DEL CONFLICTO ACTUAL EN LA UTP  SE DEBE DERIVAR UN CAMBIO DE RUMBO

Sala de Profesores Ingeniería Eléctrica

 

El inicio del paro actual de estudiantes coincidió con una serie de publicaciones del Rector de la Universidad sobre algunos aspectos que llamaron su atención, en la visita oficial realizada a universidades de Turquía. Algunos de los aspectos mencionados por el Rector son los siguientes:

 

a)      “Después de visitar las mejores Universidades Turcas, nos quedó muy clara la decisión que tienen de hacer del conocimiento algo profundamente estratégico”.

b)      “Las Universidades compiten por llevarse los mejores estudiantes”.

c)      “Hay una estrategia deliberada de hacerse al mejor talento a cualquier precio, no se nivela por lo bajo sino por lo alto”.

d)      “Llama la atención que la variable deserción no se referencia, cuando se les pregunta manifiestan que es muy baja. Puede ser explicable en parte por la selección rigurosa en términos de talento”.

e)      “Donde si nos toman distancia de lejos es en Maestrías y Doctorados. Ello además da una idea de la distancia en investigación”.

 

Estas afirmaciones causaron gran satisfacción en la sala de profesores del programa de Ingeniería Eléctrica, pues allí siempre hemos entendido que los aspectos antes mencionados son básicos en las instituciones que merecen ser llamadas Universidades. Éstas son los máximos centros del saber que tienen los países y que constituyen uno de los pilares  fundamentales de la sociedad global del conocimiento.

Sin embargo, al contrastar las agudas observaciones del Rector con respecto a lo que somos y a las proyecciones de “desarrollo” con las políticas institucionales actuales,  se vislumbra un franco deterioro de la calidad y excelencia académica en nuestra Universidad. Un corto análisis de la situación se presenta en este documento.

Con respecto al literal a),  percibimos que la administración tiene como premisa que la institución se debe manejar como una empresa en donde hay una dirección y unos empleados que sólo acatan órdenes. Sin embargo, estamos convencidos que para hacer del “conocimiento algo profundamente estratégico” se requiere que la administración esté al servicio de la academia y no la academia al servicio de la administración. En cuanto a la orientación de los destinos de la institución y su gobernabilidad, está claro que la autonomía universitaria, que permite orientar el rumbo de las Universidades de forma autónoma, recae en el conjunto de los estamentos académicos incluido el estamento profesoral. Hoy día las propuestas trascendentales de los profesores son desoídas con frecuencia. Respecto de la autonomía universitaria existe literatura de intelectuales, organismos nacionales como ASCUN e internacionales como UNESCO y amplia jurisprudencia nacional en materia de autonomía universitaria que no puede ser desconocida dentro de la Universidad Tecnológica de Pereira (Exposición de motivos al proyecto de ley estatutaria sobre autonomía universitaria. ASCUN).

De otro lado, con respecto a los literales b), c) y d) que hacen referencia al talento vinculado a las Universidades, nos preocupa el permanente incremento de la población estudiantil al pasar de 4000 a 17000, sin fijar una cifra apropiada de acuerdo a la infraestructura y recursos disponibles como se hace normalmente en los procesos de planeación. Se ha pasado de 14 estudiantes por profesor a 28, donde estándares internacionales señalan un promedio máximo 20 estudiantes por profesor. Los estudios que se han hecho en Colombia y de acuerdo con José Rafael Toro Gómez, vicerrector de asuntos académicos de la Universidad de los Andes, las universidades públicas de “regular calidad” figuran con cerca de 30 estudiantes por profesor; un análisis más detallado se encuentra en la publicación del mismo autor (Alejandro Gaviria. Ministro de Salud 2013; José Rafael Toro Gómez. Vicerrector asuntos Académicos UNIANDES - La educación superior: retos y perspectivas. Universidad de los Andes. Capítulo 2 Cobertura y calidad en la educación superior en Colombia).

En el caso particular de Ingeniería Eléctrica, hemos pasado de alrededor de 400 estudiantes a 907, sin incremento en el área física. Esto es especialmente crítico en los laboratorios de experimentación, los cuales prestan servicio a 7 programas más. Un plan para la optimización de recursos no puede caer en la sobrecarga y sobreocupación de espacios.  Actualmente existe una demanda no satisfecha de 70 estudiantes con una tendencia que va en aumento. Es urgente realizar una planificación conjunta de las inversiones necesarias en talento humano, infraestructura, materiales y equipos. Adicionalmente, en estos laboratorios se incrementa el riesgo de accidente a medida que el número de estudiantes supera el límite para el que fueron diseñados con el agravante que los riesgos, aunque muy pequeños, pueden ser catastróficos y pueden vincular pérdidas humanas debido al tipo de máquinas y los niveles de tensión que se manejan en los mismos. El comité curricular ya le ha recomendado a la dirección de la facultad que, el número de estudiantes nuevos admitidos al programa debe reducirse de 80 a 60, para mantener una formación de alta calidad.

En este contexto, y retomando los literales b), c) y d), creemos que permitir el ingreso de estudiantes que no tienen un perfil adecuado, sin establecer un puntaje mínimo en las pruebas de estado, incrementa el riesgo de deserción. A manera de ejemplo, de 1800 estudiantes de primer semestre que se admitieron el año pasado, 1200 no aprobaron las pruebas que se realizan para diagnóstico temprano de posibles dificultades durante el proceso de formación. Actualmente en la Universidad no se ha establecido una política para afrontar esta situación,  resultando en un alto índice de deserción (la estimación de un estudio propio, usando datos de planeación de la UTP es que se gradúan 36 estudiantes por cada 100 que ingresan).  Adicionalmente, la meta de mejorar a toda costa el índice de retención, trae como resultado un deterioro evidente en la calidad. 

Nos gustaría referirnos de igual forma al literal e) por requerir un análisis detallado. Es claro que las Maestrías y Doctorados  son una estrategia para el desarrollo del país y junto con la formación de pregrado se debe apoyar decididamente. El mismo estudio de la Universidad de los Andes mencionado anteriormente, reconoce que es mejor indicador de calidad el hecho que los profesores sean de calidad, que la acreditación misma de programas e instituciones. A pesar que el programa de ingeniería eléctrica ha sido referenciado en la re-acreditación de la universidad, la maestría en ingeniería eléctrica ha sido una de las primeras en el país en contar con acreditación de alta calidad y que el doctorado en ingenierías fue seleccionado por Colciencias en la última convocatoria de becas doctorales, no vemos una política real de apoyo a los posgrados ya que todos ellos son proyectos de operación comercial.

Es necesario considerar en el análisis que la llamada “distancia en investigación” se mide entre otras cosas por el apoyo decidido que brindan las instituciones a la producción intelectual de sus investigadores. De acuerdo al CNA en la carta de recomendación ante el Ministerio de Educación respecto a la re-acreditación institucional de la UTP se menciona: “El significativo incremento en el número de publicaciones científicas en revistas indexadas en SCOPUS por parte de los profesores de la Universidad, cuya calidad es avalada por el sistema de evaluación por pares internacionales;  número de publicaciones científicas con esta características pasó de 11 publicaciones al año en el 2003 a 94 publicaciones en el año 2011. Con base en este notorio incremento la UTP pasó de ser la undécima Universidad en Colombia en el 2003 a ocupar el noveno lugar en el 2011. En ciertas áreas del conocimiento sus profesores se ubican entre los de más alta publicación científica del país, como es el caso de Ingeniería Eléctrica” (subrayado propio).  Resulta entonces contradictorio que se manifieste abiertamente la conveniencia de contar con producción intelectual de alto impacto para fines de re-acreditación, pero al mismo tiempo se menoscaba la capacidad de impacto de los profesores con el desconocimiento de sus contribuciones. La contradicción llama tanto la atención que en algunos casos se ha planteado por parte de algunos funcionarios de la UTP que tal producción intelectual es una especie de “vena rota” para el presupuesto de la institución; ese tipo de afirmaciones no se compadece con los esfuerzos de los ejercicios académicos serios que se hacen en la Institución. 

Estamos a tiempo de corregir el rumbo y apuntarle a los indicadores con que se miden y comparan las verdaderas universidades de élite en el mundo: número de profesores de planta con título doctoral y experiencia posdoctoral, publicaciones en revistas internacionales de reconocido prestigio, índice de citaciones internacionales, patentes, infraestructura para la investigación, la relación entre estudiantes de postgrado y estudiantes de pregrado, entre otros.

Señor Rector, estamos prestos para discutir a profundidad los elementos aquí expuestos, conjuntamente con usted y con los funcionarios que a bien considere.