En el devenir del arte como construcción académica y cultural de igual manera se despliegan preguntas, incertidumbres y propósitos con el ánimo de comprender su comportamiento se trate de productor artista, profesor, crítico, curador o desconocedor con funciones de público.
Se hacen cábalas en casi todos los mundos , el económico, el deportivo, el político, el de la guerra, los tráficos, los sociales pero poco se pronostica acerca de lo que debería marcar las tendencias del arte, la estética y sus discursos.
Por ello me atrevo a desafiar el 2014 en un acto a caballo entre la chamanería, lo esotérico y lo religioso con la intención de proponer para este año que inicia el espacio para el dibujo.
Hablamos del dibujo en general como una labor donde de manera privada el individuo o jugada de conjunto un grupo reflexiona sobre lo cotidiano y sus contextos. Si lo vemos con perspectiva el dibujo se nos presenta como un medio de apropiación de lo que vemos con afán de traducción urgente pero más poética, quizá mejor definida en materia de cercanía con el conocimiento de lo externo mediado por lo interno.
El dibujo deviene en el 2014 como una fuerza contagiosa cuya función también será la de detener el flujo de expectación que hemos construido sobre las imágenes resultado de la masificación tecnológica. Propongo un año de reducción de la velocidad frenética originada en la superproducción de la imagen en pro de una realización gráfica de velocidad recortada que garantice, no tanto la fidelidad en pixeles de la abstracción inmersa en la realidad, sino el espacio simbólico en diversas magnitudes nutriente vertical del medio noble y viejo llamado dibujo.
El dibujo como arsenal de transferencia animal es inherente al ser humano, lo que quiere decir que todos nosotros de alguna manera accedemos a su lenguaje sin que existan pre condicionamientos, talentos evangélicos o doctrinas anacrónicas mediadas por conductas academicistas sospechosas o doctores etcéteras.
El dibujo posee la bondad de informar sobre el contenido del mundo, un mundo que compete al ojo observador pero también al pensamiento y sus intersticios, ya que dibujar compromete nuestra intimidad al producir sentido en sí mismo.
Muchos de los que osamos dibujar hoy tenemos claro que el dibujo no tiene que ver con las fluctuaciones de la moda como sí le ocurre a otros medios como la pintura o las obras axiomáticas (performances, instalaciones).
Pronostico un año regido por el ascendente del dibujo practicado libremente por todo aquel que haya pensado siquiera alguna vez que dibujar era difícil, cuestión de unos pocos, aburrido o simplemente desligado del ser, como si uno pudiera de repente y “como del rayo” prescindir de la expresión gráfica, atado sensitivo y castrado ( de mano, cabeza y ojo) de decir cosas fiándose de la letra inefable de líneas, puntos y manchas.
No estudie dibujo, no escuche a sus profesores de dibujo, no crea en las reglas del dibujo, solo dibuje en provecho de Ud. mismo y su naturaleza creadora.
Óscar Salamanca, Maestro y Docente UTP