La presencia de estudiantes Indígenas en las Universidades es un hecho que apenas se remonta a los últimos 20 años. A pesar de ser una población numerosa, que en el Censo de 2005 alcanzó la cifra de 1.378.884, casi 3,5 % de la población total; por razones objetivas, el acceso a la Universidad apenas empieza a volverse realidad.
Algunas Universidades han creado cupos especiales para jóvenes indígenas bachilleres, quienes compiten entre ellos en condiciones de igualdad para ingresar, logrando formarse como profesionales en Instituciones de calidad. Igualmente la ley y el Icetex han establecido becas y ciertas prerrogativas de financiación condonables.
Las decisiones de las Universidades se amparan en la autonomía y no en un mandato legal que lo obligue. Por el contrario, numerosas demandas se han interpuesto por una pretendida vulneración del principio de igualdad, que ordena la Constitución al establecer que no puede haber ninguna discriminación por razones de raza, sexo, religión, etc., etc. La justicia y las cortes han resuelto este litigio a favor de las etnias, señalando que contribuye a que la igualdad sea real, pero advirtiendo en todo caso que esta acción afirmativa no puede ser desproporcionada.
Paradigmático el caso reciente de alguna universidad pública que después de tener vigente un régimen de cupos especiales para indígenas decidió eliminarlo; la corte Constitucional revisando un fallo de la Corte Suprema, que confirmaba negación de tutela, lo revocó a favor de los indígenas ordenando que en el próximo ingreso debía tratarlos de nuevo de manera especial; entre los argumentos de la corte se manifiesta que si bien por autonomía la Universidad puede hacerlo, no puede cortarlo de tajo sin crear algo alternativo.
La Universidad Tecnológica de Pereira, creó en el año 2000 la circunscripción de minorías que le aseguró 5 cupos a los jóvenes provenientes de ellas, y en el caso de las etnias, significó mínimo un cupo en cada programa subsidiado. Esta determinación del Consejo Superior, propuesta por la administración, permitió que con el tiempo, la población étnica fuera aumentando, al punto que en el censo realizado en el primer semestre del año pasado, contábamos con 528 Afrocolombianos y 76 Indígenas.
Somos conscientes de que no basta con garantizarles el ingreso; la Universidad a través de la Vicerrectoria de Responsabilidad Social y Bienestar Universitario, desarrolla de acuerdo a sus posibilidades un acompañamiento y apoyo permanentes, que pretende facilitar la retención y el egreso exitoso.
Hoy en día ambas etnias se han organizado al interior de la Universidad y participan de acuerdo a su leal saber y entender con entera libertad de la vida Universitaria; de ello dan fe, la organización Afro UTP, y el cabildo Indígena de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Me provocó relatar estos hechos después de asistir la semana anterior, como testigo, a la posesión del Cabildo Indígena aludido en el auditorio Jorge Roa Martínez, con la asistencia de voceros de cabildos de otras universidades, entre las que recuerdo Cauca, Nariño y Caldas. Fue muy grato ver a diversas autoridades indígenas con sus atuendos y bastones de mando, armados de lap tops para sus intervenciones, reclamando con energía su derecho a respetarlos en su diversidad.
No será hora de que la legislación le otorgue derechos incontrovertibles a las etnias, que no tengan que estar mediados por la voluntad de algunas Universidades y a las interpretaciones de las cortes? Por qué, en honor a la igualdad real, no establecer un % mínimo de cupos que deban ser ofrecidos a los actores en debilidad?. De ahí en adelante que juegue la autonomía.
Luis Enrique Arango Jiménez