Cuerpo impronta

 

A algunas personas terminan eliminándolas su propio ser, su propio impulso de vida, su misma ilusión por transgredir e ir un poco más lejos. En el segundo semestre del 2012 tuve la oportunidad de compartir discusiones, acontecimientos estéticos y producción de obra con Verónica Moreno, una joven artista que estudió en la Licenciatura en Artes Visuales.

 

Los encuentros de clase dejaban en el ambiente una necesidad íntima por querer traducir continuamente aspectos que pertenecían, y aún lo hacen, a la realidad, esa condición sobre la cual depositamos pacientemente elementos de vida, pero también de muerte. El objeto nuestro fue la creación de obra, cada uno de nosotros se propuso configurar -valla palabra de moda- pero con un fuerte sentido, sobretodo si tenemos en cuenta que dicha palabra representa un acompañamiento, una forma de hacer visible, de construcción basado en paralelos que se nos antojan mezclas entre abstracción y figuración, aunque, a decir verdad, todo me parece que se trata de figuraciones en diferentes significados.

 

Verónica fue extrema si tenemos en cuenta que los límites por ella propuestos diferían de los otros. Fue extrema cuando recuperó juiciosamente el criterio de expansión moderna pero reactualizándolo con el entorno contemporáneo. Sus obras hablaban de angustia para la creación. Su NO se sintió proteico hacia el SÍ salvífico como nunca antes lo he visto en mi ejercicio de profesor de arte, ni en ninguna academia de arte.

 

De allí el dolor profundo que dejó su temprana muerte: ver la muerte acechar la semilla en su pureza sin miramientos, implacable y definitiva.

 

Entre sus obras sobresalen las instalaciones performáticas llenas de rabia y agresión al sexo con el sexo expuesto, sudoroso y auto mancillado, donde trabajó con fluidos corporales, señales del cuerpo impronta (fundamento de su trabajo de grado sobre el grabado contemporáneo) y vestigios de un erotismo cruel hacia el voyeur y los públicos.

 

El trabajo de Verónica Moreno hizo uso del concepto de pintura expandida si tenemos en cuenta que los materiales para crear arte no eran los tradicionales de la pintura de caballete. La artista expandía el concepto de la pintura de forma directa pero al tiempo simbólica cuando convertía sus propias heces fecales y sustancias vaginales en signos meta-semióticos, graciosamente protegidos con dispositivos para la asepsia de factura impecable en formato cuadro o relicario icónico, a través de los cuales el espectador participa conectado a una sonda de transmisión, no solo de significado, sino de todo lo que implica saberse humano  en esta sospechosa y deteriorada cultura.

 

Un hasta luego Verónica Moreno, tu trabajo transformó la manera como comprender y aceptar el arte que se construye día a día en la Universidad Tecnológica desde la tolerancia por la diferencia, el uso del cuerpo, la fuerza de la relación entre espacio y tiempo. Con este arsenal le dio un vuelco a la idea de la pintura pero mucho más al grabado como esencia de vestigio y huella trascendente.