La perorata de una mujer contra su marido en la víspera de la celebración de su aniversario número veinticinco es la oportunidad para que ella se diga a sí misma lo que ha querido decirse por años y años de guardar resentimientos, de cosechar amarguras y de vivir con la frustración de ser lo que nunca quiso ser y haber perdido su esencia a cambio de posesiones materiales y posiciones sociales que no llenan el vacío en el que su vida se ha convertido.

 

Nuestra diatriba no es contra un hombre sentado como está plasmado en el título original de la obra; nuestra diatriba es el manifiesto personal de una mujer contra sí misma en la búsqueda de su camino, en su rebeldía por encontrarse de nuevo.

 

Es también una denuncia a una clase dirigente que ha llevado a nuestros países a la ruina moral y económica, aprovechando su ventaja social y su poder político para usufructuar el trabajo ajeno y lucrarse de las necesidades colectivas.

 

 

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