Colombia es uno de los países del mundo que menos atención y esfuerzo le pone a la enseñanza y al estudio de la Historia, tanto, que hoy la mayoría de los padres de los más de 10 millones de niños y jóvenes que van a los colegios públicos y privados no saben que esta materia desapareció hace 20 años de los currículos escolares. Por eso, muchos de sus hijos hoy no saben si Nariño es un prócer, un expresidente, un departamento o un frente de las Farc.

Mientras que en Estados Unidos los estudiantes y ciudadanos tienen casi que a diario referencias de su pasado, de sus padres fundadores, de la Constitución, de sus batallas, triunfos o tragedias -como la Guerra de Secesión o de Vietnam-, en Colombia el 70 por ciento de los presidentes no tienen una biografía y los textos con los que hoy se enseña el pasado son lamentables.

Por eso, casi 30 años después de que el Ministerio de Educación decidió sacar del pénsum de primaria y bachillerato la materia de Historia y crear la de Ciencias Sociales-una mezcla de Geografía, Economía, Política, Antropología, Sociología, Cultura e Historia-, un grupo de reconocidos historiadores e intelectuales le ha empezado a pedir al gobierno que, frente a la amnesia en la que cayó el país y ante semejante error pedagógico, permita de nuevo la enseñanza de la Historia como materia única de primero de primaria a grado once.

Las consecuencias de esa decisión están a la vista. Darío Campos, profesor de la Universidad Nacional y director del Grupo de Enseñanza de la Historia, dijo a SEMANA que la creación de la materia de Ciencias Sociales es un reto exigente, ya que se requiere tener profesores con un conocimiento de estas disciplinas. La paupérrima formación de los docentes hizo que al final los profesores terminaran usando programas o libros caducos, como el manual de Henao y Arrubla de 1910, o, en su defecto, a plegarse a los textos actuales de Ciencias Sociales, que en su mayoría son de una calidad discutible. Todo esto ha redundado en que los jóvenes lleguen a los 18 años sin saber qué clase de ciudadanos son y en qué país van a vivir.

Jorge Orlando Melo, que hace unos años hizo un estudio de los libros escolares, dijo a SEMANA que los textos de Ciencias Sociales terminaron siendo muy livianos, por no decir flojos. "Son muy descriptivos, basados más en contar un cuento sin referencias que en invitar a la lectura, a profundizar en los temas y a reflexionar sobre el pasado para comprender el presente".

Todo esto ha hecho que la enseñanza de esta materia en Colombia, no solo en secundaria sino en todos los niveles, sea pésima, dice Heraclio Bonilla, director del programa de Historia de la Universidad Nacional. Además de la mala formación de los maestros, los textos actuales están desactualizados y evidencian una separación entre lo que se publica y descubre en la academia y lo que se enseña en las aulas escolares, que es una historia conservadora, clásica, del siglo antepasado.

Esa falta de culto por la Historia puede ser una de las razones por las cuales Colombia es uno de los países con un menor nivel de patriotismo en el mundo, pues, si se quiere, historia y patriotismo son conceptos que van unidos. Cuba y México son tal vez los países mas nacionalistas del continente, y no hay niño que no conozca todos los detalles de sus revoluciones, la vida de sus héroes y el precio de lo conseguido.

Otro elemento que produce el conocimiento de la historia es la conciencia de las fronteras. Todos los venezolanos, por ejemplo, conocen al dedillo el diferendo que existe en el golfo de Maracaibo y sufren con el hecho de que Inglaterra les haya quitado la Guyana. Los peruanos lamentan la pérdida de Arica. Los bolivianos, la perdida del litoral que les quitó el acceso al mar, o en el sur, las heridas de la Guerra del Chaco todavía no sanan. En Colombia, por el contrario, hay una ignorancia casi total del grueso de la población sobre los intereses fronterizos con Venezuela. Ese tema en el país está reservado para personas como Julio Londoño y un puñado de especialistas y excancilleres. La pérdida de Panamá, que como dato curioso, todavía está en el escudo nacional sin que se entienda por qué, ni siquiera causa rabia o indignación.

El historiador Fabio Zambrano dijo que los estudiantes colombianos tienen el mismo conocimiento de la historia que el que tienen los de Estados Unidos de geografía. "No hay una amenaza más grave para un país que el alzheimer en el que hemos caído. La historia se escribe en el presente y explica parte de las realidades y anhelos de una sociedad. Sirve para saber lo que hemos construido, el largo camino que ha tomado obtener muchos de los derechos y libertades actuales, así como para explicar también nuestras tragedias y desastres". Sobre este tema, Melo dice: "Muchos pueden decir que la gente puede vivir sin saber nada de su pasado, pero creo que para una sociedad es sano saber de dónde viene, dónde está y para dónde quiere ir. Imagínese que alguien empiece a vivir a los 20 años con su memoria en cero, borrada, ¿podría vivir bien y planear su futuro?".

Al ver la enseñanza que se está dando en los colegios, muchos académicos se sienten frustrados y fracasados, pues la mayoría de lo que se ha escrito en la Nueva Historia, nacida en los años sesenta con la creación de las carreras de Historia, sigue sin llegar a las aulas. "Todos los 6 de agosto me siento frustrado, porque si algo hay claro en la historia de Bogotá es que Gonzalo Jiménez de Quesada no fundó Santa Fe con la construcción de 12 chocitas, sino que llegó a un poblado indígena. Pero uno ve, ese día, a los estudiantes de los colegios llevando las maquetas de las 12 chozas y repitiendo la misma historia conservadora que nos enseñaron de niños", dijo Zambrano.

Incluso, dice Adolfo Meisel, historiador económico y gerente del Banco de la República en Cartagena, los estudiantes de universidad tienen muy poco conocimiento y enormes vacíos, pues ni han leído a los clásicos, ni conocen lo que se ha publicado en los últimos años. "Eso se explica no solo porque los libros son muy malos y aburridos, sino porque los historiadores se han dedicado a escribir de cosas muy pequeñas y no hay textos nuevos, bien escritos, que den un panorama global de la historia nacional".

Estas y otras críticas demuestran que el retiro de la materia de Historia de los programas de estudio fue un error que nadie cuestionó y del que nunca se hizo una reflexión. Hoy, "dos décadas después, se puede decir que fue un horror desde el punto de vista cultural, de identidad nacional y de país. Primero, porque un ciudadano debe saber dónde está parado. Por eso, ahora que estamos en un mundo globalizado, el Estado debe replantear y crear de nuevo una cátedra de Historia de primero a once, porque las sociedades que no tienen conciencia de lo que son tienen el riesgo de diluirse", dijo el reconocido historiador Álvaro Tirado Mejía. Él y otros historiadores hablan de la necesidad de que el Estado replantee el pénsum y de crear de nuevo la cátedra de Historia, fijando programas claros sin caer en partidismos ni doctrinas, tal y como se hace en muchos países.

El prestigioso historiador Marco Palacios dijo que es tiempo de revertir esa "decisión patética y garrafal". Es hora de volver a ser sensatos y devolverle el equilibrio a la educación. El Estado, como en otros países, debe propender de que se enseñe Historia y Geografía, diseñando planes de estudio que incluyan lo que debe saber un bachiller. "Eso está inventado y ya hay suficientes experiencias para hacerlo bien, sin pasiones y partidismos".

Así como el Ministerio saca su regla para evaluar a todo el mundo, es hora de que lo haga con su propia gestión en los últimos años. La polémica sobre devolver la cátedra de Historia y Geografía está abierta. En sus manos está que no seamos víctimas del famoso refrán de: "quien no conoce su historia está condenado a repetirla".

 

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