La Negociación de Pliegos en las Universidades
Luis Enrique Arango Jiménez
Rector Universidad Tecnológica de Pereira
Presidente Sistema Universitario Estatal
Acaba de finalizar el proceso de negociación de un pliego de solicitudes del Sindicato de trabajadores de la Universidad Tecnológica de Pereira, SINTRAUNICOL, capitulo Pereira.
Después de muchos años se reinicia la negociación colectiva, al amparo del decreto 1092 de 2012, que le otorga a los empleados públicos del Estado, la capacidad de presentar y negociar pliegos de solicitudes, aunque sujetos a variadas restricciones. De manera taxativa, el decreto excluye de la negociación los asuntos relacionados a las estructuras organizativas, a las plantas de personal, a las competencias de dirección, administración y fiscalización del Estado y al régimen disciplinario. Y en los aspectos que tengan naturaleza económica, se deberá contar con la respectiva disponibilidad presupuestal.
Aunque el pliego presentado estaba lleno de asuntos que violaban las limitaciones de la norma, fue posible concluir en un acta final de acuerdos y desacuerdos como lo manda el decreto, en un clima de armonía y respeto.
La reunión de cierre y firma del documento me sirvió para volver sobre un punto de vista que he venido sosteniendo; los sindicatos deben modificar la forma de adelantar los procesos de negociación con los empleadores. Mantenerse en la lógica de solo pedir y no ofrecer, es un absoluto contrasentido con la realidad actual, donde las empresas deben ser competitivas para sobrevivir y ello implica una actitud deliberada y sistemática hacia la innovación en todo sentido. Innovar es salirse del libreto.
No moverse de lo obtenido previamente y solo aceptar avances incrementales o nuevos beneficios, sin ofrecer nada a cambio, cae en el anticuado esquema de presionar al capitalista para que ceda parte de las ganancias a los explotados, quienes las procuran con su trabajo y esfuerzo. La cosa hoy en día es más compleja: no se trata de ignorar la tensión entre los empresarios y los trabajadores en relación con las utilidades, lo que se insinúa es que se exploren nuevos caminos para tramitarla de manera creativa.
Hay que innovar en las negociaciones, hay que hacer causa común con los empresarios para defenderse mutuamente y si hay que reversar se reversa, para buscar otros escenarios de compensación.
Más valido es esto, cuando se trata de las organizaciones del Estado, donde los titulares de las utilidades, si así pudiera llamarse a los servicios que presta el Estado, son todos los ciudadanos de un país.
Tuve ocasión de manifestar públicamente, la invitación a pensar en construir para el futuro; al fin y al cabo somos accidentales y cuando actuamos debemos tomar en cuenta si lo que hacemos le aporta a la sociedad y sobre todo a las generaciones que vienen. No tenemos el derecho a gastarnos el futuro.
En el caso de las universidades, no tiene cabida la consigna de hacer menos para que nos remuneren más. Y por el lado del trabajo intelectual de los académicos sí que menos; el pensamiento, la creatividad, no pueden compartimentarse, y el que lo pretenda fracasa.
Pensé en voz alta; que bueno imaginar un escenario donde los académicos le propongan a la Universidad lo que no es su obligación actual: formarse en segunda lengua, formarse en nuevas tecnologías e introducirlas al aula, hacer más productivo su trabajo desde los resultados, etc. Ahí sí los argumentos fluirían con toda naturalidad para demandar mayor compensación y la sociedad no podría poner reparos a unas nuevas relaciones que le apuntan al progreso mutuo, en un marco gana- gana.
Algunos ya lo hacen de manera voluntaria y sin recibir retribución, a lo que me refiero es a un compromiso colectivo, o en subsidio a pactar esquemas de remuneración contra metas dejando a un lado los igualitarismos que tan poco estimulan la condición humana.