Vuelve y juega

De nuevo aparece la  triste realidad del país en materia de la calidad de su sistema educativo; las pruebas internacionales PISA (Program for International  Student Assessment), que realiza la OCDE  cada 3 años a los estudiantes de 15 años de edad,  en las áreas de matemáticas, ciencias y lectura,  nos ubican en un lugar que no guarda relación con la situación del país en otras dimensiones; señal inequívoca de que todavía no encontramos como salir del círculo vicioso. 

 

Eso ya lo sabemos en las Universidades, los jóvenes que estamos recibiendo llegan con enormes carencias en matemáticas,  en lecto-escritura y en Inglés. Para remediarlo en lo posible se implementan distintas estrategias de refuerzo y acompañamiento; no obstante son acciones tardías con efectos limitados.

 

La primera explicación  se busca en la calidad de los maestros, y esto puede tener algún sentido, sin embargo  no es tan simple, aquí  tenemos todos responsabilidad. La educación no está como prioridad en la agenda de la sociedad; se pregona su importancia pero a la hora de invertir en ella y de acompañarla  en lo concreto no hay coherencia.

 

Sabemos que en Colombia quienes se están formando como maestros no corresponden a los mejores estudiantes que egresan de la secundaria y eso de por sí es grave. La profesión de maestro no es una opción suficientemente estimada. Aquí hay un talón de Aquiles que entre todos debemos afrontar.

 

Es necesario crear mayores y mejores incentivos en los programas de licenciatura para los jóvenes con los mejores resultados de las pruebas Saber 11, algo está haciendo el Gobierno a través del Icetex pero no basta. Hay que garantizar mejores salarios a los docentes de esta siembra y puesto garantizado al terminar los estudios.

 

De otro lado debemos estimular a nivel del Magisterio en general la remuneración por resultados. El igualitarismo vale para establecer unos mínimos pero no debe ser la norma;  hay que premiar la individualidad.

 

Las universidades también debemos prestar mayor atención a la formación de los maestros, algo se ha mejorado, pero debemos perseverar. Si estamos recibiendo los jóvenes con mayores debilidades académicas, más esfuerzo aún debemos hacer.

 

A Fecode y a las otras organizaciones también les cabe responsabilidad; no basta con defender a rajatabla la estabilidad y la mejora de los maestros; hay que educarlos para el mejoramiento continuo y hacerlos maleables para el cambio. Las actitudes reactivas y demasiado politizadas poco contribuyen.

 

La sociedad en general debe demandar de la política y de los gobiernos mayor atención con la calidad, debe ser un propósito nacional. 

 

El Ministerio ha emprendido diversos programas  que buscan mejorar la calidad y cerrar las brechas con la ruralidad, seguramente los resultados se verán a mediano  y largo plazo; en educación los procesos son lentos. Pero hace  falta más, sobre todo con la primera infancia.

 

Estamos acostumbrados a centrarnos en la importancia del empleo, la seguridad, la competitividad y se nos olvida que la base de todo es una buena educación. Le dejamos eso al Gobierno.  No acompañamos de manera decidida las iniciativas que desde la sociedad civil se hacen para mejorar. Ojalá que este campanazo de alerta nos abra los ojos.

 

A propósito va una felicitación a los esfuerzos que  algunos empresarios hacen desde la organización Empresarios por la Educación. Ver: http://elpais.com/elpais/2013/12/03/opinion/1386103395_659692.html

 

 

Luis Enrique Arango 

Rector Universidad Tecnológica de Pereira