Una de las nuevas  características que acompaña nuestro tiempo,  a nivel  de la información,   es la tendencia al  desenfreno de los medios de comunicación y de quienes los nutren con sus escritos.  Un afán desaforado de captar lectores para los unos o quizás la oportunidad  de ejercer la oposición o el desquite político para otros puede explicarlo.  La libertad de expresión se ha vuelto patente de corso para juzgar de manera despiadada a las personas  sin que las victimas de este juzgamiento apriorístico tengan  la capacidad de defenderse en igualdad de condiciones.

Leí  en una  reciente entrevista a la Directora  de Andiarios, Nora Sanín,  la  siguiente afirmación : “ la única manera de que haya un equilibrio entre la libertad de prensa y el respeto por el buen nombre de las personas es  entendiendo que,  a medida que la persona tiene más importancia, mas poder y mas figuración se le restringe su posibilidad de que prevalezca  su buen nombre sobre la libertad de expresión” . Algo así  como que  solo para las personas  en gran debilidad les era dado reclamar por el daño provocado. La entrevista fue hecha al calor de los incidentes del Ecuador con la demanda al Diario El Universo  de parte del Presidente Correa  y la   solidaridad continental  de los Periódicos  contra decisión de la Justicia Ecuatoriana.

Estamos hablando de un tema  de gran actualidad sobre el que  apenas se empieza a hablar. Es muy cómodo levantarse cada día a escuchar a Darío Arizmendi o a Julito para conocer el despellejado del día; lo que es duro créanme es cuando a  uno le toca el turno.

Aunque me caigan rayos y centellas no creo en la culpabilidad del  Ex comisionado Luis Carlos Restrepo. Me tocó de cerca vivir las desmovilizaciones  del M19 y del EPL, pues hicimos parte desde el lado liberal  de una experiencia política de convergencia  de fuerzas de izquierda que hizo su debut en las elecciones para la Constituyente del 91, me refiero a la Alianza Democrática M19, o AD-M19,   que a propósito eligió 19 de los 70 Constituyentes.

Las fuerzas desmovilizadas del M19 y del EPL participaron del experimento político y allí conocimos que no todos  habían sido guerrilleros,  había diversos grados de implicación y el aval para la desmovilización corría por cuenta de los comandantes.  Como en todo, había pescadores de río revuelto.  No me cabe en la cabeza que el ex comisionado pudiera  haber actuado a prueba de esta clase de fraudes. Me  parece que quienes opinan  con tal grado de inquina, inculpándolo sin siquiera el beneficio de la duda, están mas movidos por la pasión política que por la objetividad.

Me parece gravísimo que los procesos de paz se politicen y se juzgue a los actores con tal grado de  rigidez.   Ahora que empieza de nuevo a hablarse de paz, aunque con mucho escepticismo valga la aclaración, es importante  pensarlo muy bien.  A este paso no vamos a encontrar quien se le mida a liderar estos procesos, rodeados siempre cuando son exitosos de ciertos inevitables márgenes de impunidad.

 

Luis Enrique Arango Jiménez