Una de las cosas que mas asombro provoca cuando visitamos el llamado viejo continente es el acumulado de historia que este posee;  mirando museos o vestigios de  otras épocas, quedamos apabullados  al compararnos desde nuestra escasa  historia. No solo por estar limitada a un pasado muy reciente, sino además por lo poco que conocemos de ella.

Nos conmociona además evidenciar los grandes talentos que la humanidad ha producido en la guerra, en el arte, en la ciencia,  en las grandes construcciones.  Es incontable el desfile de genios que ha dado la humanidad. 

A veces es bueno reflexionar sobre estas nimiedades de la existencia,  que a la larga encierran  grandes verdades. Cuanto de lo que tenemos y conocemos desaparecerá con el  tiempo?  Siendo objetivos probablemente casi todo.

Esta aplastante realidad debiera llevarnos a  militar en las filas de la humildad, e incluso a ser mas  solidarios con el pobre destino humano. Reveladoras  las palabras del Presidente Mujica en la cumbre de Río+20 cuando nos muestra como sociedad  siendo  víctimas de nuestro propio invento: el consumo desenfrenado. La paradoja de que para progresar, nuestro modelo de producción nos obliga a consumir mas, a trabajar mas, a exigirnos mas. O cuando nos coloca frente a la paradoja de que si todos los que habitamos el planeta tuviéramos los más altos  estándares de consumo, que en teoría es la gran ilusión, el planeta seria invivible. Todo para finalmente preguntarse  donde queda la felicidad del hombre, que se supone  debiera ser la principal preocupación. No será que nos estamos obsesionando con una forma equivocada de concebir la felicidad.?

No será  hora de  volver a formas mas bucólicas, naturales o intimas  de buscar los  satisfactores, evadiendo el afán desenfrenado por consumir  siguiendo las modas  y  evitando la tentación de  sobre endeudarse como forma de vida,  eludiendo de paso la voracidad de proveedores y prestamistas? Quienes conocen por dentro de las instituciones,   los dramas personales de los empleados sobre endeudados  con el crédito formal y el informal, saben a que me refiero. Hace poco fue expedida una ley que hace obligatorio a los empleadores facilitar los procesos de libranza, que en buen romance significa entregarle los salarios de los trabajadores a los acreedores. Antes era optativo de los empleadores facilitar las libranzas ahora se torno mandatorio.   Para quienes no están familiarizados con las libranzas,  son procedimientos mediante los cuales  los empleados autorizan a terceros para recibir para recibir parte de sus salarios a futuro; las empresas deben  pagarles directamente a ellos.

Probablemente esto incomode a  algunas personas, pero al fin y al cabo las universidades  deben de ejercer la critica social.

No solo de pan vive el hombre sentencian los evangelios.

 

Luis Enrique Arango Jiménez