Para los papás suele ser difícil dejar a sus hijos en el jardín el primer día de clases, pero para los padres de Sofía, de nacionalidad alemana, fue aún más traumático no solo porque era la primera vez que su pequeña, de 3 años, iba a estar lejos de sus brazos. Ellos tenían otra preocupación adicional, pues la niña iba a entrar en contacto con una lengua que jamás había escuchado: el español. Temían que no se adaptara, que sus compañeros la rechazaran o que tuviera bajo rendimiento académico. Por eso, un mes más tarde, cuando comenzó a construir frases confusas que mezclaban los dos idiomas, se alarmaron. Lo que no sabían es que esto, lejos de ser un problema, era una oportunidad para Sofía.

Si bien es cierto que en los niños expuestos a dos idiomas el aprendizaje se vuelve más lento, esto representa una gran ventaja porque se fortalecen las habilidades cognitivas y el rendimiento escolar mejora, según estudios recientes. Al contrario de lo que pensaron por años profesores y padres de familia, este conflicto entre dos lenguas no entorpece el desarrollo intelectual de los niños, sino que los convierte en verdaderos atletas mentales. Es una especie de gimnasia para el cerebro que potencia sus capacidades. "Los bilingües manejan procesos mentales mucho más elaborados y se desenvuelven con mayor facilidad en varias áreas", dijo a SEMANA Nohora Byrne, directora del Departamento de Lenguas y Culturas de la Universidad de la Sabana. Y es que el bilingüismo es tan efectivo para fortalecer la mente que retrasa la llegada de enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer y la demencia.

El más reciente trabajo científico, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, señala que la función ejecutiva del cerebro, que permite planear y priorizar actividades y eliminar las distracciones, es usada regularmente por los bilingües. Si ese proceso de aprendizaje comienza a temprana edad, los beneficios son aún más grandes. De hecho, se estima que los recién nacidos empiezan a adquirir el lenguaje a los cuatro días.

Ágnes Melinda Kovács y Jacques Mehler, dos neurolingüistas de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados de Trieste, en Italia, realizaron esta investigación con 40 bebés de 7 meses, la mitad de los cuales se criaron en un hogar bilingüe. Al finalizar las pruebas, los investigadores concluyeron que estos se concentran con mayor facilidad y tienen la habilidad de coordinar y entender ambos lenguajes de la misma forma en que una persona debe monitorear varios espejos y maniobrar el timón al conducir un vehículo.

Las personas bilingües no son superiores o más inteligentes que los demás. De hecho, Bill Gates solo habla inglés y eso le ha bastado para revolucionar el mundo de la informática. Según explican los expertos, los bilingües simplemente desarrollan habilidades para hacer varias tareas al mismo tiempo y, de esa forma, se vuelven más ágiles y prácticos. Gracias a los escaneos de la actividad neurológica, los científicos han evidenciado que en quienes hablan dos idiomas se activan más zonas del cerebro, incluso las que no están relacionadas con el lenguaje, y tienen más conexiones neuronales que los monolingües. Por eso pueden blindarse y retardar las enfermedades mentales que llegan con la tercera edad.

Psicólogos de la Universidad de York, en Toronto, evaluaron a 450 pacientes con alzheimer y confirmaron lo anterior. Encontraron que los síntomas de este mal aparecieron cinco años después en los que hablaban dos idiomas. Ellen Bialystok, autora del trabajo, explicó que el bilingüismo no evita la enfermedad, pero sí frena el proceso degenerativo. Al parecer quienes hablan dos lenguas piensan al mismo tiempo en cada una de ellas y están en capacidad de saltar de una a otra en cualquier momento, según el contexto, lo que reduce el riesgo de que pierdan la memoria.

Aunque lo ideal es adquirir una segunda lengua desde la infancia, los científicos coinciden en que estas ventajas también pueden obtenerse cuando se aprende en la adultez. Al fin de cuentas, nunca es tarde para entrenar al cerebro y, como se acaba de demostrar, no hay mejor gimnasio mental que los idiomas.

 

Información disponible: MEN