Con una columna anterior comentaba como la baja producción de profesionales en áreas de Ciencias Básicas y Agropecuarias configuraba una situacion  adversa para los propósitos del desarrollo del país; hoy quiero abordar otra gran debilidad, igualmente de naturaleza estratégica.

Los primeros análisis que están arrojando las pruebas Saber Pro, antiguos Ecaes, que se  aplican a los estudiantes de pregrado antes de egresar, empiezan a mostrar tanto las debilidades como las fortalezas de nuestro Sistema Educativo. Mirando los resultados en las llamadas competencias genéricas, aquellas que se supone deben tener todas las profesiones y que miden las habilidades para leer críticamente, para escribir, para razonar cuantitativamente, entre otras, aparecen realidades incontrovertibles. Sin entrar en detalles que no son del caso, ni habría oportunidad por espacio de hacerlo responsablemente, ha quedado claro que los programas de licenciatura arrojaron los mas  bajos resultados en los promedios .

Este hallazgo que confirma lo que ya presumíamos, nos obliga a reflexionar en lo que ello significa para la calidad de la educacion: estamos hablando de los programas que forman los maestros de Colombia y de las competencias de los maestros que irrigarán tanto la institucionalidad Educativa pública como la privada.

Si  tratamos de aproximarnos a las posibles causas del fenómeno, ademas de las deficiencias de calidad propias del Sistema Educativo en su conjunto,  aparecerá  de manera protuberante, el desafecto de los jóvenes por la profesión de maestro, explicada a su vez por la baja apreciación que la sociedad tiene en la práctica de la misma. No es extraño entonces, que por lo general, quienes se inscriban en las licenciaturas no posean los mejores promedios de las pruebas Saber (Icfes) y por supuesto, que  aunque los programas hagan su mejor esfuerzo, las carencias con que llegan los jóvenes a ellos no logran alcanzar los altos desempeños deseables.  Es muy grave que no podamos contar con nuestro mejor talento para formar nuestros niños y jóvenes, urge implementar estrategias que mejoren esta situacion.

Hay que dignificar la profesión del maestro, hay que exaltar el  aporte que él le hace a la sociedad y a su futuro. Dentro de esta resignificacion, aunque suene muy elemental, cuenta  el régimen de compensación. Se han hecho algunos esfuerzos para mejorar la remuneración de los educadores pero todavía son  muy tímidos, si miramos los datos del observatorio laboral para la educacion OLE.

Pienso que no es descabellado pensar en remunerar contra los resultados; hoy los resultados pueden medirse con objetividad. Aquellos docentes que se esfuercen, innoven y eleven las competencias de sus alumnos  debieran poder tener una sobreremuneracion. El igualitarismo no es lo mejor; hay que tomar en cuenta las necesidades generales de las personas como también  darle valor  al esfuerzo y al aporte  individual. Creo igualmente que debiera fomentarse con apoyos significativos  los jóvenes con talento que decidan formarse como maestros.

En el campo de la educación se han hecho ofertas no siempre muy santas; recuerdo que cuando se impuso como condición lo que se llamó Acreditación  previa para los programas de Educacion, desaparecieron cientos de ellos como por arte de magia. Todos tenemos que ponerle el ojo a la Educación. Lo peor es esconder el problema matando al mensajero...

Luis Enrique Arango Jiménez

Rector

Universidad Tecnológica de Pereira