Pero es también reconocer una belleza paisajística de inigualable comparación, es escuchar el trinar de diversas especies que se funde para crear una sinfonía que sin partituras entrega el mejor de los conciertos.

El salado del Consotá es también gran referente productivo entre quienes han habitado el sector. Sin duda alguna, interpretando a los historiadores y cronistas que han escrito sobre este sitio, allí se fundó una de las primeras empresas en la que se ensayó el intercambio de especies entre los primeros habitantes de la región. La presencia de la salina permitió tener un producto de primera necesidad, con el que se podía  hacer trueque por especies que no se tenían en este territorio.

Los hallazgos en la zona que hoy se conoce  como el Salado del Consotá, dan cuenta de presencia humana desde por lo menos 10.200 años atrás. Los estudios arqueológicos orientados por los expertos, Carlos López y Martha Cano así lo confirman en sus escritos, cuando aseguran que se cuenta con una serie de evidencias arqueológicas y paleo-ambientales que sustentan una larga y variada historia cultural. Los primeros exploradores y ocupantes de estas tierras fueron grupos cuya subsistencia se basaba en la cacería, pesca y la recolección generalizada de frutos y raíces y desde hace 5 mil años, grupos prequimbayas encontraron la forma de explotar el Salado.

Más adelante otras generaciones localizaron una mina de Cobre y trazas de oro en la quebrada el Chocho, un pequeño riachuelo afluente del Consota. Esas trazas fueron la evidencia de una gran veta del preciado metal, algunos metros más arriba.

Sal, Oro, Cobre y las condiciones climáticas fueron suficientes para  convertirse en gran atractivo de las comunidades primitivas y de los inquietos pobladores que en zona circundante, fundaron  la antigua Cartago, de la mano de Jorge Robledo, época de enfrentamientos entre conquistadores y aborígenes, pero también tiempo en el que se evidencia el primer enclave afrocolombiano. Más adelante a finales del siglo XIX y principios del siglo XX  de asentamientos que fueron protagonistas de la nueva Pereira.

Todas esas características hacen de esa porción de la rivera del Río Consota, un lugar mágico para la investigación sobre las prácticas de nuestros antiguos pobladores y un escenario para que muchos, de generaciones contemporáneas,  reconozcamos nuestro pasado, nuestras raíces nuestro historial genético.

 

El salado invisible

Como un gesto de desarraigo, de desconocimiento; es el que pareciera haber ocurrido entre inicios de la segunda mitad del siglo pasado y principios del siglo XXI con esta porción de tierra cargada de historia, cultura y riqueza.

El redescubrimiento, como se le podría llamar a las provocaciones de algunos inquietos con el tema, se empezó a dar  desde la Universidad Tecnológica de Pereira a finales de los 90 y en la década pasada, cuando soñadores como Michel Tistl, Luis Fernando Gaviria Trujillo y Samuel Ospina Marín se hicieron acompañar de estudiantes y profesores de la Facultad de Ciencias Ambientales para proponerle a la ciudad un gran corredor turístico, ambiental y arqueológico en la zona.

En sus comentarios el profesor Andrés Rivera Berrío, complementa que: “El Salado de Consotá es el eje que articula un gran corredor ambiental pues hacia el occidente y valiéndose del Jardín Botánico, conforma un corredor biológico que une los bosques de la zona de Canceles para llegar hasta los bosques de la cuenca del río Otún, generando un gran cordón de vegetación hacia el occidente de la ciudad, el cual llega hasta los páramos coronados por las cumbres de los  nevados. Y hacia el oriente conecta con el corredor boscoso del río Consotá, el cual nos lleva hasta el río La Vieja. Hoy la ciudad se está planificando y ordenando ambientalmente desde sus ríos y el Salado de Consotá cobra un nuevo valor histórico en el marco de la gestión ambiental.

 

El salado del Consotá con nuevo aire

Los nuevos vientos del Salado del Consotá llevan compromisos firmes: Reconocer una identidad cultural, recuperar la Historia que hay allí y recobrar una memoria llena de vidas.

En un momento estratégico, se unen las voluntades de Comfamiliar Risaralda, La Universidad Tecnológica, el Municipio, el Instituto de Cultura, la Sociedad de Mejoras y la Cámara de Comercio para darle vida a la Fundación Salado del Consotá, organismo que ya recibió el compromiso de la administración local de entregar los terrenos para desarrollar en esa área propósitos históricos, culturales y educativos.

El salado del Consotá está llamado a reaparecer en la memoria de los pereiranos, a través de varios niveles: un circuito de senderos interpretativos de fácil caminata; el Museo Arqueológico que en su expresión básica, se centraría en la alfarería y orfebrería Quimbaya; el tercero desde el concepto de centro de interpretación; un cuarto nivel de desarrollo para darle cabida a otras expresiones culturales o a otras formas escénicas de narrar la historia y representar las culturas; otro nivel de desarrollo podría obtenerse a partir de la idea del “juego de roles” que es una técnica de interpretación del patrimonio que permitiría involucrar al visitante en la historia, llevándolo a vivirla en cuerpo e imaginación, de manera escénica o recurriendo a recursos de virtualidad.

Con este nuevo aire, el Salado del Consotá podrá convertirse en el principal atractivo del corredor Turístico de Tribunas y una ventana abierta al historial económico, cultural y social que sentó las bases para lo que somos hoy a partir de nuestros antepasados.