LA CANCELACIÓN

 

Como consecuencia de un cese de labores indefinido, impuesto por las decisiones de la Asamblea general de estudiantes de la Universidad Tecnológica de Pereira, el Consejo Académico, previa valoración de los nueve decanos, considero inevitable la cancelación del semestre académico  ante la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido, aún en la hipótesis de que se levantará el paro estudiantil de manera inmediata.

 

Me refiero al paro como impuesto, pues no es un asunto de voluntades; siempre un grupo minoritario con respecto al universo estudiantil lo aprueba y lo hace cumplir a base de bloqueos a las aulas e incluso de intimidaciones. 

 

No hay nada que hacer; mientras exista un núcleo que en el mejor de los casos puede llegar a 500 estudiantes, ni un 5% del total, no hay posibilidad de desactivarlo.  Los demás estudiantes no encuentran la manera de enfrentarlos o no lo desea.

 

Las Asambleas además se prolongan artificialmente hasta que el número de asistentes se reduzca  al núcleo de activistas, los cuales incluso con quizás uno o dos centenares, válida la continuidad del paro o incluso lo radicaliza aún más.

 

 Suele  ocurrir además  que los acuerdos que se hacen con voceros estudiantiles los desautorizan las mismas asambleas de manera posterior, como  nos ha ocurrido a nosotros, y como acaba de pasarle al Consejo Superior de la Universidad de Caldas en el conflicto que vive esa Institución.

 

Son los gajes de la cultura de las Universidades públicas, donde se  ha hecho de las vías de hecho un santuario;  y donde  distinguidos académicos lo validan y justifican de manera abierta.

 

Así las cosas, comprenderá el lector que estamos enfrentados a conflictos  complejos, donde la racionalidad brilla por su ausencia.

 

El Consejo Superior de la Universidad acogió la posición de los académicos,  a través de un acuerdo que incluye los  detalles de la cancelación, brindando la posibilidad para que aquellos que  tienen posibilidades de concluir dentro del calendario, por haber continuado en clases, lo hagan con el apoyo de la Universidad, incluso utilizando sedes alternas.

 

Fue una decisión difícil, nadie quería que las cosas hubieran llegado a estos extremos, pero no quedaba alternativa.

 

Ahora viene hacer de esta crisis una oportunidad, aprovechando para revisar lo que estamos haciendo, sin prevenciones, buscando mejorar y atender los reclamos de la comunidad. Así lo establece el acuerdo, el diálogo y la participación no quedan cancelados,  todo lo contrario, hay llamar nuevas voces para construir con los unos y los otros,  la Universidad del futuro. No estamos satisfechos con el actual modelo de Universidad, hay mucho por cambiar, y donde las partes tienen mucho para aportar.

 

Está claro que para muchos hay una pérdida irreparable; han perdido seis meses en sus vidas para avanzar en su formación Universitaria.

 

Pero al lado de esta certeza hay preocupaciones  razonables de muchos estudiantes y padres de familia que estamos obligados a despejar tan pronto como sea posible. Me refiero a dos interrogantes:

1-¿Qué pasa con las matriculas que se pagaron para el semestre o para las asignaturas canceladas?

2- -¿Qué pasa con los cupos que ya habían obtenido lo estudiantes de primer semestre?

 

No tenemos una respuesta aún, sin embargo nos anima el mejor deseo de actuar en derecho y con justicia; lejos está un ánimo  diferente.

 

Afortunadamente tenemos tiempo.

 

Luis Enrique Arango Jiménez

Presidente del SUE