido en vano este viraje que le pido. En cualquier caso, a partir de ahí, su vida encontrará caminos propios, y le deseo que sean buenos, ricos y amplios, mucho más de lo que puedo decir” (Cartas a un joven poeta).
El profesor Marín Osorio recordó el significado de la lectura del escritor marroquí Tahar Ben Jelloun, cuyos libros Sufrían por la luz, La escuela vacía y El racismo explicado a mi hija, son una luz de esperanza en el oscuro y difícil camino de la pérdida de la libertad. Una libertad anhelada y alcanzada en cada palabra que trazan estos hombres y mujeres prisioneros de sus circunstancias sociales, palabras que forman el poema y la narración corta, una libertad soñada en cada pincelada y en cada talla en madera, una libertad que va creciendo a través del arte en el interior de cada ser.