Además de elogiar a Colombia, critica la violencia que actualmente vive.
Aquí la versión romántica de mi experiencia colombiana. Sin duda las palabras no "dan" para explicar lo maravilloso este lugar y la calidad de su gente. Los llevo siempre en el corazón mis queridos parceros. Gracias totales!
Aunque tuve la oportunidad de elegir entre países de todo el mundo tenia bien claro que mis intereses personales y profesionales perseguían el sur; Latinoamérica. Entre tantas opciones decidí que Uruguay debía ser el país indicado, sin pesarlo opte por que fuera mi primera opción, prosiguió Colombia, Perú y Chile.
Tras una larga espera por fin me comunicaron que había sido aceptada para realizar un semestre en el extranjero, y aunque no era Uruguay, Colombia y La Universidad Tecnológica de Pereira me felicitaba y abría sus puertas para recibirme. Entusiasmada preparé los últimos detalles y me dispuse a aguardar la espera pacientemente.
El tiempo transcurrió más rápido de lo que pensé y cuando menos lo esperé me encontraba en un avión con destino a la ciudad de Bogotá. Los sentimientos se entremezclaban mientras transcurrían las horas: “Voy a extrañar a mi familia” “extrañaré a mis amigos” “conoceré gente nueva” “por fin una universidad con más de cincuenta alumnos” “extrañaré.” “conoceré”…
Tan pronto llegue a Bogotá, como buena extranjera en un país desconocido, me propuse explorar todo aquello que me pareciera peculiar y así comenzó mi travesía por Colombia. La ciudad en la que se encuentra ubicada la Universidad Tecnológica de Pereira es Risaralda, cuya capital, precisamente lleva el nombre de Pereira.
Esta ciudad está localizada en el centro-occidente del país y forma parte de la región que integra el gran “Eje Cultural Cafetero”, ¡y vaya que hace alusión al nombre! Mi primera impresión sobre la ciudad fue realmente encantadora; montañas llenas de verde coloreaban el paisaje, árboles, carreteras, aves y autos aumentaban la dimensión, mientras el olor a café me incitaba a querer bajar del taxi en búsqueda de una taza enorme de esa deliciosa bebida y así con los ojos coloreados y cansados, después de un viaje de más de diez horas en “bus”, me instale en un pequeño Hostal que sería mi hogar hasta que encontrara un sitio adecuado para disfrutar mi estancia en la ciudad de Pereira.
Pensé que no podía estar más maravillada cuando conocí la Universidad, un campus precioso que conjuntaba las maravillas naturales con el ingenio y técnica humana; un puente de guadua (una planta parecida al bambú y resistente como el acero) encaminaba mis pasos hacia las instalaciones. Ahí se encontraban las señoritas de relaciones internacionales que nos esperaban con presentes, actividades culturales, folklor, y “un poco” de información sobre las ofertas del campus. Una semana llena de actividades; conocer el jardín botánico, buscar un apartamento, hacer un examen de colocación para idiomas, decidir entre clases de natación y bachata ¿o salsa?, repensar las materias, consultarlo con la coordinadora de mi Licenciatura, con la coordinadora de la Licenciatura en Etnoeducación, constatar posibilidades de tomar clases en otra facultad…
Tras una serie de mensajería electrónica por fin tenia las materias que debía cursar. Para mi buena suerte pude tomar clases en dos facultades, la facultad de Educación donde se imparte la Licenciatura en Etnoeducación y Desarrollo comunitario y en la Facultad de Ciencias Ambientales, esto me permitió no sólo tener contacto con personas con distintos intereses, sino también acceder a conocimientos y percepciones distintas (ambiental/educativo) al enfoque humanístico que impera en mi licenciatura en México, lo que sin duda aumento mi pasión por la interdisciplinariedad en los procesos educativos.
Algunas de mis clases eran especialmente buenas, mientras otras me dejaban un tanto hambrienta, pero como todos sabemos, esto pasa casi en cualquier escuela. Finalmente siempre es bueno obtener un poco de todo. Aprendí sobre pedagogías ciudadanas, economías solidarias, ciencia tecnología y ambiente, desarrollo sustentable, patrimonio, metodologías de investigación.
Extracurricularmente tuve la oportunidad de involucrarme en varios movimientos ambientalistas que visibilizaba la destrucción de un ecosistema por parte de monopolios dedicados a hacer cajas de chocolates, la destrucción del ecosistema por parte del propio gobierno, la intromisión de empresas en las dinámicas socio-culturales, etc. Fui asistente a eventos que conmemoraban y demandaban justicia ante las atrocidades que se cometían contra académicos-activistas que en su labor de lucha fueron asesinados. Participé en una escuela popular de pensamiento ambiental, donde se reunían personas preocupadas por su comunidad sin esperar ningún tipo de retribución a cambio (una labor realmente admirable), fui asistente a varios recitales de poesía que organizaban autónomamente estudiantes con un talento enorme, en fin, fui afortunada de encontrarme con todo una serie de procesos que aumentaban mi esperanza en la humanidad y por supuesto en la academia pues ahí era donde se gestaban muchos de estos esfuerzos.
Una cosa más que vale la pena resaltar de la Universidad Tecnológica de Pereira es la diversidad que permite, lo que en mi opinión, es más que necesario para un país multicultural como Colombia. Tuve la oportunidad de compartir con miembros de otras culturas como afrodescendientes, indígenas y hasta personas con alguna discapacidad, sin duda algo que se debe reconocer.
Que decir de los distintos sitios que pude conocer en el maravilloso territorio colombiano, desde desiertos hasta nevados, cada lugar tiene su encanto único y especial en su dimensión espacial, paisajista y cultural, y sobre todo la calidad humana de las personas que los habitan.
Si bien tuve la oportunidad de conocer muchos lugares de Colombia, no está de más mencionar que otros tantos lugares me fueron inaccesibles, dada la permanencia de la guerra interna alimentada por tres principales grupos; el ejército, la guerrilla y contraguerilla, sitios como el pacifico donde la mayor parte de la población es afrodescendiente, no pueden ser visitados puesto que se encuentran bajo el control de alguna de estos grupos o en disputa entre ellos.
Lamentable que en un país tan hermoso persistan las masacres, la violencia, la impunidad y la corrupción. Aunque enmarcado en una situación de contrastes, Colombia, en mi experiencia, es un lugar formidable que vale la pena en muchos sentidos, tanto en la oferta educativa que promete como en la diversidad cultural y ecosistémica que se puede apreciar a simple vista y que se engrandece aún más con la calidad de personas que habitan en su territorio