Transcribo a continuación apartes del texto del comunicado de una organización política de amplia incidencia en el movimiento estudiantil de la UTP; lo hago de manera pedagógica para ilustrar la gran desinformación que ronda en el conflicto actual que padecemos:
“El lunes 18 de noviembre la Subcomisión Laboral en Risaralda citó a la UTP para tratar problemas laborales relacionados con el paro estudiantil; esta comisión tripartita está conformada por el Gobierno, los patrones y las Centrales Obreras (es la misma comisión que nacionalmente negocia en diciembre el Salario Mínimo), cuya secretaría técnica la hace un funcionario de la OIT. Ellos citaron al Rector LUIS ENRIQUE ARANGO, a ASPU y SINTRAUNICOL para hablar sobre los problemas laborales que hay en la UTP, fruto de la cancelación del semestre y las pocas o nulas salidas que las directivas le han dado al petitorio estudiantil. Su asistencia no era voluntaria, TENÍA QUE IR, era su obligación e incumplió."
En primer lugar, el rector no fue citado ni el 18, ni ningún otro día, no tiene evidencia de haberlo sido, como lo afirman; le he preguntado además a la secretaria de rectoría, Sra. Nohelia Bedoya, y me confirma que ella no conoce nada de la aludida reunión.
En segundo lugar, y me perdonan, ¿qué infiernos tiene que ver este organismo con el conflicto Universitario en términos laborales?. Es la primera vez que los docentes afectados por los paros indefinidos en la UTP, se remiten solo a un centenar de catedráticos cuyo contrato está asociado a las clases efectivamente dictadas; los demás, es decir transitorios y de planta, incluidos el resto de catedráticos (500), continúan recibiendo salario, fruto entre otras de que la cancelación fue selectiva, que programamos actividades de capacitación y de ajuste a las actividades de los docentes que no son catedráticos.
Una prueba palmaria de la poca lesión en términos laborales dentro de la Universidad ha sido la ausencia de reclamos por parte de los sindicatos si se compara con el paro del 2011, nacido al amparo de la lucha contra el proyecto de reforma a ley de Educación Superior, la ley 30. En aquella oportunidad, el perjuicio a los docentes fue el caballo de batalla preferido contra la administración.
En tercer lugar, nada hay más carente de veracidad, que afirmar la falta de voluntad de diálogo en este conflicto; hay que recordar que quienes se pusieron en la actitud intransigente fueron los propios estudiantes cuando pusieron como condición inamovible la salida del rector; a través de un paro indefinido, que sin preámbulos, fue decretado por la Asamblea a manera de inauguración del movimiento. Cuando finalmente, después de mucho tiempo, modificaron la posición, y aun de manera confusa, el Consejo Superior nombró una comisión de diálogo, que ya entró en contacto y viene reuniéndose.
Este conflicto debe dejar enseñanzas:
Como existe libertad de expresión, me atrevo a opinar que se magnificó la real potencialidad de la movilización de la MANE, llevando el movimiento a esfuerzos heroicos. A la postre el desinfle de lo nacional fue dramático.
En el caso de un sector docente, aunque actuaron de manera lateral e indirecta, en vez de ajustar la estrategia cuando tocaba, en forma artificiosa y no muy santa se mantuvieron en la posición ofensiva; una especie de desespero toca a la puerta. En cambio de usar la autocrítica, y admitir la posibilidad de haberse equivocado, se persiste en darle respiración artificial con base al insulto, y el ataque personal. Frente al escaso público en las reiteradas asambleas, se apela a imaginar temores de los no asistentes cuando no a censurar la falta de compromiso de los docentes, acusándolos de moverse sólo por los intereses económicos. En síntesis, cualquier argumento menos considerar la posibilidad de estar en algo equivocados, contrariando uno de los principios fundantes del Leninismo: la autocrítica.
Insisto, aún sin haber concluido el conflicto, ya se asoman lecciones para todos, incluida por supuesto, la administración.
Luis Enrique Arango Jiménez
Presidente Sistema Universitario Estatal