El rector de la Universidad Tecnológica se ratifica en que las rectorías univesitarias, para que puedan impactar realmente, requieren períodos largos, porque las transformaciones educativas son muy lentas.

LUIS F. CARDONA G.
Rector desde hace casi 13 años de la Universidad  Tecnológica, el ingeniero electricista e ingeniero mecánico Luis Enrique Arango Jiménez continúa al frente de la única universidad pública de la ciudad y una de las principales del país, al tiempo que abre las puertas al diálogo con los estudiantes que la paralizaron por más de dos meses obligando al cierre selectivo y anticipado del semestre.
LaTarde lo entrevistó en momentos que se avizoran posibilidades de diálogo para salvar el semestre.
¿Cómo entender que la asamblea de estudiantes haya decidido en en su momento que no negociaba si usted no entregaba su renuncia?
-Esto es típico en las universidades públicas. Los rectores siempre somos objetivo, somos parte del botín, porque los conflictos universitarios siempre tienen una autoridad que encarna la contraparte. Además, en la medida en que usted haga más cosas, induzca más transformaciones, toque más interese internos, individuales, corporativos, en esa medida usted se vuelve más indeseable para esos colectivos. Uno tiene que acostumbrarse a que no es monedita de oro para mucha gente.  

¿Pero, hay algo más de fondo?
-Sí, aquí se agrega otro  elemento, y es que yo he sido elegido cinco veces y todavía en nuestro medio no se entiende que las rectorías universitarias, para que puedan impactar realmente, requieren periodos largos, porque las transformaciones educativas son muy lentas.  Desde que usted se imagine hacer un programa virtual, por ejemplo, hasta que lo lleve a la práctica, pueden pasar diez años o más.  Sin embargo la autonomía universitaria autoriza a los sectores de la comunidad universitaria a participar en el juego de los poderes.  Allí hay aspiraciones a la sucesión, a la alternación, y allí se da un juego de oposición que es legítimo.  Muchos aspirarían a que los rectores hicieran un periodo o máximo dos, y hay universidades donde lo han logrado, pero a mí me parece un error brutal que no haya reelección.  

¿Qué poderes, qué privilegios tocó usted, para generar esa reacción?
Cuando llegué a la Universidad en el año 2000, el rector que había estaba supremamente limitado, porque había un empoderamiento muy fuerte de los sectores sindicales y las iniciativas se las contovertían de manera instantánea; no lo dejaban actuar.   Incluso lo derrotaban en el Consejo Académico.  Era perfectamente normal encontrar decanos opositores al rector, eso no permitía avanzar en grandes transformaciones.  Yo me puse en la tarea de avanzar en esos espacios y el Consejo Académico se dio la capacidad de intervenir en la elección de los decanos, de manera parcial.  El Consejo Superior hoy tiene un 34% de la capacidad de elegir y dejó el 66% en la comunidad.  Pero esa decisión me ha costado muchísimo, es uno de los puntos incluidos en el pliego, el de derogar ese acuerdo.

¿Qué privilegios eliminó?
Yo encontré una universidad con 4.500 estudiantes donde el uso del recurso humano estaba en su zona de confort. Comodidad, bajo número de los cursos, docentes usando las franjas horarias que más les convinieran, sabáticos que se usaban con mucha amplitud para hacer muchísimas cosas ...yo empecé a abrir la universidad. Decían que no se podía hacer nada por falta de recursos y comenzamos a hacer transformaciones, pero la respuesta a todo era que estabamos privatizando. Ampliamos el número de los cupos venciendo resistencias, aumentamos el número de estudiantes por curso, utilizamos intensivamente docentes dentro de la norma, usando infraestructura física que estaba ociosa, se crearon las jornadas especiales.  

·Odiado, temido, admirado... ¿Es usted un héroe o un villano?
-Eso depende desde donde se mire, la retórica y el argumento dan para todo.  Lo que hay que ver son los resultados, la construcción que se ha hecho de la universidad.  Esta es hoy una universidad muy abierta, a la vanguardia en muchísimos temas, cada vez intentamos realacionarnos más con la sociedad, intervenir más en los factores de desarrollo, tenemos un liderazgo nacional, pero todo eso se ha hecho contrariando interses, especialmente de aquellos que dicen que nada se puede hacer, que el sistema está acabando con la universidad pública y que lo que hay aquí es privatización pura y neta. Nosotros tenemos otra lectura.  

¿Cuántos años más faltan para lograr los objetivos que se propuso?
Nadie tiene la clarividencia para entrar a imaginarse un futuro a tres, a cuatro, a seis años. Yo nunca pensé, ni la primera vez, que me iban a reelegir.  Es más. cuando fui nombrado yo era gerente regional de Telecom y nunca pensé que fuera a ser rector de la Universidad Tecnológica.

·En medio de esta crisis, ¿ha pensado, ha sentido el arrebato por hacerse a un lado?
Ni riesgos. Si no tuviera respaldo, o le estuviera haciendo daño a la institución, o la estuviera atrasando, esa sería una opción. Pero yo tengo es respaldo de la sociedad, usted lo ha visto.  

·Usted dejó huella a su paso por el sector público, incluso fue candidato muy opcionado a la Alcaldía, ha pensado en volver a ofrecer su opción para la Alcaldía o a la Gobernación de Risaralda?
Uno no sabe qué va a ser de su vida. Hablar es fácil.  No me cierro opciones, cualquier cosa puede ser posible, cada día tiene su cuarto de hora, cada momento su circunstancia y en ese momento tomaré una decisión. 

Sobre su hermano Gonzalo Arango:
“Yo desearía que se declarara impedido en ciertas circunstancias y no apareciera como el más radical, como el enemigo número uno del rector, porque duele en lo personal”.

"Las luchas internas son bestiales. Parten a la comunidad académica."
Luis E. Arango. Rector UTP.

El rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Luis Enrique Arango Jiménez, señala que no ha pensado en hacerse un lado, porque tiene el apoyo de la sociedad.

En familia
¿Cómo ha afectado a su familia este tema de la crisis, ya que su hermano Gonzalo hace parte del sindicato de docentes?
-Ese es un karma que me acopaña a mí y a mi familia.  Yo respeto mucho lo que él hace, desearía que se declarara impedido en ciertas circunstancias y no apareciera como el más radical, como el enemigo número uno del rector, porque duele en lo personal. Yo dejo que eso venga de allá, de aquí para allá trato de no responder.  Pero todas estas cosas son secundarias, lo único que queda es la familia, en las coyunturas, esos son recalentamientos.