Sin cerámica
Por: Oscar Salamanca
Profesor Asociado UTP
La cerámica en artes consiste en una obra donde el significado de la forma modelada se condensa en el fuego y la química. La preocupación del ceramista artístico entonces queda ligada a la construcción de un trabajo cuyo laboratorio lo determina la incertidumbre de parte de su proceso, quizá la más fundamental, pero también la más extraña y espectacular.
En el taller “L’ molí” en Cataluña fuimos invitados un grupo de amigos a experimentar la realización de una “quema” de Rakú. Dicha técnica milenaria China se realiza exponiendo las piezas en plena cocción a la temperatura ambiente sobre un colchón de hojas de diversas especies para luego ser sumergidas en agua fría. Cuando uno lee sobre el asunto se imagina tenciones del barro al rojo vivo, posibles grietas hasta la posibilidad de estallar en mil pedazos, pero nada de ello ocurre, muy por el contrario, la obra cerámica se oxida para producir coloraciones profundas, brillantes de formas no planificadas de antemano.
Desde aquel contacto tan libre y alejado de formulas exactas me pude dar cuenta de la cantidad de posibilidades implícitas en un medio de creación tendiente a la formulación de una obra cargada de responsabilidades de traducción en el arte actual. No obstante la gama de líneas de investigación artística que otorga la cerámica, prácticamente ella ha desaparecido de las convocatorias del arte local y nacional.
¿Qué ha pasado con la cerámica?
Podríamos intuir como una respuesta que el arte de hoy se caracteriza por dos aspectos si aspira a ser contemporáneo: primero que involucre contextos y segundo que haga uso de medios de difusión. Si observamos las anteriores premisas nos damos cuenta que la cerámica en cuanto contextos, debe realizar un giro en su naturaleza conceptual que le permita desarrollar una determinada problematización de la realidad a fin de vincular contextos. Para ello se convierte de gran utilidad el giro lingüístico tan recurrido por la literatura y las artes plásticas-visuales. Por ejemplo, una cerámica que no sólo se interese por la fascinación de su proceso constructivo, sino que indague sobre lugares, situaciones, signos que le permitan articular un conjunto de formas y nuevas maneras en aras de generar reflexiones y cambios que afecten en el plano social cultural.
De igual manera, la cerámica debe vencer el obstáculo que le proporciona su especial fragilidad matérica sin desea insertarse en la vorágine de la seducción generada por la difusión medial. Pero ¿cómo lo logro? Allí es cuando precisamente se vuelve trascendental el pensar la obra de arte, ya que si una de sus condiciones actuales corresponde al uso de los medios para producir transmisiones, la obra cerámica necesita sintonizarse con dichas dinámicas, convirtiendo el peso material, peso gravitacional en levedad.
Profesor aún sigue hablando de manera cifrada ¿qué quiere decir? Quiero decir que en la producción del arte actual muchas veces nos centramos en la solución de problemas que atañen a las formas, colores y composiciones vinculadas con conceptos de mímesis o, incluso en los casos más pobres, con resultados artesanales. El problema del arte sigue siendo el mismo: la idea y con ella, la imagen. La anterior gran simplicidad sigue siendo un problema para la enseñanza del arte, en particular la enseñanza vs producción de una determinada cerámica contemporánea.
Si observamos el interés de la academia por la enseñanza de la cerámica el panorama se vuelve oscuro y decadente, tanto así que podemos mencionar sin temor a equivocarnos que prácticamente no existe o es insignificante. Dicha inexistencia no se debe a que no se realice oferta académica por parte de las instituciones de educación superior o que las dotaciones se consideren precarias, sino que los procesos allí gestados se encuentran en serios problemas.
Con tan pobres resultados producto de la academia y la ausencia generalizada de artistas ceramistas con obra, cualquier persona podría preguntar ¿qué ha ocurrido? sobretodo si consideramos que durante años el medio más potente para construir cultura en nuestra región y país se le debe al noble gesto de modelar formas con barro.
Hace falta quizá un despertar que saque a la cerámica a medio hacer de las fauces de la mediocridad, la desesperanza y el aburrimiento, confinada a presentarse mezclada con vidrio derretido y patinas de colores al frio en vinilo, para florecer como un medio inteligente, ágil y perspicaz capaz de retomar la voz perdida llena de energía y atenta a los signos de nuestro tiempo.
Evangelio: Los estudiantes de la U.T.P quieren la Cabeza de su Rector ¿qué quieren los profesores?
Disangelio: la obra cerámica de Gladys Méndez Mulet, compuesta por nociones de fragmentación, juego y experiencia privada, todo ello bajo la disciplina de la honestidad, el trabajo dedicado y la paciencia que otorga el conocimiento sobre la materia.