Victimas y Victimarios
Por LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector Universidad Tecnológica de Pereira
Presidente Sistema Universitario Estatal SUE
Acabo de leer en su blog, la segunda entrega del Dr Francisco Manrique sobre el testimonio de Maria, una joven campesina reclutada por la guerrilla de las FARC cuando apenas tenia 11 años de edad y quien al final de sufrimientos y vejámenes inenarrables, durante otros 11 años, desertó y se incorporo a los programas del Gobierno. No es el objetivo de los artículos, quedarse en el macabro comportamiento de la guerrilla que describe el testimonio, cuyas revelaciones repugnan, sino más bien mostrar que la naturaleza del conflicto es más compleja de lo que usualmente se cree.
Dice María al final del testimonio:
“Hoy puedo decir sin dolor que esos 11 años tan duros, me hicieron ver la vida diferente. Yo hubiera podido salir, y convertirme en una sicaria dura, ya que me había formado para ser parte del cuerpo de fuerzas especiales de las FARC. El rencor de esa experiencia y el entrenamiento que tuve, daba para que siguiera por ese camino. Sin embargo yo tenia dos hijos por los cuales luchar y hoy me siento orgulllosa de haber logrado no caer en la ruta equivocada, que habia sido la de menor esfuerzo. La sociedad Colombiana no ha aprendido a perdonar. A una desmovilizada como es mi caso, se le ve con mucha sospecha, e inclusive con mucho miedo. Se parte de la premisa que uno no puede cambiar. Pero hoy, me siento bien al demostrar, que teniendo la fuerza y la voluntad, si pude superar la pesadilla”
Cuando se proyecta un escenario de reconciliación se suele mirar a los excombatientes como personas demasiado peligrosas, portadoras de una mancha indeleble, imposible de borrar. Ello es totalmente equivocado; de un lado y del otro del conflicto hay victimas y victimarios.
Esta es una certeza que tiene que animar a las partes como presupuesto para construir una paz duradera, lo otro es una simple operación de menor cuantía, con réditos para algunos en lo personal o en lo político, pero bien distante de una verdadera reconciliación.
Las FARC tienen que aceptar que también han sido victimarios; no es suficiente para lavar las culpas invocar los orígenes del conflicto , o los móviles políticos iniciales o las in equidades actuales ; la verdad monda y lironda fue que el conflicto derivó hacia practicas delictivas como el secuestro, el terrorismo, el reclutamiento forzado de menores, el narcotráfico, y hacia comportamientos francamente inhumanos, como lo narra con crudeza la protagonista de los artículos de Francisco Manrique.
No pueden pretender salir inmunes de responsabilidades; es imprescindible una actitud humilde y realista, lo cual no riñe con el valor ni con el derecho a una paz condicionada.
El otro lado de la ecuación también debe entender que sin aportes reales no hay salida. Y quizás el primero de los muchos, es entender que los buenos y los no buenos están en todas partes, saliendonos del prejuzgamiento y la desconfianza. Si nos vamos por la paz, nos vamos por la paz.
Hay una actitud demasiado individualista en todos nosotros, a veces desconsuela esa falta de desprendimiento que nos invade, ese deseo malsano de no pensar en la sociedad, de querer sacar nuestro propio interés a toda costa. No pensamos en lo que vamos a aportar, sino en lo que vamos a obtener. No sabemos ceder a cambio; de otro lado para exigir si somos implacables. Y esto es valido a todo nivel.
Volviendo al tema de la paz, y de nuevo sobre las reflexiones de Franciso Manrique, coincido en que debemos trabajar en la pedagogía para la paz y la convivencia, entendiendo que es un asunto que va mas allá de una negociación para convertirse en un valor compartido. Para hacer la paz, los ciudadanos deben tener una actitud mental que sin ser ingenua, admita que hay que tender la mano, que hay que ceder, incluyendo los riesgos. Y sobre todo, dejar a un lado cualquier sed de venganza.
En cuanto a los diálogos y a los eventuales acuerdos, esperamos que ellos puedan concluir exitosamente.
Feliz semana santa.